Por el filo de la navaja del 2018

¿Qué sentirá en su escondite Rafael Ramírez? ¿Con quién se estará reuniendo hoy sábado seis de enero? ¿Quiénes le estarán sacando el cuerpo después de su caída en desgracia? ¿Cuáles son los nombres y dónde están sus incondicionales? ¿Serán conocidas todas estas respuestas por los servicios de inteligencia del estado venezolano? Lo cierto es que haber sido el mandamás, por 12 años, de la columna vertebral que sostiene la economía venezolana no es cualquier cosa. También es cierto que durante su larga administración PDVSA nunca entró en un período de transición ética ni estructural hacia el socialismo.

Mucho se pudo haber hecho en la formación, si se hubiera aprovechado el tiempo y se hubiera querido, de una generación de relevo que fuera honesta, patriota y revolucionaria capaz de emprender el camino de la transformación, nunca es tarde para reconocerlo ni para emprenderlo por los últimos en llegar. Para mí este es el pecado capital del factótum petrolero venezolano. Sobre todo por sus antecedentes familiares y políticos de los cuales no sacó ningún provecho. El PRV donde militamos juntos si algún tema profundizó hasta los tuétanos fue éste de la industria petrolera, pero aquellos esfuerzos teóricos no sirvieron ni para inspirar la imaginación creadora del cambio estructural y supraestructural en la principal, fundamental, vital y estratégica industria venezolana.

¿Será Rafael Ramírez el único culpable de este desaguisado? Claro que no. Son muchos los que por error u omisión dejaron perder la oportunidad histórica de poner a la industria petrolera en el camino de la utopía. El problema, a mi juicio, independientemente de la conducta personal intachable de algunos de ellos, es que todos cayeron en la tentación injustificable del pragmatismo generador de la perversión del capitalismo. Lo que no puede ahora Rafael Ramírez es presentarse ante el país como el ángel salvador, impoluto y pobre víctima sin asumir ninguna responsabilidad en los daños causados al destino nacional. Lo menos que puede hacer el poderoso de otros tiempos es dar la cara y salir de su escondite dorado para probar su inocencia con los recursos, de todo tipo, que no deben faltarle.

Es muy fácil escudarse con el cuento de la dictadura de Maduro sin estado de derecho. Interesante es recordar que el Fiscal y el Reo vienen de la misma camada revolucionaria del PRV. Ah mundo tan pequeño.



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Sergio Briceño García

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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