Plantearse la pregunta ¿Sería Bolívar o no anti (neo) liberal en la postrimería de su vida política y/o estadista?, es una pregunta de suma actualidad, sobre todo, en la época del imperialismo mundial ejercido por los EE.UU mediante su política neoliberal. Este país en alianza con la Comunidad Europea y el Japón tienen bajo su hegemonía los destinos del capitalismo internacional contemporáneo, --pese a las distancias históricas y las tareas de los pueblos en su lucha anticolonial ejercida en el pasado--. Su relación con la emancipación de hoy, guarda trascendental significación, el imperio global contemporáneo no deja de ser un obstáculo al desarrollo de los pueblos, de allí la necesidad imperiosa frente a ese proceso de luchar por la independencia nacional y la lucha por la autodeterminación y los derechos de los pueblos, significa una segunda revolución, la económica, para culminar el proceso inciado con la revolución política de la independencia.
La tarea de luchar contra el imperialismo como forma de pensamiento político actual, es una responsabilidad no menos significativa e impostergable. La ideología del imperialismo actual, el neo-liberalismo, es una ideología agonizante y en decadencia, pretende aún revivir el liberalismo de ayer con determinados dogmas renovados del pensamiento liberal y guiar las reformas del capitalismo con recetas universales para todos los tiempos y todos los pueblos en sus dimensiones sociales, económicas, políticas y culturales ajenas a las necesidades y hechos concretos de países con culturas diferentes.
No olvidemos que Bolívar inicialmente abrazó el pensamiento liberal en su lucha antimonárquica y anti-imperialista al decir Bautista Irvin «a los principios liberales que seguimos…» 29-07-1818), como se confirma al igual en su correspondencia al Obispo de Popayan, Salvador Jiménez, al referirse al carácter de «Sus proclamas como garantías de sus sentimientos y de sus intenciones liberales», Esto es un reconocimiento tácito de su compromiso ideológico con el pensamiento liberal frente a la monarquía feudal imperial, pero que más tarde renuncia a este pensamiento en aras de fundar un Estado centralizado y construir una República ajena a los códigos liberales de Washington.
Por eso; antes de catalogar o emitir ligeramente un juicio acerca de la personalidad política de un «Bolívar liberal» es pertinente aclarar que más tarde, el 29-04 de 1823, escribe a Santander, siendo Bolívar más maduro, no tomar al pie de letra sus juicios sobre su ideología liberal, vale citar que ya en la Constitución de Angostura propone un mandato en los tiempos de refundación de la República, tiempo de reconstrucción nacional y que viola los principios liberales de los Poderes Públicos con que fue concebido inicialmente, las razones, las tarea políticas del momento que obligaba a crear condiciones que permitiera consolidar un proyecto de país basado en un poder central.
Así en posición política de traspasar «El Decálogo Liberal», al considerar las demandas de la opinión popular, decía Bolívar: «Para ponernos a cubierto pídale usted a su santidad el Congreso, un boleto para pecar contra las formulas liberales…porque si no, no habremos conseguido nada después de haber salvado la Patria…porque los justísimos ciudadanos no quieren por no faltar a las leyes del decálogo, y a las Santas de la filantropía…". Aquí; Bolívar reconoce la situación social del pueblo, se deslinda de los ciudadanos diputados liberales, de aquellos «Ciudadanos dignos del Congreso» no aprueban tomar decisiones políticas en aras del pueblo y que «por sus prejuicios políticos, sólo ven el acto político del Estado como simple caridad pública, obra de filantropía».
Es importante destacar el modelo de Estado liberal concebido de aquel entonces por aquellas organizaciones políticas que pretendían fundar una república pero con principios que no ajustaban a las necesidades populares, principios prejuiciados y dogmáticamente hablando doctrinales que impedía tener una visión política adecuada a l momento, reduciendo las funciones del Estado al papel de filantropía, de caridad pública en sus acciones con respecto al pueblo, no un Estado al servicio popular, sino un Estado excluyente de participación de la sociedad en los asuntos públicos.
Pero dada la coyuntura política de inestabilidad social en Guayaquil en la segunda década del siglo XIX a causa de la lucha contra el imperio y el reordenamiento de la nación, llama a los congresistas faltar al decálogo liberal de las buenas intenciones filantrópicas de «los Justísimos Ciudadanos --como los llamaba Bolívar--, que solo pretenden salvar las apariencias de la República mediantes leyes que solo sancionan verdades abstractas que el pueblo ya no reconoce», pero que Bolívar se da cuenta, y como Libertador defendiendo su honor se ve obligado a pedir un boleto o permiso para pecar contra lo sagrado de la doctrina liberal: la propiedad, la libertad, y la igualdad mal concebida por la filosofía filantrópica, verdad que riñe con la igualdad fáctica y practicada.
En tal sentido; se trata de violar "el Código liberal" porque, «….los ciudadanos están muy cosquillosos, y no quieren nada de arquitectura gótica, ni razón de Estado, ni circunstancia; lo que se desean es la arquitectura constitucional, la geometría legal, la simetría más exacta y escrupulosa, nada que hiera la vista ni el oído ni sentido alguno" (Ibídem). Aquí se pronuncia Bolívar contra el decálogo libera, doctrina ajena a al contexto histórico de la lucha por fundar una república, nada de retorica, nada de demagogia, de doctrinas abstractas que nada prometan a los ciudadanos (as), necesitaba una geometría legal perfecta, ajustada a un orden legal posible, a unas necesidades que no ofendiese las luchas populares por sus derechos que les constó los sacrificios de la independencia.
Aquí Bolívar cuestiona el orden legal liberal, por considerar sus imperfecciones teóricas para ajustarse a los intereses del pueblo de Guayaquil, puesto que se halla incomodo o cosquilloso, vale decir retaliativo contra el orden constitucional gótico, puesto que visto como leyes anacrónicas cuya arquitectura y geometría no manifiesta una simetría en término de libertad e igualdad real para todos, hacen falta leyes justas, equitativas que haga posible la justicia en función de la libertad y la igualdad, la solución de aquella misteriosa incógnita que reflexionaba el Libertador en el Monte Sacro, en Roma.