La urgencia de no perder la oportunidad de radicalizar las posturas y presionar a Maduro y a su gobierno para que asuma el socialismo a plenitud es la urgencia del continente y del mundo en su totalidad. La crisis capitalista es inevitable, las migraciones, la concentración de la riqueza, el crecimiento de la pobreza, la proliferación de las guerras son inevitables para poder saciar la codicia. Que ahora Europa pueda alimentarse no quiere decir que más tarde lo haga, o lo haga de la misma manera. La reacción de las derechas ya se deja ver. Ganan las derechas, gana terreno el fascismo en favor de conservar ventajas y privilegios para algunos y miseria para el resto del mundo desposeído, y esto hay que detenerlo. Latinoamérica debe retomar el camino de Chávez y apostar por el socialismo, por el internacionalismo, por el trabajo cooperativo entre nuestras naciones, apostando por la igualdad, porque si no estamos perdidos.
Venezuela debe retomar el camino marcado por Chávez, rectificar los entuertos capitalistas hacia el socialismo, contener las tentaciones personalistas y trabajar duro por nuestro pueblo, como si la humanidad se fuera acabar mañana (porque de hecho se puede acabar pronto). La vida en el planeta no va a desaparecer por los desmanes del capitalismo, ni siquiera por la guerra atómica, solo perecerá aquella que sostiene a la humanidad junto a ella misma.
Esta urgencia es humana. Nuestra especie es la única que necesita de la vida en sociedad para garantizar su permanencia en el tiempo, para su perpetuidad. Necesita el humanismo, es decir, luchar por la sociedad y para la sociedad humana; que las ciencias, la tecnología, la producción, el arte, la investigación trabajen en función de la sociedad y no de intereses particulares. Es más natural competir entre especies que dentro de una misma especie, por lo menos a la manera capitalista, la cual no escatima en sacrificios de sus propios individuos y no humanos, para lograr sus objetivos egoístas y mezquinos, así tenga que sacrificarse el mismo "depredador" solo por alcanzar el éxito; es una locura.
Es normal que nadie piense en el costo que tiene el derroche de energía, y el lujo en general para la vida y la humanidad; que un capitalista caprichoso lance un cohete al espacio con un carro dentro, o que se le permita al viejo rey Juan Carlos cazar elefantes; o que todos los zulianos usen aires acondicionados, que una parte del planeta tenga siempre agua caliente, inclusive en el trópico: ¿Cuánta gente debe morir de hambre y enfermedades para que unos pocos nos duchemos con agua caliente, o para que uno cuantos vivan como dioses del Olimpo en el mundo terrenal? Es normal que nadie vea la relación de una cosa con la otra, obnubilados por el poder, el éxito, el lujo, la ostentación, por los sueños burgueses de los pequeñoburgueses.
La urgencia está en que cada día son más las personas que no piensan en salvar la humanidad, sino en preservarse a sí mismo, o en salvar su sociedad más cercana sino a sí mismo. En Venezuela hay una crisis; un país como el nuestro, lleno de riquezas, tiene una crisis y la población joven, atontada por el éxito, la mezquindad y la indiferencia, se va del país para protegerse ellos solos y sus familias sin importarles el destino de la sociedad en su conjunto, de su sociedad.
Nuestros gobernantes no se van del país porque no pueden. Sin embargo muchos hacen lo posible por estar el mayor tiempo posible fuera del país, pero los que no, pareciera que tampoco les importa mucho el destino de nuestra sociedad, la fraccionan con sus soluciones individualistas, ponen a las personas a competir unas con otras por tener cosas materiales con un carnet, por la comida, la salud, y cosas más banales como el lujo (mientras, ellos hacen lo mismo, pero con ventaja). ¡Esa inconciencia es la que domina el espíritu de casi todos en nuestra sociedad y en casi todo el mundo!
Ahora que el capitalismo reacciona ante la crisis "economizando gastos", rindiendo la plusvalía explotando más, rebajando "costas" en lo que llaman capital variable, o sea, en el pago de la fuerza de trabajo, el que sostiene la vida de los trabajadores; ahora que los ricos cada vez son más ricos y los pobres más pobres; ahora que diariamente se lee, al lado de una noticia de farándula (como si nada, comiéndose un chocolate), una noticia de una ataque de misiles que acabó con 30 personas en Siria, o en Paquistán, como algo natural; que una epidemia mata a miles de africanos; que hay países donde la gente se muere de mengua, como una forma de economizarles gastos a los más ricos y poderosos, debemos dejar a un lado los chismes de farándula y entender que no todos los seres humanos podemos vivir en Miami y tener un carro último modelo. Que sin vida no hay libertad que valga, sin otros seres humanos sanos e inteligentes como nosotros no hay libertad que valga, sin agua, sin ríos, sin aire, sin selvas, sin diversidad natural, no hay libertad que tenga sentido.
Para los revolucionarios la libertad es un acto positivo, es tomar decisiones y asumir responsabilidades, no es una libertad pasiva, no se trata del dejar hacer al individuo lo que quiera según sus pulsiones, se trata de hacer todo lo que sea necesario, de forma racional, para cambiar esas pulsiones egoístas mezquinas, para proteger a toda la sociedad de nosotros mismos, a toda la humanidad dentro de las diversidad, no de las diferencias de clases, de privilegios frente a aquellos que no tienen nada más que una bolsa de comida de mala calidad, como pretende Nicolás Maduro consciente o inconscientemente.
El socialismo no es un asunto de opciones, es la opción.