El carnet de la Patria es más que una herramienta electrónica o digital es, a mi juicio, una institución. Ésta no tiene una sede física para funcionar igual a un hospital, una escuela, un banco o un mercado, pero tiene un fin humano, valores, poder organizacional y se convirtió en una necesidad sentida, en una condición o un servicio público para la vida. La sociedad ha abrasado masivamente a la institución del carnet de la Patria con la misma aceptación, más de 16 millones de personas, que recibe los beneficios de otras instituciones del Estado bien sean educativas, de salud, hídricas, alimentarias, viales, defensa civil, luz eléctrica, CANTV, las Misiones Sociales y tantas otras.
Una parte minoritaria de la población, por ideas políticas, convicciones personales, oposición al gobierno, ignorancia o disociación psicótica, se niega a los cambios civilizatorios de una sociedad que se transforma para responder a la crisis capitalista inductora de la inflación y el desabastecimiento. Abstenerse, por obstinación antichavista, a sacar y hacer uso de la institución del carnet de la Patria, o del CLAP, 0800SALUDYA o de las misiones sociales porque estas instituciones fueron creadas por la revolución bolivariana y al mismo tiempo lloriquear, quejarse o criticar al gobierno por supuestas políticas de exclusión, sectarias o proselitistas es un comportamiento propio de las clases dominantes que se sienten amenazadas de ser desplazadas del poder. Salvando las distancias reproducen los mismos instintos y sentimientos de los rusos blancos en la revolución soviética y de los gusanos en la revolución cubana.
La institución del carnet de la Patria propende a la atención social igualitaria de la población más necesitada mediante bonos, los Hogares de la Patria, asignaciones a las embarazadas, discapacitados, jóvenes y otros sectores de la sociedad. Esta institución no va a resolver, por sí sola, la crisis del capitalismo pero arrima el mingo al terreno de las clases desposeídas, asalariadas y explotadas que están asediadas, asfixiadas y estranguladas por la guerra económica imperialista contra Venezuela.
La burguesía y la clase media siempre despreciaron a las instituciones públicas del Estado destinadas a la atención de las clases populares. Prefirieron históricamente la educación y las clínicas privadas, construyeron sus propias urbanizaciones, contaron con su exclusivo parque automotor, privatizaron para su beneficio la CANTV, la luz eléctrica, Viasa, empresas básicas del Estado y se salvó PDVSA porque llegó la revolución bolivariana. Los que piensan, aún si son pobres, con las ideas de la burguesía y de la clase media odian el carnet de la Patria porque no es una institución privada, capitalista y neoliberal. ¡Escuálido que se respete no saca el carnet de la Patria!