Cada cierto tiempo nos sorprende el llanto de los destetados caídos en desgracia. Hay diferentes categorías de destetados, los mamotretos (que mamaron full durante mucho tiempo) y los que mamaron aunque fuera fallo. En uno y otro caso se les acabó la chupadera y ahora andan resollando por la herida. El caso más patético es el de los mamotretos que si tuvieran el más mínimo sentimiento de dignidad deberían quedarse callados para pasar desapercibidos y no estar dando lástima con sus quejas y lamentaciones.
Lo más indignante de los mamotretos es que se consideran intocables aún después de haber perdido todos sus privilegios. Siguen siendo engreídos, y se vanaglorian de haber gozado de las mieles del poder conservando intacta la soberbia de los reyecitos que eran antes de ser descoronados. Siguen viendo a sus semejantes por encima del hombro como si los demás fueran seres inferiores sin darse cuenta que ellos son unos mamotretos y así los ven todos los que los rodean, inclusive quienes antes les rendían pleitesía y los colmaban de adulaciones.
Lo peor de los mamotretos es su prepotencia y su falta de humildad. En vez de haber salido a la luz pública, después de ser destronados, con una autocrítica se autoevalúan como seres perfectos, impolutos y son tan arrogantes que asocian los éxitos de Chávez a sus supuestas brillantes administraciones en vez de aceptar que no fueron capaces de ayudar al Comandante a dar el salto histórico y lo dejaron sólo en el camino de transición al socialismo. Ahora se presentan como los adalides de la transformación cuando ellos no contribuyeron a transformar nada sino que nadaron, sin perturbarse, como tiburones en el mar del capitalismo.
Los mamotretos tienen además en sus espaldas los errores cometidos por el gobierno cuando ellos eran parte de él. Avalaron muchos desaciertos que forman parte de los altibajos de la revolución. Tampoco tuvieron la valentía de no permitirlos cuando supuestamente desaprobaban los desatinos. Ninguno de ellos, sobre todos quienes tenían formación política de izquierda, se atrevieron a enfrentar a Luís Miquilena sino que se subordinaron políticamente a ese personaje bien conocido por su gansterismo histórico en las filas de la revolución. No tienen autoridad ética para seguir incursionando en la revolución ni la hidalguía para asumir su responsabilidad.
El autor es: Profesor universitario de Filosofía jubilado de la UPEL. Ex Director Ejecutivo (Fundador) de la Casa de Nuestra América José Martí.