No es fácil la tarea de enderezar el entuerto hacia el lado de la revolución, desde los conocimientos técnicos y la voluntad política que la situación actual demanda. De la masa que conforma la ANC, se sacan con pinzas aquellos nombres que podrían jugar un papel importante, en este momento estelar, a favor de la revolución socialista que comandó Chávez hasta su trágica muerte. Pero la mayoría de esos nombres, por más ambiciosos y osados que sean no están a la estatura del momento, bien por ser políticos escurridizos, por flojos cansados, por medrosos, o por carecer del conocimiento y la visión de conjunto indispensables del verdadero estadista. Fuera de la ANC el chavismo ofrece a nuestro parecer una sola opción indiscutible: Rafael Ramírez.
Rafael Ramírez no tiene que darles explicaciones a mandaderos de su actuación como ministro de petróleo y como vicepresidente, su conducta habla por él. Es evidente que de competir con Maduro en unas elecciones primarias del partido, hubiese sido un fuerte contendor para el madurismo mañoso, si no el vencedor. Pero lo sacaron del juego rápido, con acusaciones y condenas sin juicio y sin pruebas y amenazas de cárcel.
Hoy está preso Lula da Silva condenado sin pruebas por la misma razón que Ramírez, pero parece que la felonía de Temer y la villanía de la oligarquía brasilera es real y lo de Maduro y el fiscal (de ocasión) es pura justicia. Es la misma situación: son dos golpes judiciales prepagados.
La situación del país no está para que (ni siquiera) esperemos unas selecciones, las cuales afianzaran el camino para un final de tragedia. Después de ellas, y siguiendo las ofertas de los candidatos, todo será peor que ahora y que antes. Uno habla de dolarizar la economía pero no sabe cómo hacerlo…, o sí lo sabe: vendiendo el país al FMI y el BM, "privatizando todo lo que deba ser privatizado" (como diría Maduro). El otro, sin gasolina, dándole patadas a un motor que nunca arranca, porque la gasolina se la robaron y se la siguen robando los capitalistas honestos, dándose cabezazos contra el muro del egoísmo capitalista como un idiota en un manicomio. Las candidaturas no son tales, otra vez caemos en el hoyo de los oportunistas, de las elecciones sin opciones.
La única salida es convocar a los chavistas a un concilio y formar un gobierno de rescate nacional, como propone Toby Valderrama, al cual nosotros sugerimos el nombre de Rafael Ramírez para comandar la vuelta al plan de la Patria original de Chávez, pensado y discutido por Chávez y su gente de más confianza y conocimientos (a pesar de lo que digan Jaua y Maduro).
Lo principal en este momento es recuperar la industria petrolera y de su ente rector, el Ministerio de Petróleo; su producción y la unidad de sus trabajadores, volver a la política de plena soberanía petrolera, a la PDVSA de Hugo Chávez: sólo Ramírez puede hacerlo. Volver a estructurar un equipo de confianza bajo el mando de un liderazgo verdadero, considerando el desastre cometido contra los cuadros importantes de la empresa, la fragmentación, la rebatiña.
Ramírez es el que más conoce de petróleo, con más liderazgo, con más visión global del problema, su militancia política, su experiencia como presidente de PDVSA, como ministro de petróleo y canciller le da créditos suficientes para gobernar el rescate nacional a favor de toda la sociedad y en especial de los trabajadores y la gente más necesitada, abandonada por las fascinaciones capitalistas de Maduro, de querer hace una Venezuela Potencia sobre el sacrificio del humilde y más allá, de la clase media empobrecida.
La única opción distinta es conformar un nuevo gobierno chavista sobre la base del Plan de la Patria o r i g i n a l de Chávez, y eso solo lo puede hacer Rafael Ramírez, no vemos otro por ahí con la experiencia y los créditos del ingeniero.
Al "gabinete del rescate nacional" nosotros proponemos al ministro Rafael Ramírez como presidente.
Lo chavistas, peleemos por su regreso (al igual como Maduro hoy lo hizo por la libertad de Lula); aboguemos por el regreso del ministro Ramírez, con las garantías necesarias para que esto sea posible, ¡que lo dejan hablar!, ¡que se defienda ante el país!, sin censuras, en un acto público, televisado, su jerarquía así lo exige …
