La Doctrina Bush y el tercer golpe de Estado

"La gran forma de conducirnos con las naciones extranjeras es ­
en extensión a nuestras relaciones comerciales - tener con ellas
la menor conexión política posible."
George Washington: "Farewell Address to the American People", 1796.

"No hay nada más disparatado que creer que la guerra puede ser
evitada por la guerra. Por la guerra no se puede evitar más que la paz."
Harry S. Truman: Memorias. 1948.

"En el mundo al que hemos entrado, el único camino hacia la
seguridad es el camino de la acción; y nuestra nación actuara."
George W. Bush: West Point, 1 de Junio de 2002

La oposición venezolana insiste en su deseo de materializar un golpe de Estado contra el gobierno legitimo y democrático de Hugo Chávez. Esta vez enfila sus baterías hacia una intervención norteamericana amparada bajo la nueva "Estrategia de Seguridad Nacional", mejor conocida como "Doctrina Bush." En este sentido, se ha venido produciendo una serie de declaraciones de manera sistemática en Venezuela, Colombia y Estados Unidos señalando al gobierno venezolano de auspiciar un "Estado Forajido" que ofrece albergue a grupos catalogados por la administración Bush como terroristas, con el objetivo de provocar la invocación de la "Doctrina Bush" sobre Venezuela con el apoyo de la derecha colombiana y la oposición pitiyanqui, reaccionaria y neoliberal de Venezuela.

De doctrina en doctrina

Desde finales del siglo XIX, la política exterior norteamericana ha sido esencialmente la misma. La "Doctrina Monroe" de 1823 que surgió como respuesta a las pretensiones de la Santa Alianza europea de intervenir en los estados independientes de América del Sur para reinstaurar sus colonias al servicio de Fernando VII, inició el camino hacia la ruptura definitiva con la tradición aislacionista de la política exterior norteamericana que se produciría cuando el presidente Wilson involucró a su país en la primera Guerra Mundial. En su "Farewell Address to the American People", documento publicado por el American Daily Advertiser de Filadelfia el 19 de Septiembre de 1796 y endorsado por John Adams, Thomas Jefferson, James Madison y otros miembros fundadores de la republica, George Washington delineaba los principios del beneficio mutuo y comercio pacífico con el resto del mundo, "sin forzar nada", y recomendaba evitar inmiscuirse en los asuntos políticos y conflictos de otras naciones, pero permanecer fuertes y preparados para la defensa de cualquier ataque.

Durante la crisis Anglo-Americana de 1895-96, el presidente norteamericano Grover Cleveland invocó la "Doctrina Monroe" y exigió a Gran Bretaña que desistiera de sus pretensiones de adjudicarse una larga porción del territorio venezolano en la frontera con la Guyana Británica, y sometiera la disputa al arbitraje internacional. El fuerte lenguaje utilizado por Cleveland fue interpretado como un ultimátum que pudo muy bien haber desatado una guerra entre las dos potencias. De acuerdo al catedrático Christopher Layne, "Estados Unidos estaba dispuesto a pelear contra Gran Bretaña si fuese necesario para establecer su supremacía sobre el hemisferio occidental." (La Feber y May en Layne 1994) Sin embargo, algunos historiadores señalan que el conflicto nunca estalló porque "Gran Bretaña estaba restringida de ir a la guerra al no tener una distribución favorable de sus capacidades militares" (Layne 1994), mientras que otros estiman que el hecho de compartir un idioma, historia y cultura fue un factor decisivo que evitó un conflicto de grandes proporciones.

No obstante, la "Doctrina Monroe" no fue siempre utilizada como una política defensiva frente a Europa, sino como lo manifiesta acertadamente el catedrático Manuel Salgado Tamayo (2002) en su trabajo "El Plan Colombia y el ALCA", "una amenaza contra cualquier pretensión de cerrar el paso al expansionismo norteamericano", convirtiéndose así en un instrumento imperialista que bajo la tesis de la "responsabilidad global" desplazaba la política aislacionista de "evitar enredos políticos" con otras naciones. En este sentido, Salgado Tamayo destaca la guerra contra México en 1846 y 1948 en la que Estados Unidos se adjudico Texas, Arizona, Nuevo México, California, Nevada, Utah y parte de Wyoming; la Guerra Hispano Norteamericana de 1898 en la que logra apoderarse de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam; y el Tratado Hay-Bunau Varilla de 1903 con el cual consigue la división del territorio colombiano para crear artificialmente a Panamá y hacerse del control de la construcción y posterior administración del canal, así como de todos los asuntos geoestratégicos de la región centroamericana y del Caribe.

