Crítica a la historia tradicional. reivindicado la historia popular II

La historia del pueblo requiere de un esfuerzo mayor del historiador, que no puede ya conformarse con transcribir lo que las fuentes primarias le dicen o expresan directamente. Debe agudizar al máximo la capacidad de análisis y fundamentalmente de descubrimiento, en el encuentro de ese dato oculto, que no aparece explícitamente, que es subestimado por las fuentes, pero está allí reflejado, el historiador lo descubre.

Según González Boyero:

Como afirma el propio Paul Thompson, "la historia oral es a la vez la forma más nueva y la más antigua de hacer historia". Historia oral, es un término que Allans Nevins acuñó en los años cuarenta del siglo pasado para designar los testimonios de aquellos que han vivido un determinado periodo histórico.

La utilización de la historia oral nos lleva más allá de la esfera de lo público, sumergiéndonos en la historia de la familia, la historia social, la de la cotidianidad, sexualidad, relaciones interpersonales, la sexología, la religiosidad, las ideologías disidentes... en definitiva, todas aquellas áreas a las que no se pueden acceder simplemente con los documentos escritos. Podemos afirmar que la historia oral es la única forma de historia en la que es posible interrogar a los protagonistas de la misma cara a cara, y prestar atención a grupos marginados de la sociedad que han permanecido ocultados a la historia tradicionalmente. (http://perceianadigital.com/index.php/geografia-e-historia/1142-la-historia-oral-nuevas-fuentes-para-comprender-nuestro-pasado. 2012)

Las fuentes orales en la historia nos permiten: 1.La reconstrucción histórica de un pasado cercano, próximo. 2. Abordar temas marginados por la historia tradicional. 3. Fortalecer lazos intergeneracionales y comunitarios, entre miembros de distintitas generaciones y con los vecinos. 4. Revalorizar el papel que en las comunidades tiene los sujetos en estudios (mayores, deportistas, cultores, maestros, comerciantes, etc.) 4. En términos pedagógicos- sobre todo pensando en los aprendices- el investigador se siente más motivado y comprometido estudiando un tema que le es más familiar, más sensible y de mayor utilidad a su comunidad. 5. Se convierte además en un ejercicio de tolerancia hacia las ideas y el accionar de los otros.

Es necesario enfrentar a la supuesta objetividad del método histórico, rescatar el papel de la narrativa y la creatividad del autor que ha sido sustituido por supuestas técnicas frías de observación que sustituyen "al creador por el operador", convirtiendo al historiador en un fotocopiador de documentos y archivador de fichas y hoy en expertos operadores de computadores. El tecnócrata sustituye al creador, al filósofo. Es necesario rescatar al historiador humano, al historiador ético, al que dialoga con los documentos y con los otros hombres, contra el monólogo del historiador-dictador que por la fuerza le dice al pasado qué hacer.

La pretensión objetivista y cientificista es quizás uno de los peores males que como herencia del positivismo aun cargamos a cuesta y que ha hecho perder el verdadero sentido de la práctica historiográfica que es tratar de restablecer la relación entre presente y pasado, darle sentido al tiempo histórico, no solo en la perspectiva contemplativa o de erudición de la que tradicionalmente hacen gala los autodenominados historiadores.

Ante la pretensión de un pensamiento único es urgente la reconstrucción de una nueva historiografía sin pretensiones universalistas y hegemónicas, que no sea lineal ni mesiánica, que le dé sentido a la lucha de los que históricamente han sido excluidos y cuyas causas de exclusión solo se encuentran en el proceso histórico. Una historia de lo rural, de los negros, de los perseguidos, de las rebeliones, de las mujeres, de los niños, de los presos, en fin, una historia de los pobres, de los oprimidos, de las víctimas.

Por lo anteriormente señalado, nos enfrentamos a una historiografía cientificista, descriptiva, vacía de fundamentos teóricos y filosóficos que solo ha servido para legitimar a los opresores del pasado y del presente , ante lo cual apostamos por una historia comprometida, una historia del pueblo, de los oprimidos, de las víctimas, una historia que asume posición frente a un mundo injusto, desigual, una historia política, no en el sentido partidista ni mucho menos en el sentido romántico solo pasional del pasado sino en el sentido de compromiso. Una "politización", en el sentido del autorreflexión de las ciencias no es sólo legítima, sino que representa también la condición de una autonomía de la ciencia que ya no puede preservarse hoy apolíticamente (Habermas, 1990. pp. 358-359).

