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Hay tantos cadáveres erguidos por las calles y las oficinas, que aparecen por televisión, que murmuran sacudiendo banderas y que llevan lutos por sus propias defunciones, que uno se siente aturdido deambulando por los fantasmales subterráneos de tantos Campos Santos; cadáveres con una eterna sonrisa diabólica o estúpida en los labios que únicamente saben balbucear lo que oyen o lo que repiten de cuanto les llega por las redes sociales.
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Muertos enhiestos que pudieran parecer simpáticos por lo neutro o nulo que son: no conocen absolutamente nada de la historia de su país ni les importa. ¡Veintidós negros quemados el año pasado! Yo a estos muertos los estuve viendo de lejos, desde las cumbres andinas con la mirada del DEUTSCHTUM (en esta Semana Santa), mientras revisaba el libro de Holger H. Herwig, "Sueños alemanes de un imperio en Venezuela".
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…Hermanos que hacen maletas para huir. Que corren desaforados hacia la frontera. Que llegan a los infiernos de Colombia, Perú, Chile o Panamá y allá los vuelven a matar...
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Durante los siglos XIX y XX lo alemanes lloraron mares de lágrimas porque veían que no podían "regenerarnos". El modo como nos miraban los alemanes que llegaron a nuestro territorio entre 1871 hasta 1914, no distaba en su concepción fascista de las intenciones gringas. Finalmente aquella "Unión Europea" que invadió y bloqueo a Venezuela junto con los gringos es idéntica a la que hoy intenta derrocar a Nicolás Maduro.
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El barón Edwin von Seckendorff en un informe dijo, muchísimo antes que Trump, que nosotros éramos un país de negros de mierda. Textualmente expresó Edwin von Seckendorff: "Venezuela es un país que no tiene derecho a existir… es lamentablemente un país de mestizos, con esa deletérea mezcla de la raza blanca con los negros… gracias a la delgada capa de la civilización europea hasta ahora este país se ha salvado de un total descenso a la barbarie bestial".
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Eso decía este proto-nazi Edwin von Seckendorff, cuya descendencia apoyaría a Hitler en su idea de montar hornos crematorios para incinerar judíos. Le parecía poco a Edwin von Seckendorff los millones de indios que había asesinado sus pares españoles. (Sería muy interesante analizar los genes nazis de Trump-Obama en este sentido…). Obama, vaya horrible contradicción biológica, fue un tremendo nazi, que durante su gobierno se mataron más negros que en ningún otro.
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Un aristócrata colega de Edwin von Seckendorff, el conde Arthur von Rex, advertía por todos los medios posibles en Berlín que Venezuela estaba siendo sacrificada a los negros. En todos los salones y conferencias, en sus escritos e informes recalcaba el conde Arthur von Rex que los caucásicos y los amerindios estaban a punto de ser exterminados por la población negra.
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Para los alemanes, Venezuela era un suelo sólo apto para la pobre gente de Alsacia-Lorena y Poznan (lo de "peor", a decir de los nazis, de este país europeo).
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Cuánta gente de Alsacia-Lorena y Poznan se asentó en la Colonia Tovar. Gente que en su mayoría no se mezcló con los criollos. No se conoce uno de aquellos alemanes se haya amancebado o casado con una negra. En un próximo artículo hablaré del destino de los descendientes de Manuel Felipe de Tovar (los Zuloagas), el ex presidente venezolano que se empeñó en traer alemanes para "mejorar nuestra raza". ¡Tremendo loco, coño!