En 1904, el "Corolario Roosevelt" vino a legitimar el carácter intervencionista de la "Doctrina Monroe" al establecer que cualquier país podría ser invadido por Estados Unidos si no actuaba "con una eficacia razonable y con el sentido de las conveniencias en materia social y política, si mantiene el orden y respeta sus obligaciones..." En este sentido, el presidente Teodoro Roosevelt, señalaba que "la injusticia crónica o la importancia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden exigir a fin de cuentas, en América o fuera de ella, la intervención de una nación civilizada y, en el hemisferio occidental, la adhesión de los Estados Unidos a la doctrina de Monroe puede obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un poder de policía internacional." A partir de esta posición imperialista se produjeron, de acuerdo a las investigaciones del periodista e historiador argentino, Gregorio Selser (1922-1991), más de 10 mil ocupaciones, agresiones y desembarcos en América Latina.

En lo sucesivo, la política exterior norteamericana hacia América Latina cambiará de nombre de acuerdo a las circunstancias políticas del contexto internacional: la "Unión Panamericana" de 1910, la política del "Buen Vecino" bajo la cual se crearon la OEA y el TIAR, y la "Alianza para el Progreso" promovida por el presidente John F. Kennedy en la cual se planteaba el desarrollo de la región latinoamericana. Esta formula progresista, aunado al acercamiento con el régimen de Fidel Castro [i], el eventual retiro de las tropas norteamericanas de Vietnam y la promoción de los derechos civiles de las minorías negras que ponía fin a la política segregacionista, representaban, sin lugar a dudas, una amenaza para el sector reaccionario de la política norteamericano. Estas contradicciones fueron resueltas mediante un golpe de Estado magnicida que saco a Kennedy del poder y le dio un vuelco radical a la política exterior norteamericana. En este sentido, el presidente Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger, se encargaron de profundizar la intervención norteamericana en América Latina con el financiamiento y apoyo irrestricto a los regímenes totalitarios de derecha, golpes de Estado, asesinatos de lideres políticos de izquierda y la aplicación del "Plan Cóndor", que tal y como lo había advertido el Libertador Simón Bolívar, "plagó la América de miseria a nombre de la libertad."

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética emergieron como las dos potencias mundiales, pero sus diferencias ideológicas las llevarían a una pugna de intereses que devino en lo que hoy conocemos como la Guerra Fría. Para enfrentar el nuevo escenario internacional, Estados Unidos elaboró la "Doctrina Truman" de 1948, la cual consistió en facilitar apoyo financiero y logístico a todos aquellos países que se distanciara de la influencia comunista. Asimismo, la administración Truman estableció la política de "contención" que consistió en el crecimiento desproporcionado de la capacidad militar nuclear con el objetivo de neutralizar la expansión soviética y limitar su área de influencia a los territorios que ya dominaba.

Con el fin de la Guerra Fría tras la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, surgió la noción del "fin de la historia" de Francis Fukuyama que suponía la consolidación del capitalismo y estabilización del sistema internacional. En este contexto de post-Guerra Fría, la política exterior de Reagan y Bush padre se basó en la promoción del neoliberalismo en América Latina como la base fundamental para la creación del "Mercado Común de las Américas", conocido hoy como ALCA, cuyo aspecto político y militar fue auspiciado por Bill Clinton a través de la guerra contra el narcotráfico y la aplicación del "Consenso de Washington" que contemplaba la homogenización de las economías regionales de acuerdo al paradigma neoliberal. Esta fracasada política dejó el terreno abonado para que el nefasto gobierno de George W. Bush profundizara la implementación del "Plan Colombia" y diera pasos definitivos hacia la materialización del ALCA. Ambas iniciativas se acelerarían notablemente tras el ataque terrorista perpetrado contra Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, aunque el centro de gravidez de la política exterior norteamericana se encontrara en el Medio Oriente.

