En su gira por la región para promover una alianza para derrocar el gobierno de Maduro, Rex Tillerson ratificó la decisión de Washington de adelantar una intervención militar en Venezuela. Exhortó a los militares venezolanos a que den un golpe de Estado, reafirmando que no admitirán que otros imperios -refiriéndose a China y Rusia- ocupen su "patio trasero", reivindicando la vigencia de la Doctrina Monroe.
A su paso por Colombia fue recibido por Santos, quien urgió al Grupo de Lima a desconocer las elecciones convocadas por el CNE para abril, sin esperar los resultados del diálogo que cursaba en República Dominicana entre el Gobierno y la MUD.
Curiosamente, el diálogo naufragó después del "mensaje a García" de Santos, porque la MUD se negó a suscribir el acuerdo a pesar de que el Gobierno-Psuv, si bien no satisfizo todas sus demandas, convino en otorgar algunas garantías electorales significativas, tales como la designación por la Sala Constitucional de dos rectores del CNE, el acompañamiento de la ONU y los países acompañantes signatarios del acuerdo, acceso equitativo a los medios públicos, restitución de votantes a sus centros originales, auditorías con observación internacional referenciadas en las elecciones del 7-O (2012) y 6-D (2015), sorteo de los miembros de mesa, apertura del REP y una comisión mixta de seguimiento del acuerdo. El Gobierno-Psuv recogió el guante y liquidó la negociación reafirmando su talante autoritario al avanzar con unas elecciones adelantadas plagadas de ventajismo, violaciones a la Constitución y de la Ley Electoral.
Este nuevo fracaso mostró las profundas grietas de ambos liderazgos, que explican por qué perdieron la credibilidad y el respaldo de un pueblo que se debate entre la precariedad, el caos social y el temor de una posible intervención militar de EEUU y sus aliados de la Otan, Colombia, Brasil, Perú y Panamá. Ante esta encrucijada histórica, urge la construcción de un frente amplio de movimientos sociales y políticos que asuma como tarea central luchar por la restitución de la Constitución, la resistencia a cualquier intervención imperialista y a la entrega de los recursos naturales a las transnacionales por el gobierno autoritario de Maduro y canalice la voluntad de cambio de las grandes mayorías que claman por una salida pacífica, democrática y soberana a la crisis.