¡Pooobrecitooo Ramonet!¡Eso es plooomoooo contra el tal Ramonet! Y, ¿por qué tanta cizaña contra ese muchacho, es decir, contra ese tal ique Ramonet, por qué? -pregunté a mis secuaces-; y, eh, es que supe, es que ese sujeto, el tal Ramonet, les metió el dedo en la llaga a mucha supina gente.
_¡Anjá, pero, ¿cómo es que ese atrevido muchacho, ese ique tal Ramonet le mete el diente a ese peludo asunto al punto de decir cosas tales como que si esto y que si aquello y que si el pato y que si la guacharaca y etcétera e ique tal y que sé yo asuntos que no vienen al caso y, para colmo de bienes, les mete el dedo en la llaga a los sambenitos quienes, aún, en cuanto santos, sean benitos, benedictos o acaso benedictinos, y que probablemente les cuelguen por fuera y, feo, aunque anuladamente, los asuntos lógicos, el tal Ramonet les lee la cartilla?
Eh, ¿cómo se llama eso sino indisciplina?
_Eh, tú, deja la necedad y ven a zamparte un trancazo porque esta vaina no es pa´ micrófono; y a ese tal Ramonet lo que hay que hacerle es someterlo por la fuerza y arrestarlo.
_¡Ok, de acuerdo!