La Doctrina Bush

En su primera alocución publica tras el ataque terrorista del 11 de septiembre, el presidente Bush anunció una "monumental batalla entre el bien y el mal", y quien no estuviera al lado de Estados Unidos, estaría a favor del terrorismo. De esta manera se comenzaba a hilvanar la no-tan-nueva "Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos" (20 de septiembre de 2002), mejor conocida como "Doctrina Bush", elaborada por una logia neoconservadora integrada por el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y los ideólogos reaccionarios Karl Rove y Paul Wolfowitz, vicesecretario de Estado que en 1992, inmediatamente después que Bill Clinton venciera en las elecciones presidenciales al padre de Bush, escribió un documento en el que se establecían los parámetros estratégicos hacia la consecución de un nuevo orden mundial bajo el mando supremo de Estados Unidos. El documento titulado "Defence Planning Guidance" considera que Estados Unidos debía "impedir la competencia de quienes aspiren a jugar un papel preponderante en el ámbito regional o global", y contemplaba el uso de armas nucleares, biológicas y químicas de manera preventiva, "aun en conflictos en los que los intereses estadounidenses no estén directamente amenazados." (Ed Vulliamy: "Two men driving Bush into war." The Observer, 23 de Febrero de 2003) De esta forma se planteaba por primera vez el "ataque preventivo" como el eje fundamental de una política de seguridad y defensa que diez años mas tarde seria la base de la nueva política exterior norteamericana, distanciándose radicalmente de la política de "contención" puesta en práctica desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

En septiembre de 2000, un proyecto secreto titulado "Reconstruyendo las defensas de Estados Unidos: para el nuevo siglo" elaborado por Cheney, Wolfowitz, Rumsfeld, Jeb Bush, Lewis Libby y demás miembros del grupo reaccionario "Project for the New American Century", proponía el mantenimiento y expansión de una "Pax global Americana" y "la preeminencia de las fuerzas militares estadounidenses." Para ello, el documento establecía cuatro misiones fundamentales para las fuerzas militares estadounidenses: 1) defender el territorio americano; 2) pelear y ganar decididamente múltiples y simultáneos teatros de guerra; 3) ejercer las tareas de ‘gendarme’ asociadas a la construcción de un clima de seguridad en regiones criticas; y 4) transformar las fuerzas estadounidenses para explotar la ‘revolución en asuntos militares’ que asegurara una superioridad a largo plazo a través de la aplicación de tecnologías avanzadas y el mejoramiento de las capacidades militares. En este sentido, el documento urge mantener la superioridad estrategia nuclear, restituir la fuerza del personal militar, reposicionar las fuerzas militares estadounidenses para responder a las realidades estratégicas del siglo 21, modernizar las fuerzas militares de manera selectiva, desarrollar e instalar mísiles globales de defensa para defender a Estados Unidos y sus aliados, y controlar el nuevo espacio común internacional y el ciberespacio. El documento también señala que si bien la estrategia estadounidense había sido contener la expansión soviética durante la Guerra Fría, los retos de hoy requieren asegurar y expandir "las zonas de paz democrática", impedir el surgimiento de nuevos poderes rivales que compitan con la superioridad estadounidense, defender las regiones clave, preservar el predominio norteamericana a través de la transformación de la guerra realizada con nuevas tecnologías, y dar forma al orden de seguridad internacional de acuerdo con los principios e intereses estadounidenses... tan pronto como sea posible.." Asimismo, el documento se refiere a la necesidad de mantener el liderazgo de las misiones pacificadoras en Estados Unidos y no en las Naciones Unidas, auspiciar el proceso de democratización en China, preparar "nuevos métodos de ataque electrónico, no letal, biológico… capaces de atacar genotipos específicos", y calificar a Corea del Norte, Libia, Siria e Irán como regímenes peligrosos cuya existencia "justifica la creación de un sistema de control y mando en todo el mundo." (Neil Mackay: "Bush planned Iraq 'regime change' before becoming President" Sunday Herald de Escocia, 18 de Septiembre de 2002)

Según este documento, para llevar a cabo tan ambicioso proyecto, Estados Unidos requiere proveer suficiente fuerza y recursos presupuestarios al aparato militar. En este sentido, se recomienda incrementar gradualmente el gasto de defensa para llevarlo a un mínimo de 3,5 o 3,8 puntos del Producto Interno Bruto, lo cual le agregaría de 15 a 20 millardos de dólares al gasto anual de defensa. No obstante, el documento señala que una transformación de las capacidades militares de esta magnitud sería un proceso largo, por lo que un incremento masivo del gasto militar requería de "un evento catastrófico y catalizador, - un nuevo Pearl Harbor."

