Día tras día vamos nadando en un mar de mocos de cocodrilos de multitudes de llorones, que van por los mercados lanzando maldiciones contra el gobierno. Muchos de ellos son asesinos encaletados (en potencia). Esos mismos lloros se convierten en delirantes muecas y en risas diabólicas cuando se enteran que han asesinado a un chavista. Esas plañideras profesionales, esos quejones de siete suelas, esos chillones de mil truenos que usted se los consigue en bancos, mercados y aeropuertos, cual cochinos arrumados en un camión, son los mismos que aplaudieron con tétricos orgasmos de alegría cuando el año pasado quemaban negros en el Este de Caracas.
Cuánta razón contenida en ese dicho: "No creo en lloro de opositor ni en cojera de perro".
Nunca un opositor le echa la culpa de la situación económica a los empresarios, a los hijos de puta especuladores, a los agiotistas, a las mafias de Cúcuta, a las perversiones criminales de la mayoría de los comerciantes. ¡Cuántos exultantes orgasmos se le disparan a un opositor cuando ve en un abasto dispararse un cien mil por ciento un artículo!
Con igual placer van en todas las colas gimoteando como ratas y echándole la culpa de todo al gobierno.
Entonces, cuando usted vea a un opositor quejándose por los precios de los artículos tenga en cuenta que lo que quieren es que vuelvan a quemar negros. Cuando ellos ven que el precio de los huevos pasa de doscientos a trescientos ven en su fuero interno el crujir de la carne de algún chavista (que para ellos todos son negros).
Cuando los oigas maldecir porque no hay efectivo o medicina, porque el pollo ya traspasa las alturas estratosféricas, es porque están gozando anticipadamente de algún asesinato de chavistas que ya la oposición tiene en la mira.
Hoy, en esas colas las plañideras profesionales se está celebrando gozosamente el asesinato de Tomás Lucena en Valera. Para ellos ha valido la pena el disparo bestial del DolarToday, de las caraotas, del azúcar y de todo aquello que no se encuentra en los mercados. Se justifica el horror de todo lo que hacen los comerciantes en beneficio de ese horrible crimen que se acaba de consumar.
Y mientras este acto de sicariato ocurre, usted verá que ningún medio en el mundo lo comentará para nada. Eso para ellos no importa. ¿Qué les puede importar a esos cerdos de El Nuevo Herald, de El País de España, de ABC, de The New York Time, que asesinen a un constituyente chavista? Por eso, Luis Almagro, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, los Rajoy, Peña Nieto, Piñera, Pedro Pablo Kuczynski y los Aznar están de plácemes, frotándose enfurecidamente las manos de alegría.
Esa es toda la historia de lo que hoy está sucediendo en Venezuela.
Que se tenga en cuenta.