Rafael Ramírez y la Ética Socialista

Decía un académico español "la ética es la disciplina que da cuenta de las opciones". La ética se ocupa de las prácticas de vida cuando son opciones conscientes y libres en sentido general. Nuestra conducta individual representaría una opción acerca de lo que consideramos bueno y malo, esa es nuestra moral. El hombre inmoral lo es respecto a una moralidad que se le impone como la buena, pero es igualmente una opción moral, inversa a otra, pero igualmente discurre en el terreno de la moral, de las prácticas de vida. Por último, la a-moralidad es una forma de escurrirse de una opción moral a la otra opción, opuesta o contraria. Bien, de acuerdo a este mapa escueto sobre ética y moral, a la burguesa, como una sociedad decadente y en descomposición, le correspondería la a-moralidad como ética, que no es propiamente moral ni ética, puesto que sus mejores adalides sociales pendulan de un extremo al otro, según les convenga, si asumir responsabilidades de sus acciones; esta conveniencia es lo propio del mundo moderno capitalista, esto es lo hegemónico en la sociedad burguesa.

Podríamos decir que la ética capitalista es la que impone el dinero y que su práctica moral es la a-moralidad; esa es la "ética hegemónica" de la cual habla Rafael Ramírez, la ética de la a-moralidad, del hombre acomodaticio, oportunista, aprovechador en busca de los favores del dinero, dice Ramírez "Todo sistema necesita una ética que lo soporte, le dé justificación y le permita avanzar en su desarrollo. Al final, cada sistema construye o tiene una ética propia, que genera una sociedad y una conducta, que la caracteriza por un período histórico o un momento político que, tarde o temprano, será sustituido por otro con otra ética"

Esa conducta que genera la "ética hegemónica", en estos tiempos, se conoce como la espiritualidad capitalista, es el egoísmo a ultranza, es el individualismo a ultranza, la mezquindad, la codicia de lo que no poseemos; la persecución del prestigio que concede el lujo, la esperanza sostenida de ser "alguien importante en la vida" por acumular corotos, vivir con la mirada puesta siempre hacia lo alto. Es esa la misma espiritualidad que hemos alimentado en estos cuatro años, así muchos no lo entiendan bien.

No es fácil concebir lo que nuestro quehacer cotidiano contradice insistentemente. Si nuestra inteligencia se obstruye es porque no tenemos las ideas tan claras en la piel. Este asunto de la ética no es tan complicado cuando actuamos apegados a valores y a ideales; cuando no lo hacemos así, todo es confuso. Por ejemplo, lo que no entendemos molesta, pero molesta en el cuerpo. Rafael Ramírez toca el meollo del problema al referirse al descalabro de la ética, no de su ética de la ética, del simple hecho de entender qué es ésto.

Que su conducta diste de haber sido cien por ciento valiente y honesta con este asunto de la corrupción no quiere decir que él no sea valiente y no sea honesto al referirse a al tema de la ética. El solo hecho de entender la importancia de esto supone un ejercicio de consciencia importante, se expone, como no lo hace ninguno en el gobierno. La mayoría habla de ética partiendo del hecho de que ellos mismos son éticos, o saben de lo que está hablando, nunca tocan el tema, solo lo utilizan para juzgar (o para decir que no entienden). Para el común de las gentes les es más sencillo culpar de los problemas y de sus propios problemas a los otros, porque se sienten buenos, buenas personas (así paguen por uno cauchos robados). Para el común (y solo sobra con verlos en acción) le es más fácil entender y obedecer al "sentido común" que pensar con un poco de más profundidad, y el problema ético está en lo profundo de toda acción y toda decisión.

La ética que soporta el sistema burgués capitalista (nuestra ética encarnada) es el dinero, una falsa ética, la ética de que todo se puede comprar o vender. Sobre esa base es fácil reducir nuestros problemas personales a tener o no tener dinero, lujos o cosas materiales. Es la ética de lo que llama Toby Valderrama "El Dakazo", la posibilidad de comprar mucho y más barato, de cualquier cosa, para luego venderlo y ganarse unos reales.

Sin embargo para vencer una "ética hegemónica" como es la espiritualidad burguesa capitalista, hace falta mucho más que repartir comida, dinero, o vender lavadoras baratas (al contrario, eso reforzaría esa falsa "ética" y esa "práctica", o sea esa a - m o r a l i d a d), se requiere un cambio de conducta radical, forjar una moral, una conducta consciente que vaya en dirección contraria al espíritu mercantilista, egoísta e individualista, "En la sociedad -dice Ramírez- todo individuo adopta una moral, propia, individual, que le da soporte a la ética hegemónica, pero que, cuando se diferencia de ésta y se transforma en conciencia y acción política, prefigura el cambio hacia un nuevo sistema." Es esto lo que vale la pena, entre otras, del artículo de Rafael Ramírez, mostrar que el verdadero esfuerzo revolucionario está en una acción consciente por cambiar moralmente y construir con ello una ética totalmente diferente, la ética socialista, de la cooperación, la solidaridad, y de la revolución de todos los valores burgueses, los cuales, para resumir, son los siete pecados capitales y algunos vicios más.

Cualquier acción humana consciente y responsable es un acto válido tanto moralmente como válido éticamente, es una opción de vida. Puede que sea inmoral respecto a otras creencias honestas, pero es un acto éticamente válido. Pero un delito que se escuda o se "limpia" en el sistema judicial y no en la consciencia es peor que inmoral; es a-moral, depende de tecnicismos legales, influencias, de dinero, del poder, NO ES ético y No ES moral. Esto es lo propio del sistema burgués capitalista, su a-moralidad, su carencia de ética; precisamente, desde esa seudo base moral se juzga y se condena actos valientes y revolucionarios, desde la hipocresía y pacatería burguesa, la que arrastramos todos inconscientes, incongruentes, alienados.

Una revolución socialista es una revolución moral y ética; lo que es moral para el burgués (lo que es moral para el burgués se mueve a conveniencia, nunca se sabe qué es) es inmoral para el socialista, y viceversa. En el ínterin hacia el socialismo, se suele decir, la vieja sociedad burguesa se niega a morir, conservando sus anti valores, su espíritu hipócrita, mientras la sociedad por venir no acaba de nacer, luchando en contra de esos valores o antivalores. Ese es el verdadero terreno de la lucha revolucionario. Fuera de la lucha de consciencia, espiritual, moral, todo lo demás es confuso.

Para un revolucionario romper una ley burguesa es casi que su obligación, pero en tiempos de transición todavía son muchos los camaleones y miedosos, oportunistas que hacen votos de fidelidad al dinero y a la comodidad más que a la revolución; el revolucionario verdadero da la cara, se expone, él con su consciencia, y eso le cuesta la traición, la delación, el juicio hipócrita de muchos escondidos detrás de leyes, formalismos, desde una corbata hasta un miserable cargo gubernamental. Frente a la valentía y el aliento de los verdaderos revolucionarios, los cansados y medrosos cuentan con la vieja sociedad y su espíritu encarnado pero seco, solo necesitan regarlo un poco de odio y envidia.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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