Y como arte de magia, exactamente un año mas tarde, y pese a todas las advertencias realizadas por la CIA y diversos servicios de inteligencia, se producía el ataque terrorista del 11 de septiembre que le daría puerta franca a la promulgación e implementación de la "Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos" elaborada por la logia neoconservadora que maneja la defensa, seguridad estratégica y política exterior de la administración Bush.

El 1 de Junio de 2002, durante el acto de conmemoración de los 200 años de la academia West Point, el presidente Bush señalaba la "irrelevancia" de la política de contención y disuasión practicada por Estados Unidos durante la Guerra Fría en la tarea de "desmantelar células terroristas" en mas de 60 países, y la necesidad de "llevar la guerra hacia el enemigo, destruir sus planes y confrontar la peor de las amenazas antes de que ésta emerja." Para Bush, "en el mundo al que hemos entrado, el único camino hacia la seguridad es el camino de la acción; y nuestra nación actuara." (The Observer, 16 de Marzo de 2003) De esta manera, el presidente Bush expresaba las líneas generales de la "Doctrina Bush", la cual establece "la libertad, democracia y libre empresa" como el "único modelo sostenible" a ser alcanzado a través de guerras ilimitadas, unilaterales y "preventivas", ejecutadas contra " terroristas y tiranos" así como contra "redes oscuras de individuos" que planeen ataques "inminentes" con "tecnología moderna." Esta nueva noción de "seguridad" cambia "drásticamente" la manera de "defender" a Estados Unidos de sus "enemigos." En este sentido, "Estados Unidos hará responsables a aquellos países comprometidos con el terrorismo, incluso aquellos que dan refugio a terroristas - porque los aliados del terrorismo son enemigos de la civilización... Y, como una cuestión de sentido común y de autodefensa, Estados Unidos actuará contra esas amenazas en surgimiento antes de que éstas terminen de formarse... En el nuevo mundo en que hemos entrado, el único camino hacia la paz y la seguridad es el de la acción." A diferencia de lo que aconsejaba sabiamente el prócer norteamericano George Washington, la política exterior trabajará "activamente para llevar la esperanza de democracia, desarrollo, mercados libres y libre comercio a todos los rincones del mundo..." Aunque esta política fue concebida por la logia neoconservadora de la administración Bush en septiembre de 2000 sobre la base de ideas y proyectos que vienen hilvanándose desde 1992, esta pretensión imperialista llamada "Doctrina Bush" es justificada bajo el pretexto del ataque terrorista del 11 de septiembre, que según el presidente estadounidense, demostró que "estados débiles, como Afganistán, pueden representar un peligro tan grande para nuestros intereses nacionales como los estados poderosos... la pobreza, las instituciones débiles y la corrupción pueden hacer que los estados débiles sean vulnerables a las redes de terroristas y a los carteles narcotraficantes dentro de sus fronteras."

De acuerdo al catedrático norteamericano, James Petras ("Doctrina Bush: la construcción desenfrenada del Imperio" Rebelión, 7 de octubre de 2002), el objetivo de las amenazas de Bush proferidas en su doctrina es "la conquista global... y todo país, grande o pequeño, que no acepte o apoye la conquista imperial de Estados Unidos se convierte en un enemigo." Según Petras, la "Doctrina Bush" no esta diseñada únicamente contra terroristas activos y fuertemente armados, sino que también "prevé destruir ‘planes’ y ‘amenazas emergentes’… discusiones, ideas, debates… licencia para asesinar a todo ‘radical’ asociado con ‘tecnologías peligrosas’."

La invasión a Irak

Desde el inicio de su mandato, la administración Bush puso en practica los primeros pasos de su doctrina aislacionista. Sin pudor alguno, Estados Unidos abandonó el Protocolo de Kyoto, se negó a firmar el tratado que establece la Corte Penal Internacional, se retiró unilateralmente del Tratado de Mísiles Antibalísticos que tenía con Rusia, se desentendió del conflicto palestino-israelí, desestimó el problema sobre inmigración ilegal que le planteaba México y puso en el congelador la política de "compromiso constructivo" que mantenía con China.

