Quizás lo peor que le pudo pasar al proceso de diálogo entre el gobierno y la oposición, es haberlo iniciado un 13 de septiembre, es decir, el día del aniversario de Acción Democrática. Nació empavado, como dicen en el llano.
Cuatro meses de marchas y contramarchas, durante los cuales el gobierno tampoco estuvo exento de contradicciones. Declaraciones altisonantes de los actores en pugna; cabildeos opositores en el exterior pidiendo castigos contra Venezuela como si éste no fuese el país que les vio nacer. Alguien dijo una vez: "Con traidores no se dialoga" pero siempre el empeño ha sido la paz o algo parecido a la paz.
Bajo la mediación del presidente de República Dominicana, Danilo Medina, y del ex mandatario español José Luis Rodríguez Zapatero, se complació a la MUD en todo lo que pidió, para que no "pateara" las negociaciones.
En diciembre se enfriaron las acciones y al entrar el nuevo año, el 7 de enero se retomaron. Una semana más tarde tuvo lugar la captura del grupo terrorista de Oscar Pérez, hecho que incidió directamente en el diálogo pues dos importantes voceros gubernamentales, Néstor Reverol y Jorge Rodríguez, se contradijeron sobre el rol de la MUD en esos sucesos.
Lo que se temía ocurrió y es la estrategia electoral de la oposición: el proceso entra en un receso "indefinido" y sin acuerdos, según el presidente dominicano, aunque su par venezolano, Nicolás Maduro firmó un documento elaborado durante las conversaciones pero rechazado por Julio Borges, jefe del grupo opositor, por considerar que "no es digno" de Venezuela. Allí se habría acordado como fecha de los comicios presidenciales el 22 de abril de 2018, tal como ya fue anunciado por la presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena.
Romper el diálogo es la agenda marcada por factores externos que ahora suman sanciones petroleras. En twitter se posiciona #BorgesConVzla buscando nuclear y recomponer la fragmentada e incrédula oposición que se debate entre héroes y mesías.
Pero hay una realidad insoslayable: la crisis económica y social en un país cada vez más agobiado. En ese escenario Maduro tiene dos retos: el primero, construir un liderazgo propio y no heredado de Hugo Chávez, aún sin contar con el apoyo unánime del Polo Patriótico. De allí nace "Somos Venezuela", partido alternativo y pragmático para garantizar votos fuera del Psuv. El segundo reto es mantener a la oposición dentro del juego democrático y garantizar su participación electoral. Toca medirse con el candidato que sea al tiempo de tomar acciones que alivien el sufrimiento del pueblo. Ceder sin traicionar principios, es vital para transitar el camino de la paz y salvar la revolución.