Ya hacía tiempo que a Darío Vivas no lo ponían a convocar una manifestación. Muy merecidas sus vacaciones. Vaya que funciona bien esa maquinaria de movilización del PSUV. No hay nadie que la iguale. Aquí se puede decir, sin equivocación, que el gobierno es dueño de la calle cuando reina la paz sin guarimbeo. La organización gubernamental-partidista estuvo, hasta hace poco, disfrutando del agradable descanso navideño de tanto caminar, por las avenidas Libertador y Urdaneta, hasta Miraflores cada vez que se producía la orden de salir a marchar. Ya se produjeron las primeras acciones de masas en este año electoral de grandes expectativas. Por un lado el magisterio conmemoró su Día del Maestro en el Panteón Nacional y al pie de las escalinatas del Calvario se convocó la gente para acompañar al Presidente Maduro en la presentación de su mensaje a la Asamblea Nacional Constituyente.
La tónica de las manifestaciones en el devenir del 2018 dependerá del resultado de las conversaciones gobierno-oposición en la República Dominicana, de las nuevas agresiones imperiales que ameriten salir en defensa de nuestra soberanía, de las intentonas golpistas y del próximo inicio de la campaña electoral. Todo eso está sobre el tapete. Hay también temas de mucho impacto en la colectividad que podrían eventualmente motivar la agitación democrática y participativa tales como las luchas contra la corrupción, la impunidad, la inflación, el desabastecimiento y otras.
Las manifestaciones bolivarianas tienen gran repercusión en la política nacional pero últimamente han adolecido de algunas características que no ayudan al crecimiento formativo de la militancia revolucionaria. Estas debilidades deben ser tomadas en cuenta para mejorar el protagonismo de las masas. Genéricamente hay una tendencia predominante del pragmatismo que es una práctica perversa cuando sustituye la fundamentación ideológica de los objetivos tácticos y estratégicos de la política.
Del pragmatismo se derivan las costumbres inconvenientes que debemos superar, corregir y evitar las cuales son, entre otras, el anacronismo, lo rutinario y el burocratismo.
Son anacrónicas algunas consignas que se repiten desde años anteriores lo cual denota falta de discusión política. Hay algunas consignas estratégicas que no pierden vigencia referidas a la sustitución del capitalismo por el socialismo y a la lucha contra el imperialismo pero la posibilidad de innovar consignas tácticas cotidianas es infinita y sirve para refrescar la vocería de las masas. A lo anterior se une la repetición de los mismos esquemas y la falta de un verdadero liderazgo que no se limite a impartir órdenes sin dar el ejemplo y ponerse a la cabeza de la tarea cumplida en la calle.