Bajo la premisa de que "la agresión es la mejor defensa", Estados Unidos se enfrentó a Francia, Rusia, China, Alemania y al resto de la humanidad a fin de llevar a cabo una invasión imperialista a Irak violentando flagrantemente el sistema internacional que obliga el consentimiento del Consejo de Seguridad de la ONU para llevar a cabo este tipo de acción militar, y que jamás habría sido aprobada por falta de pruebas fehacientes que demuestren que Irak planeaba ataques inminentes con armas de destrucción masiva y por el resultado satisfactorio que habían tenido los inspectores de la ONU bajo el liderazgo de Hans Blix en organizar y monitorear satisfactoriamente el desmantelamiento las capacidades militares de Irak no permitidas por la ONU.

Tal y como lo establece la "Doctrina Bush", el objetivo de Estados Unidos no es desarmar a Irak sino derrocar a Saddam Hussein y producir un "cambio de régimen" que "contagie" al Medio Oriente con la "democracia occidental" y "libre mercado", y de esta manera lograr pleno acceso al suministro de petróleo barato y posterior desmantelamiento de la OPEP asi como expandir su hegemonía en el Medio Oriente y sureste Asiático. Esta invasión ya había sido delineada mucho antes del ataque terrorista del 11 de septiembre. El documento "Reconstruyendo las defensas de Estados Unidos: para el nuevo siglo" escrito en septiembre de 2000 y que sirve de inspiración a la "Doctrina Bush", sugiere que Kim Jong II en Corea del Norte y Saddam Hussein en Irak pueden comenzar una guerra utilizando armas biológicas y nucleares, y que los Estados Unidos debe no solo vencer estos ataques sino sacar a estos regímenes del poder y conducir operaciones de estabilidad en la post-guerra. Asimismo, el documento señala que Estados Unidos ha buscado por décadas jugar un papel predominante en la seguridad del Golfo Pérsico, y en este sentido resalta que "mientras el conflicto sin resolver con Irak provee una justificación inmediata" para intervenir, "la necesidad de mantener una presencia estadounidense sustancial en el golfo trasciende el asunto del régimen de Saddam Hussein." (The Observer, 16 de Marzo de 2003)

En su estupendo articulo "Things to Come" publicado por The New York Times el pasado 18 de Marzo, el catedrático Paul Krugman sostiene que ya es del dominio publico que la guerra en Irak es producto de la "invención de un grupo de intelectuales neoconservadores, quienes lo ven como un proyecto piloto" al que le seguirán Irán, Siria y Corea del Norte ya que la "Doctrina Bush" esta diseñada para la ejecución de una serie de guerras que conlleve a un "cambio de régimen" en los países catalogados como terroristas o que le den albergue al terrorismo, aun como en el caso de Irak, no existan evidencias claras de alguna conexión con la organización al-Qaeda. Por su parte, el analista George Friedman de la organización reaccionaria de inteligencia Stratfor asegura que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, "es el próximo en la agenda militar de Bush." ("Oil war: 23 years in the making", Toronto Star, 9 de Marzo de 2003)

El tercer golpe

Inmediatamente después de producirse el golpe de Estado del 11 de abril contra el gobierno de Venezuela, la administración Bush manifestó que "las acciones antidemocráticas ejecutadas o alentadas por el gobierno de Chávez provocaron la crisis en Venezuela", con lo cual exoneraba de toda culpa a la logia cívico-militar neoconservadora que secuestró al presidente y disolvió la Asamblea Nacional y Poder Judicial. Estados Unidos prefirió referirse al "golpe" como un "cambio de régimen" ya que según el vocero presidencial, Ari Fleisher, "Chávez había perdido su trabajo por el mensaje que le envió a su pueblo." (Richard Prasad: "One Wild Weekend in Venezuela" 20 de Abril de 2002) De acuerdo a distintas fuentes, miembros de la administración Bush se reunieron en mas de una ocasión con la coalición cívico-militar que organizaba el golpe de Estado, y aunque Estados Unidos asegura haber manifestado en todo momento que la oposición debía respetar la constitución, un oficial del Departamento de la Defensa admitió que el mensaje no había sido claro ya que nunca "disuadimos a estas personas", dando a entender que si bien no participarían directamente en el "cambio de régimen" se harían la vista gorda con el resultado de la operación. De acuerdo al periodista Richard Prasad, "el apoyo tácito al régimen de Carmona tuvo mucho que ver con la economía y política del petróleo." La política petrolera de Chávez ha consistido en fortalecer a la OPEP por medio de la restricción de la oferta de crudos a fin de provocar un alza en los precios del barril en lugar de dejar que las fuerzas del mercado determinaran su precio real, como seguramente habría sido la política de Carmona satisfaciendo así los deseos de la administración Bush.

