¡SOS! Alerta roja en todos los países del mundo contra el presidente Maduro. La fiscal LOD está furiosa con toda la razón de su potestad mundial (actualmente pisoteada, por quienes menos creía) que, ella y, solamente ella, y nada más que ella es la más indicada y, posiblemente la más autorizada dentro del estamento legal mundial de exigir que el presidente actual, antes que se vaya al exilio en Cuba por órdenes de Rex Tillerson, pueda ser juzgado al rojo vivo, por contravenir los derechos humanos que afean el buen orden y gusto de la oposición venezolana dentro y fuera del país, por lo que se hace estrictamente necesario que el TSJ de Miami actúe a la brevedad posible y, si posible es que sea detenido por destartalar la confianza que no supo tener en su integridad moral en la fiscalía más resguardada en sus entrañas de poder, vigilancia y resguardo, y, también por la pulcritud y rectitud del valiente expresidente Rafael Ramírez, quien supo cuidar la gallinita de los huevos de oro de Pdvsa antes que Nicolás Maduro la degollara a medianoche, para imponer el "Petro" que, gracias a esa mala acción tiene que andar escondido por la furiosa cacería que tienen contra él por denunciar la corrupción -jamás vista, ni pensada- en Pdvsa, que le asquea que lo hayan malogrado de su cargo en la ONU sin inventario de ética conformista ninguna, por lo que padece de mal de insomnios: ojos abiertos que le trasquilan la sabiduría de estar a sus anchas de disfrutar y gozar del río de dólares que tiene en su poder en la caja chica de su porvenir retenido.
Con toda la exquisitez de sus palabras, la eminente fiscal, que por varios años lo fue de la República Bolivariana de Venezuela, ahora en el exilio con un tono de apego a la Constitución de nuestro país, hace uso de su artículo impositivo en privado que de manera imponente -que sólo ella ve- y dice, que todo presidente de Venezuela puede ser encarcelado por cualquier país que lo detenga una vez que el TSJ en el "exilio" así lo disponga y, más si es agarrado con las manos en las brasas no de supuestos hechos que no atina con la responsabilidad de su cargo y, que pone en peligro la reputación que nos ha dado "el grupo de Lima" en consideración a los principios que ellos esgrimen que tienen a Colombia, a Perú y a Brasil entre otras naciones nadando de positivismo y, hoy día son guías de convivencia política y, además como puntales de un equilibrio democrático jamás visto sin haber sido envueltos en ningún falso positivo que rompa el equilibrio de lo sublime de sus soberanías y, el buen juicio que tienen sus presidentes gobernantes y, que hoy entran fácilmente en el juego testaférrico de América para los americanos, que en Santos descolla con una Colombia llena de futuro con muchos muertos a diarios y, millones de colombianos plegados al bien vivir del mundo fuera de Colombia, lo que están aprovechando los hambrientos desplazados venezolanos de llenar ese vacío poblacional territorial.
Hacemos notar ensopados de tristeza que, la blusita blanca de la fiscal Ortega Díaz, se deshizo de circunstancias inconvenientes y, la acompañó en su inmensa osadía de tratar de imponer mediante su solicitud in situ que, el presidente Maduro sea enjuiciado a lo pronto sin alevosía ninguna, por el alto como digno TSJ de paso en el exilio en Miami y, que sus dignos magistrados con el derecho de su honestidad sin santidad en su antejuicio de mérito por los delitos de corrupción propia y legitimación de capitales, basada en la remesa de buena información de la empresa Odebrecht que como un volcán sureño en ebullición suelta al público su lava de contaminación como corrupción apreciativa y, ella como una sorpresa repentina y violenta ha sacado a flote su amargo pesar de acabar con la "dictadura" de Nicolás Maduro que le tiene colapsada el alma de su entera maldad que nunca es tarde si la dicha es buena, por lo que espera que su solicitud se haga realidad por su paz y la de los colombianos que son como ella los que más nos quieren sin dejar atrás a los peruanos deseosos de tener la Cumbre de las Américas que les dé nueva vida con su incorruptible presidente Kuczynski.
Mientras, Venezuela palpita de soledad con las ojeras de su padecer que, gracias a la feliz fiscal, Luisa Ortega Díaz, nos quiere maquillar soñando boquiabierta que en ella se puede confiar con los ojos cerrados como la nueva protectora que cuida de nosotros en el exterior con sus lentes de apátrida opacados de complicidad de ser lo que no puede ser.