Elecciones, proyectos y peligros

El tiempo es implacable. Sobre todo cuando la hiperinflación se dispara a casi 50% semanal, una deuda externa desangra los ingresos de la nación, las bolsas CLAP llegan demasiado reducidas y tarde, y estamos (¿verdad?) en una campaña electoral. Ninguno de los actores se está quieto, pero su febril actividad parece no lograr nada. Es como una rueda girando loca en sí misma. Lo único que avanzan son los precios, las preocupaciones, la frustración. Y esto avanza hacia un precipicio, si es que ya no caemos en él.

Hay cuatro candidatos, una creciente presión internacional, sanciones del gobierno norteamericano y sus aliados, por lo menos tres planes desarrollándose rumbo a una colisión de desenlaces impredecibles, hasta planetarios quizás. También pueden descifrarse varios proyectos.

Uno es, simplemente, mantenerse en el gobierno. Decir eso es más exacto que asegurar que se está en el poder, porque en realidad, de "poder", no pueden hacer mucho, tan entrampados como están en sus propios errores y corruptelas. Por cualquier razón: porque se murió el Comandante, porque bajaron los precios del petróleo, por la "guerra económica", por culpa del imperialismo que debiera desaparecer así no más, mágicamente, para dejarnos realizar nuestros planes maravillosos, porque mientras exista seguirá deteniendo nuestras buenas intenciones. Ya no se puede aplicar un proyecto de transformación de las estructuras sociales y económicas, que era el gran motivo para "tomar el poder" ¡Por favor! En eso tiene razón la sensatez estoica del amigo Germán Yépez ¿Quién dijo que había que "superar el rentismo2? Siempre (o sea, desde Gómez) lo hemos sido. Lo que nos queda es hacer lo que haría cualquier ex millonario arruinado: quemar los activos para pagar las deudas y así evitar que nuestros acreedores halen el gatillo. Entregar las minas, el petróleo ¿a quiénes? Pues, a los mismos de siempre. Entregar esas riquezas dadas por la Naturaleza, de las que todos chupamos; hacer maniobras como lo del "Petro", porque el imperialismo (¿hasta cuándo va a seguir el imperialismo ahí?) ha decidido impedir que sigamos emitiendo deuda y refinanciar el inmenso mono que nos aplasta. Seguir con el rentismo, eso sí, metiendo a los generales en el negocio, mediante empresas (¿cuántas? ¿16? ¿y la distribución de alimentos, y la de las medicinas? ¿y el control de las fronteras?), porque mantenerse en el gobierno requiere de fusiles. Bien lo decía Mao. Y, mientras tanto, seguir repartiendo bolsas CLAP y bonos por el carnet aquel, y seguir jugando a la política con los tarados de la oposición que, con su estupidez, nos han hecho el juego. Y eso sí: si hay protestas, candela que te prendes, candela que te apagas. Claro, no tanta candela como la de la Navas Espínola.

El segundo proyecto es ganar las elecciones y sacar a Maduro del gobierno ¿Y después? Bueno, ya veremos. No se pueden mostrar todas las cartas de una vez. Tal vez dolaricemos; tal vez, no. Tal vez empeñemos la soberanía monetaria, matemos cualquier esperanza exportadora, enterremos el bolívar, nos endeudemos hasta vender a mamá porque ¿de dónde van a salir tantos dólares como para darle una tarjeta con el verde a cada familia venezolana? Puede ser con el FMI ¿Por qué no? Y eso sí. Porque siempre hemos sido rentistas (¿verdad, Germán Yépez), continuaremos con lo de las Zonas Económicas Especiales, lo de la entrega de las minas, lo del Arco Minero y hasta quizás, quién quita, hasta con el Petro, porque esa es una tendencia internacional ¿Refinanciar? Bueno, sí. Haussman recomienda irnos por ahí; es de sentido común. Hasta Maduro lo ha intentado, pero con todo la chapucería de la que es capaz. Claro: hay que vender, así sea por trocitos, una PDVSA que el madurismo se ha encargado de enflaquecer, hasta quedar irreconocible la pobre gallinita. Hay que pedir prestado al FMI, ya lo dije. Si no, de dónde van a salir tantos dólares, o yuanes, que los chinos (tampoco los rusos) no se andan con tonterías e igualito nos van a cobrar todo lo que le debemos.

Hay un proyecto por ahí que es el de, a cuenta de benditos y enviados por Jehová en persona, hacernos de una fuerza política para negociar algo ahí. Que los dones del Señor son inagotables.

El otro proyecto es retomar el otro, el de la Patria, tomar las ideas de la Plataforma por la defensa de la Constitución: realizar una auditoría pública, una revisión de la legitimidad de la inmensa y aplastante deuda pública contraída por irresponsables y corruptos, repatriar esos capitales mal habidos, lavados en las empresas de Panamá y en la cuentas suizas, en la captación mafiosa de la renta; insistir en transformar las estructuras de este capitalismo rentístico que tantas veces ha intentado en vano sembrar el petróleo, parar el ecocidio del arco minero, la entrega de todos los activos a los capitales transnacionales, resguardar la soberanía de verdad. De esto hablan Quijada y Visconti ¿Puro testimonio? Pues, sí. ¿Y qué hay con ello? ¿Es la primera vez que la razón la tiene una minoría? ¿Acaso la política sólo sirve para montarse en lo que hay? ¿Acaso la política no sirve también abrir nuevos caminos, así sean poquitos al principio, porque de principios se trata?

Por supuesto, está pendiente el referéndum sobre la "nueva" Constitución, que para eso hay una Constituyente, aunque en realidad sólo haya servido para dar un golpe a la institucionalidad e implantar un poder de facto sobre todas las instituciones. Los romanos y los griegos llamaban a eso dictadura, y eso que no vivieron las militares de América Latina respaldadas por el imperialismo. La Constituyente es una academia de Derecho Comparado que montó el gordo Escarrá para mostrar su inagotable sapiencia. Es la culminación de su marcha hacia Miraflores.

Los proyectos están ahí rodando. No sé cómo tocarán tierra, ni de qué manera. Mientras tanto, en las alturas, las potencias que se disputan el orden del mundo, EEUU, China y Rusia, forcejean para cogerse un pedazo de este pastel de petróleo, oro, diamantes, coltán y hasta torio. Ese es su plan. Y está avanzando. Los demás, lo que es más para nosotros porque somos parte de esto, no les importa demasiado. A nosotros, sí.

Por eso vamos a votar por el cuarto proyecto, el de la Patria.



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Jesús Puerta


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