Varios países de América Latina se plegaron a la posición de Washington. El periodista uruguayo, Aram Rubén Aharonián, revela en su crónica "Venezuela: Un golpe con olor a hamburguesa, jamón y petróleo" del 28 de abril de 2002, que César Gaviria sugirió ante el Consejo Permanente de la OEA "que como el gobierno de Chávez había sido depuesto, el embajador Valero no debía entrar a la reunión. La noticia se la transmitió el representante chileno Esteban Tomic y la presidenta del Consejo, la salvadoreña Margarita Escobar. Estados Unidos, Ecuador, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Colombia hacían esfuerzos para que se reconociera el gobierno de facto, mientras que México, Argentina y Brasil —con el apoyo unánime de los países caribeños— insistían en el estreno de la Carta Democrática. Estos países se molestaron por segunda vez con Gaviria cuando notificó que el gobierno de Carmona había destituido a Valero, y fue el representante de Barbados quien le increpó por servir de enlace entre los golpistas y la OEA, y por ordenar el cese de funciones de un embajador sin que se cumplieron los respectivos trámites." Finalmente se impuso la posición democrática y la OEA aplicó por primera vez su Carta Democrática a favor del depuesto gobierno, mientras el pueblo Venezolano junto a la FAN restituían la institucionalidad democrática.

La posición del gobierno norteamericano y sus países aliados frente al golpe de Estado en Venezuela demostró que el "cambio de régimen" de la "Doctrina Bush" poco tiene que ver con los principios democráticos universales, pero sí con la seguridad estratégica de Estados Unidos. En este sentido, Joel Sangronis Padrón ("La coordinadora democrática de Irak" Panorama, 18 de Marzo de 2003) sostiene que "Estados Unidos necesita controlar las reservas petroleras del Medio Oriente (y del mundo), no sólo para reactivar su economía, cuyo desempeño en los dos últimos años ha sido negativo, sino también -y esto quizás es lo más importante- para sustentar su posición de dominio frente a sus competidores comerciales (y eventualmente militares en un futuro), Europa, Japón y China; esta última sería la razón de la oposición de Francia y Alemania a la agresión a Irak." En efecto, la base teórica de la "Doctrina Bush" exige, como lo vimos anteriormente, "preservar el predominio norteamericano, y dar forma al orden de seguridad internacional de acuerdo con los principios e intereses estadounidenses." Tal y como lo ofrecía Carmona Estanga, y ahora la Coordinadora democrática, miembros del Congreso Nacional Iraquí "han adelantado que al establecerse el nuevo gobierno desconocerán todos los contratos petroleros firmados por el actual régimen y privatizarán y entregarán la explotación petrolera a un consorcio integrado exclusivamente por firmas norteamericanas. De igual forma revisarán la permanencia de Irak en la OPEP y por supuesto, ajustarán su producción a las necesidades de los EEUU."

Ante el fracaso del golpe de Estado mediante el saboteo criminal contra la industria petrolera, y la inminente extinción de la misión facilitadota de Cesar Gaviria que buscaba promover una "salida electoral" y provocar un "cambio de régimen" en Venezuela, Estados Unidos ha quedado al margen de la dinámica política venezolana. Es por ello, que la administración Bush se apresuró a integrar el grupo de países amigos de Venezuela que comenzaba a tomar cuerpo bajo el liderazgo de Brasil, país al cual estamos "hermanados ideológicamente por un proyecto de transformación que busca la dignificación del ser humano." (Alo Presidente, 2 de Marzo de 2003) No obstante, el gobierno de Lula ha impedido que Estados Unidos utilice al "Grupo de Amigos" como un instrumento para el derrocamiento del presidente Chávez. De acuerdo al propio canciller brasilero, Celso Amorim, la idea fue "crear un grupo que sea efectivamente de apoyo al secretario general de la OEA, pero que al mismo tiempo ofrezca una perspectiva que hoy parece que no existe, o que no está clara, de una solución negociada, consensuada, con base en la Constitución, sin rupturas en Venezuela", con lo cual quedaba establecido el marco de acción de este grupo. Asimismo, Marco Aurelio García, asesor de Lula en asuntos internacionales, se opuso rotundamente al adelanto de elecciones en Venezuela argumentando que la misma no era constitucionalmente viable, complicada y difícilmente podría resolver la situación política en un país que requiere ante todo vencer la intolerancia.

