Faltando cinco días para las presidenciales, es obligatorio que las venezolanas y los venezolanos reflexionemos sobre la significación histórica que tiene el voto en esta coyuntura tan particular de la vida republicana. Este es uno de esos momentos cruciales de la vida de las naciones, que hace del sufragio el medio pacífico efectivo para rescatar la democracia y reafirmar la soberanía ante las amenazas externas.
En esta situación tan compleja, una votación masiva cumpliría un doble propósito. Sería un arma para deslegitimar la jugada de Trump y sus acólitos, quienes a través de un chantaje velado promueven la abstención al anunciar que "no reconocerán los resultados". Pretenden usar la desmovilización electoral como "evidencia" de que solo con una "intervención humanitaria" -como la que hizo la OTAN en Libia- podría recuperarse la democracia y atender la emergencia social, asumiendo que los venezolanos somos incapaces de lograrlo. En sincronía con esa estratagema, la cúpula de la moribunda MUD también impulsa un abstencionismo, en el que subyace una capitulación vergonzante de la soberanía ante el gobierno de EEUU, de la que podría derivarse un conflicto interno con participación internacional, que agravará la precarización social que padecen los venezolanos al colocarnos ante un potencial escenario de guerra, que incluso, podría causar el desmembramiento del país.
También Maduro juega a la abstención porque sabe que podría ganar si es elevada, tal como pronostican la mayoría de las encuestas que acusan un 80% de rechazo a su gestión. En ese caso se profundizaría la crisis y se enviaría la señal que está esperando Washington para activar la siguiente fase de su plan intervencionista para imponer, por las buenas o por las malas, un presidente títere como hicieron a raíz de la invasión a Panamá (1989), sin descartar una salida negociada dada la convergencia existente entre el plan desnacionalizador primario-extractivista que adelanta el gobierno y el proyecto recolonizador que impulsa EEUU en la región.
De nada valdrá el ventajismo oficial y el chantaje clientelar del gobierno, si hay una avalancha de votos de la inmensa mayoría de los que opinamos que Maduro no debe ser reelecto. En las actuales circunstancias el voto además de ser un derecho en riesgo de perderse, es hoy un deber ineludible para salvar la Nación.