Entre las tareas prioritarias de esta historia nos atrevemos a proponer las siguientes: 1) desmontar el discurso de la historiografía dominante: desde la tradicional eurocéntrica y hegemónica pasando por la nacionalista romántica e incluyendo una supuesta historia marxista revolucionaria que margina la subjetividad y lo cultural y sobre todo margina el pueblo a favor de una supuesta vanguardia. 2) lo más importante desmontar la estructura de la dependencia intelectual, de la estructura cognitiva con la que hemos sido formados, que no nos permite vernos a nosotros mismos sino sólo a través de los ojos de los otros, que subestima nuestra propia producción intelectual y que nos hace siempre buscar y casi endiosar a teóricos y filósofos provenientes de los centros hegemónicos. Sin pretensiones chauvinistas es necesario construir nuestra historia con nuestras categorías, nuestras teorías, es decir nuestros intereses. 3) Frente a la imposición de un pensamiento único globalizador es necesario sustentar un pensamiento disidente que sirva de base para la organización de los excluidos. 4) en definitiva, es necesario tomar posición, no es tiempo para vacilaciones ni para posturas moderadas. O formamos parte de una historia conservadora, legitimadora de la opresión o por el contrario de una historia crítica y comprometida.

 



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Pedro Rodríguez Rojas

Sociólogo e historiador (UCV). Magister en Historia Económica (UCV). Maestría en Tecnología Educativa (UNESR). Doctorado en Ciencias Económicas y Sociales. (UCV). Doctorado en Historia (UCV). Ha sido docente de Pre y Postrado en la UCLA, UNA, UPEL. Actualmente de la UNESR en la categoría de Titular. Ha sido investigador del Centro de Historia para la América Latina y el Caribe, OEA, CELARG, Congreso de la República, Centro OPEP, entre otros. Ha sido Asistente de Investigación de los Doctores Ramón J. Velásquez, Federico Brito Figueroa, Héctor Malavé Mata y D.F. Maza Zavala, entre otros. Ex-Director de Postrado de la Universidad Simón Rodríguez-.Barquisimeto. Ex Coordinador del postgrado en Gerencia Cultural. Coordinador del doctorado de educación UNESR. Coordinador de la Línea de Investigación Filosofía y Sociopolítica de la Educación del Doctorado en Ciencias de la Educación. Presidente de la Asociación Civil Museo Histórico Lisandro Alvarado 2002-2010. El Tocuyo. Miembro fundador de la comisión de recursos hídricos de El Estado Lara .Asesor de la Misión Sucre y Aldea Universitaria de Morán. Vocero asesor de consejo comunal Los tres brazos y San Pedro. Entre los reconocimientos recibidos podemos mencionar: Premio Regional (Lara) sobre la obra de Andrés Eloy Blanco (1996). Premio Estimulo al Investigador UNESR, mayor productividad Científica del Núcleo Barquisimeto desde 1997 hasta la actualidad. Investigador ONCIT PEI Nivel. C. Premio CONABA. Premio Ensayo Histórico: Federico Brito Figueroa, Aragua 2001. Premio Ensayo Antonio Arráez: 450 años de la fundación de Barquisimeto, .2002. Premio Ensayo Educativo, Universidad de Oriente, 2004, Premio Primer Concurso Historia de Barrio Adentro del Ministerio de la Cultura, 2009. Premio sobre Legado de Chávez, Maturín, (2013). Premio Literario Rafael María Baralt, Maracaibo (2014). Más de sesenta publicaciones entre libros y artículos en revistas arbitradas a nivel nacional e internacional sobre ciencias sociales y filosofía. Es articulista en varios periódicos a nivel nacional. Coordinador de la Revista de filosofía de la educación TERÊ. Entre sus libros podemos mencionar: Juan Pablo Pérez Alfonzo, La economía venezolana, La Universidad frente a la globalización y la posmodernidad, Pensar América latina, América latina en la globalización, Educación para el Siglo XXI y La Ética Socialista. Junto a Janette García Yépez ha escrito varios libros sobre la historia de El Tocuyo, a saber: Personalidades tocuyanas, La cultura tocuyana, La cañicultura en El Tocuyo, El café y los resguardos indígenas en Morán, Crónicas tocuyanas, El Rio Tocuyo, la educación secundaria en El Tocuyo, La vida cotidiana en El Tocuyo, Memoria fotográfica de El Tocuyo, La Personalidad Intima de Lisandro Alvarado y Cultura y Tradiciones Tocuyanas.

 pedrorodriguezrojas@gmail.com

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