Al quedar minado el camino hacia un "cambio de régimen" en Venezuela a través del "Grupo de Amigos", se produce una serie de declaraciones de manera sistemática en Venezuela, Colombia y Estados Unidos en las que se señala a la frontera colombo-venezolana como la zona "donde se concentra la mayor cantidad de organizaciones ilegales, principalmente miembros de las FARC y paramilitares" (Tal Cual, 13 de Marzo de 2003), con lo cual se pretende crear una matriz de opinión que presente a Venezuela como un "Estado Forajido" que ofrece albergue a grupos catalogados por la administración Bush como terroristas que justifique la invocación de la "Doctrina Bush", que como vimos anteriormente, establece que "los Estados débiles pueden ser tan peligrosos para nuestro interés nacional, como los Estados fuertes", y que las amenazas contra la "democracia y libertad económica" por parte de "terroristas y tiranos" así como de "países comprometidos con el terrorismo, incluso aquellos que dan refugio a terroristas", serán combatidas militarmente a través de guerras ofensivas "preventivas." Para llevar a cabo esta estrategia golpista, la oposición reaccionaria habría contado nuevamente con el apoyo de Estados Unidos. El presidente del comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes estadounidense, Henry Hyde, ya había iniciado una ofensiva contra el gobierno de Chávez cuando advirtió el pasado año sobre la constitución de un "Eje del Mal" en el continente americano conformado por Castro, Chávez y Lula, el cual podría obtener rápidamente armas biológicas provenientes de Cuba y un arsenal nuclear construido por Brasil. [ii] Asimismo, Gina María Ramírez ("Powell en Bogotá con golpistas venezolanos", Diciembre de 2002) argumenta que el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, se habría reunido con Pedro Carmona y otros golpistas venezolanos en el Hotel del Fondo de la Policía Nacional durante su visita a Bogota el 4 y 5 de diciembre del pasado año. Según Ramírez, a esta reunión habrían asistido "el general colombiano [Mora Rangel], Colin Powell, la Embajadora Patersson, Pedro Carmona, el comandante de la Fuerza Aérea [Colombiana, general Velasco], el director de la Nueva Central Nacional de Inteligencia militar, Rosso José Serrano, dos delegados de la plaza Altamira, dos directores de medios venezolanos y directores y enviados de dos diarios, una revista y una Cadena Radial de Colombia." Inmediatamente después, un medio de comunicación colombiano anunciaba que "las FARC ya están en Caracas", coincidiendo con los reiterados señalamientos que hacia al respecto el general golpista venezolano Enrique Medina Gómez. Recientemente, el mismo Powell elogió el "compromiso total" del presidente Uribe "para limpiar Colombia de narcoterroristas y narcotraficantes, y de todos aquellos que intentan destruir la democracia colombiana", pero no mencionó los esfuerzos de Venezuela por erradicar las actividades irregulares en la frontera. Asimismo, el presidente del Comando Sur de Estados Unidos, general James. T. Hill, manifestó ante el Senado norteamericano que "el presidente venezolano Hugo Chávez, estaba llevando a su país a un régimen cada vez más autoritario" por lo que recomendó "observar el proceso más detenidamente" tal y como se lo pidió a su propio personal militar. (Panorama, 14 de Marzo de 2003)

