Hay una especie de cotorra margariteña muy particular que es hasta muy cuidada por las autoridades, digo yo, aunque eso no creo mucho, para evitar su extinción. Dicen, no sé, que es distinta a las otras del país y hasta más habladora que cualquiera, tanto que comentan que hasta lo hace en "patuá". Como cotorra al fin, repite y repite y uno tiene la sospecha que no sabe lo que dice, por lo menos eso cree uno, pero lo cierto es que casi ningún "ñero" la entiende. Evaristo Marcano Millán, por lo que sé, es también margariteño. Pero quienes bien le conocen, hablan mucho de su talento, formación académica, humildad y excesiva discreción. Es decir, es un hombre que no habla mucho y menos pendejadas. Tanto que cuando habla mira para todos lados como quien desea estar seguro que su mensaje llegue a quien tiene como receptor con precisión. Se cuida que no le escuchen para quienes no habla. Bien sabe por qué. En eso tiene mucho de los luchadores clandestinos y del maestro que es. Y cuando habla, según quienes bien le conocen, piensa densamente lo que va a decir. Eso lo supe por sus amigos orientales muy cercanos y con suficiente capacidad para evaluarlo, cuando empecé a leerle en aporrea e indagué acerca de él.
Días atrás, escribió algo relacionado con Chávez*(abajo el link), que no es esa la primera vez que lo hace, donde sin dejar de reconocer los aportes del barinés a la lucha contra el imperialismo, por nuestra soberanía, independencia y cambio sustancial de sociedad, introdujo unos ligeros cuestionamientos. Dijo cosas que en veces muchos no se atreven a decir, como que "Si hay un Chávez que están institucionalizando, pero soy de la idea, que este Chávez luminoso, le fue infiel en algunos momentos a sus ideales y permitió que alguna brasa de su fogón, se convirtiera muy rápidamente en cenizas." Es decir, juzgó a Chávez y sobre todo a quienes le "heredaron".
Si uno relee el texto, se percata de la margariteñería que hay en él, pues claro, lo escribió un tipo de allá de "El Maco" y por eso habla de brasa y fogón, como que en ese pueblo siempre se ha cocinado con leña y, para ser más exacto, con chamizas. Y la cocina no es de mármol ni acero inoxidable, sino un fogón de caña brava y bahareque. Se enciende no con un clic o apretando un botón, sino echándole pulmón al fuego y la brasa. Es una respuesta no dictada por un teórico o sacada de un libro sino del mundo circundante.
Evaristo Marcano, por lo que sé además, es educador y sabe bastante de Simón Rodríguez y hasta de Paulo Feire, y por eso, cuando trata de explicar algo, uno lo ve jorungando la vida, los espacios, circunstancias y experiencias de la gente. Parte de lo real, con los instrumentos disponibles para llegar a las soluciones. Es decir, se afana en ayudar a quienes lo leen a encontrar en su mundo inmediato respuestas a lo que les agobia y sus respectivas interrogantes. Por eso, trata que la gente encuentre en nuestra historia, su entorno y sus experiencias concretas, contestas a las dudas que surgen sobre el proceder de alguien y sus resultados. Habla como la gente común. Aunque ese alguien sea Chávez. Si no hay computadoras ni teléfonos, enseña a sus muchachos a usar señales de humo, pero hay que comunicarse, sobre todo si el emisor y receptor están muy distanciados. ¡Es un proceder impuesto por la vida y no dictado por los libros que ignoran la realidad! Aprendió a jugar beisbol con guantes de lona, bates de palo sano y bolas hechas con un corazón o centro de goma, cubierto de hilo de "hacer alpargatas", al modo oriental o "pabilo" como dicen los caraqueños, hasta llegar al diámetro adecuado y luego cubierto todo aquello de adhesivo de color blanco.
Domingo un viejo amigo, técnico electrónico, tenía la manía de explicarle a uno el mal del aparato que le llevábamos que arreglase y lo hacía en lenguaje que uno no entendía, como que "los rayos catódicos en abundancia que por el aparato circulan impiden que la sinergia se manifieste y secuestran la señal", algo así como habla Menéndez, nuestro Ministro de Planificación, que lo tenemos, aunque nadie lo sienta, pero nunca el aparato nos lo devolvía en el estado deseado. Así mismo, como este ministro de Planificación, aunque planifique, nada resuelve, Domingo nunca nos devolvía nuestro aparato arreglado y su taller era un arrume de muchos de ellos.
Evaristo Marcano habló pues, en el decir de los margariteños y los cumaneses, como un cristiano. Lo que pudiera significar que habló por sí mismo y sin intermediarios y menos puso la mano sobre la biblia para dejar constancia de su verdad como si eso costase o expusiese mucho. No mencionó a Marx, ni Engels, menos a Nicos Poulantzas o Henry Althusser, a quienes ha leído en abundancia, por lo menos obligado, pese lo margariteño y lo de "El Maco", por su larga carrera docente, según me aseguran quienes le conocen, porque pudiera estar convencido que eso de citar a otros y decir poco de lo que se piensa, le pudiera hacer aparecer como una cotorra margariteña. Lo que pudiera habérsele pegado habiendo tantas de ellas en "El Maco". Porque ver a muchos, entre esos uno mismo, hacer lo contrario de lo que se debe, enseña hasta más que la academia.
Después de haber leído con placer y actitud de aprendizaje a Evaristo Marcano o EM, como escribiría él mismo y luego intentar leer la respuesta de Javier Biardeau o JB** (abajo el link), que no terminé porque no sabía si era éste quien escribía o Engels, Marx desde sus tumbas, o yo estaba leyendo un manual, una receta de cocina, vaina que no me gusta, pues cocino probando y echando ingredientes según me vaya diciendo el gusto y hasta improvisando, o viendo a Chávez en una película fantasiosa donde él y aquellos, me refiero a Marx y Engels, cantaban y bailaban joropo, terminé cansado y dejé la lectura más allá de la mitad, pues nunca supe que pensaba del asunto JB. La culpa de esto en verdad, no es mía, es de Sartre y Ludovico Silva, por solo nombrar a esos porque no me gusta adornarme.
Aunque, no sé si fue en unos de mis frecuentes sueños, o la lectura misma de los intentos de responder a Evaristo Marcano, con fórmulas o pócimas escogidas al azar o por la necesidad de adornarse de JB, tuve la impresión como si aquellas, las voces de éste, salían del "Mar Muerto", no de la Laguna de la Arestinga, Playa Guacuco o Macanao.
Erase de un tipo que discurseaba acerca del uso de la llave inglesa; alguien más práctico y realista, buscó una, se la puso en la mano para que fuese pedagógico y no supo qué hacer con ella. Si por esos discursos fuera ya todo estuviera en su sitio. El problema es hallar la manera cómo conciliar la palabra escrita, el juicio o sentencia que solemos recoger de los libros y de grandes pensadores con la vida. Este es el gran dilema que agobia a más de un sacerdote; no saber trazarnos la ruta específica para llegar al cielo. O, como dijo el propio personaje o autor que tanto alumbra a JB, el asunto no es sólo diagnosticar, sino cambiar al mundo.