Bien pendejos si entregáramos el poder, ¡ZAPE!

Maquiavelo pensó muy bien sobre el arte de conquistar el poder, de conservarlo y saber utilizarlo, y la razón por la que el gobernante, en medio de los fieros embates, no debe ponérsela nunca fácil a sus enemigos. La cosa en revolución es mucho más peluda. Hay que ver lo que ha hecho la derecha en Venezuela para recobrar su "coroto", porque para ellos el poder sí es un coroto, sencillamente cuando ellos lo tienen están pivoteados, por el ano, por los gringos. Toda la oligarquía venezolana tiene el ano estragado por los insistentes tocamientos de los mister que ocupan y han ocupado la Casa Blanca Y es por eso, por lo que la derecha siempre está pidiendo reglas limpias para luego clavarles a los ingenuos el chuzo exterminador de los pueblos (son asquerosos y traicioneros por naturaleza).

Por ahí, un pendejo salió diciendo que con la dignidad no se come. Camarada, guillo: sin dignidad no hay nada en este mundo. A eso es a lo que apuestan los imperios, a que los débiles peguen el grito en el cielo y se arrastren como ratas. El que por comer se vende como una puta ni come ni vive. Mejor le valdría no haber venido a este mundo. Mejor dicho, es una piltrafa. Un guiñapo que anda cambiando su progenitura por el bíblico plato de lentejas.

Entiéndalo, estimado: en lo real y absoluto el problema no es que a usted le cueste conseguir alimentos o medicinas; que la cosa esté bien peluda para hacerse con un repuesto para su carro, para el televisor o la nevera (que todo ha sido planificado muy bien para sacarnos la chicha).

O que se le haya vuelto trizas el reverbero con el que cocinaba porque el gas no le llega a tiempo.

O que la electricidad se la corten con frecuencia (hay lugares en Mérida donde los opositores cacerolean cuando pasa mucho tiempo sin irse la luz, porque saben que se trata de sabotajes…).

O que no se consiga transporte para trasladarse, o el efectivo esté tan escaso (el gobierno colombiano afinca la guerra: todo el efectivo que se llevan lo pagan por transferencias a los bancos…).

O que el internet se te caiga a cada rato o que por los celulares (por lo inmensos robos de cables) no consigas comunicarte. O que todo se haya vuelto abismalmente caro.

Ese no es el vital problema, estimado lector.

Perdona que te lo ponga de modo personal: uno también camina diariamente kilómetros y kilómetros para no pagar pasaje y para no entregar el efectivo y que se lo vayan a llevar en volandas a Colombia. Y si se trata de CLAP: ¡una vez por cuaresma! (que ya ni siquiera nos hacemos ilusiones). Si llega, bueno, ¡felices camarada!, y si no para adelante, que ese no es el problema. Vamos haciendo de tripas corazón, y del corazón ¡Milagros y empeños de resistencia!, pero que nada nos acoquine y nos detenga.

¿Qué no te puedes comprar una camisa o un par de zapatos? Mira es preferible llevar harapos que en mi caso llevo quince o veinte años sin echarme nada nuevo sobre el cuerpo.

Ese no es el problema.

Para otras épocas, en ésta estamos en Jauja.

Dolores, de bolas que sí los hay dolores y son ellos los que nos forman y nos abren los ojos, que como decía Bolívar, la mejor escuela de la lucha revolucionaria es la propia miseria. Recuerdo (está en el "Diario de Bucaramanga") cuando el Libertador hablando de uno de sus edecanes (creo que del coronel Wilson) dijo que estaba un tanto jojoto porque le faltaba pasar una temporada en la escuela del infierno. Los pueblos para formarse, deben pasar por estas complejidades terribles en las que iremos descubriendo nuestros defectos y carencias, nuestras debilidades y torpezas, y lo más importante nuestro propio destino. Nosotros no podemos ser cualquier pueblo. Somos los hijos de Bolívar. Tenemos que marcar y marcarle al mundo una ruta gloriosa por encima de las decisiones del imperio euro-gringo.

Imagínense las necesidades por las que pasaron nuestros libertadores, que por ahí unos cuantos pendejos los ponen con bellos uniformes militares y en caballos gordos y blancos: ¡Mentiras! ¡Andaban desnudos como los negros mambises! Andaban a pelo en mulas y en burros, descalzos, si acaso con unos guayucos. Y comían lo que podían, a veces matando una res (orejana) y se la echaban al buche sin sal. No lloraban porque les faltara un maíz que llevarse a la boca, sino por la patria. Pero no me digan ustedes que por un papel tualé vayamos a entregarnos, a suspirar porque nos vuelvan a gobernar los malditos gringos. A los pueblos llorones los aplastan, las esquilman y los humillan inmisericordemente las horribles ranas plataneras del Norte. Y he de decir aún más: los verdaderos revolucionarios de esta lucha están allá abajo en el pueblo, los que sufren sin quejarse de las necesidades que nos abruman. Son los revolucionarios que se echan atrás los pesares y avanzan sin descanso, sin dejarse doblegar por las cargas o por las adversidades. Ese pueblo que no se rinde, que no anda en carros de lujos ni tiene escoltas, ni ventajas de ningún tipo, ni que le llegan las ayudas por palancas encumbradas para satisfacer sus necesidades inmediatas. No, la pinga. Por este pueblo sagrado es por lo que se sostiene realmente la revolución. Ese pueblo que nunca habla del precio de los artículos, que no se postra, que cumple con los mandatos del Comandante Chávez, y lo lleva en sus venas y en su corazón. Que no traiciona, que entiende las dificultades por las que pasamos y de los esfuerzos que hace el presidente Maduro para sacarnos de este enorme e inducido atolladero. Este es al verdadero líder que yo amo y respeto. Este pueblo que batalla y que no se deja deslumbrar por los pajaritos preñados de la derecha, ni por las quejonas ni los mares de mocos que hacen correr por las redes sociales los cobardes, y que sabe que hay un montón de vivarachos haciéndose pasar por revolucionarios para vivir con enormes privilegios. El pueblo sabe quienes son estos encuevados.

Eso es lo que yo más amo en este mundo, a ese pueblo sublime, al que muchos les debería dar vergüenza decir que lo aman y que están luchan por él cuando es mentira (hay muchos coños luchando por sus negocios). Por eso cuando caen estos farsantes nadie los recoge, nadie lo apoya ni nadie da un céntimo por ellos. Hace poco vi a un coñito de madre del alto gobierno que como a las 9 de la noche, para comerse unas arepas en un restaurante, sus sigüices cerraron toda una cuadra. Los escoltas le llevaron al coñito de madre el condumio a la camioneta. Muchos chavistas vieron aquella mierda y tomaron notas en sus memorias retrovisoras. Eso arrecha, y nadie debe tragarse estas arrecheras y decirlas, y atacarlas por todo el cañón aunque luego salgan unos cuantos maricones a decir que tú eres anti-chavista y que estás contra el proceso, y que te van a cerrar todas las puertas. VÁYANSE A LA MIERDA SI ESA ES LA CONDENA QUE TE TIRAN PARA QUE LA REVOLUCIÓN SE VAYA POR UN DESPEÑADERO Y LOS HIJOS DE PUTA MUCHOS ANTES HAYAN SALTADO O HUÍDO COMO RATAS…!

O sea, camaradas…



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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