En este contexto intervencionista se inscribe la insistencia del gobierno Colombiano para que Venezuela, Brasil y Ecuador, países que comparten su frontera y cuyos gobiernos discrepan de la política hegemónica norteamericana, declaren a las FARC como grupo terrorista. No obstante, los gobiernos de Chávez, Lula y Gutiérrez se han negado a ello, y aunque han dejado claro que esta posición no significa "una expresión de respaldo o solidaridad con ese grupo irregular", para la oposición implica tácitamente que el gobierno de Venezuela provee albergue a los grupos insurgentes del vecino país. En este sentido, el sector reaccionario de la oposición venezolana que ha tenido una participación activa en los recientes intentos por derrocar al gobierno venezolano, realizó una manifestación de protesta frente a la Embajada de Estados Unidos en Caracas exigiendo que la administración Bush reconociera el "terrorismo de Estado" practicado por el presidente Chávez, a lo que la embajada norteamericana respondió ofreciendo asistencia "en material de videoconferencia para elevar el mensaje internacionalmente." (Unión Radio, 19 de Marzo de 2003)

Conclusión

Estados Unidos ha venido combinando la coerción militar e inducida de manera intelectual, moral y cultural para asegurar el "consenso espontáneo", político e ideológico por parte de los grupos subordinados de América Latina a fin de asegurar el libre acceso a los recursos naturales y energéticos así como al gran mercado que representa la región suramericana. En este sentido, la administración Bush parece dispuesta a provocar un "cambio de régimen" en Venezuela que facilite la cruzada hegemónica norteamericana, aunque para ello deba también enfrentar a Brasil y a los movimientos populares democráticos que han surgido recientemente en México, El Salvador, Ecuador, Bolivia, Argentina y Uruguay.

Aun cuando el golpe de Estado del 11 de abril demostró que la política intervencionista de Estados Unidos ha sido esencialmente la misma durante mas de un siglo, los métodos para instrumentarla han cambiado de acuerdo a la visión idealista o realista que del contexto político internacional tengan los representantes demócratas o republicanos respectivamente. Si bien resulta difícil concebir una invasión militar a Venezuela con las mismas características de la que ahora se cierna sobre Irak, la administración Bush no desistirá en forzar un "cambio de régimen" en Venezuela tal y como lo propone su nueva doctrina, con el apoyo irrestricto de la derecha colombiana y la oposición golpista venezolana. La estrategia que hoy persiguen estos grupos reaccionarios es la de concebir una patraña mediática que involucre al ejecutivo con las guerrillas insurgentes del vecino país, y así abonar el terreno para la invocación de la "Doctrina Bush" que legitime una intervención diplomática por medio de la OEA provocando la dimisión del presidente Chávez, con lo cual se produciría de facto un tercer y definitivo golpe de Estado.

Antonio Guillermo García Danglades

Internacionalista
agd1967@yahoo.com


[i] De acuerdo a Peter Kornbluh ("JFK & Castro: The Secret Quest For Accommodation" Cigar Aficionado, 16 de Agosto de 1999), documentos recientemente desclasificados por el gobierno estadounidense, revelan que en la primavera de 1963, posterior a la Crisis de los Cohetes, la administración Kennedy y el gobierno de Fidel Castro iniciaron una serie de conversaciones secretas a través del intermediario estadounidense, James Donovan, con el objetivo de lograr un acercamiento que aliviara el conflicto entre estos dos países y normalizara las relaciones bilaterales.

[ii] A mediados de 2002, la administración Bush agregó a Cuba a su "Eje del Mal" ya que dice tener pruebas que comprometen al gobierno de castro con la investigación y desarrollo de un programa para el desarrollo de armas biológicas, y que "ha proporcionado tecnología de uso mutuo a otros estados parias." (BBC, 7 de Mayo de 2002) Asimismo, el congresista Hyde advierte en una carta dirigida al presidente Bush que el presidente Lula de Brasil ha indicado "un interés en revivir el programa de armas nucleares en Brasil, el cual desde 1965 a 1994 no solamente perdió enormes recursos, que habrían podido ayudar a solventar problemas de los más pobres, pero que únicamente tuvo éxito en diseñar una bomba nuclear de 30 kilotón, la cual podría ser rápidamente puesta a prueba si el programa se retoma…. Existe un prospecto real que Castro, Chávez y Lula da Silva, podrían constituir un axis diabólico en las Américas, que puede tener armas nucleares y mísiles balísticos (los cuales Brasil ha desarrollado en 1990)."



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Antonio Guillermo García Danglades


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