Por supuesto, no había que esperar mucho de lo que anunciara (o hiciera como si anunciara) el presidente Maduro acerca de cómo piensa enfrentar la terrible crisis multidimensional que sufrimos. La misma explicación o excusa de la "guerra económica" y las maldades del imperialismo, funciona para los Jobs militantes. Las seis líneas enunciadas por el Jefe del Estado, no son sino la confirmación de que todo seguirá como ha ido hasta ahora. Como advirtiera Einstein hace tiempo, si sigues haciendo lo mismo, no puedes esperar diferentes resultados.
La línea de la llamada "pacificación" debe ser, de verdad, por lo menos incómodo para los viejos dirigentes de la izquierda pacificada cuando Luís Herrera Campíns. Digo porque aquella "ultraizquierda" de los 70, aparte de dogmática, stalinista, casada con una estrategia armada que ya había demostrado hasta la saciedad que estaba fracasada, sólo tiene de parecido con la oposición de la MUD el fracaso, la desesperación y el culto a la arrechera y los gestos "heroicos", quizás. De resto, la analogía hay que explicarla muy bien, porque se abre por todas las costuras. La política de un Julio Borges (en esto estoy de acuerdo con el gobierno) sólo está enfocada hacia una intervención extranjera y que se declare de una vez por todas, un bloqueo. Salvo la locurita del tipo aquel que agarró un helicóptero, la oposición de derecha no ha tomado las armas, aunque tal vez haya coqueteado con algún militar por ahí para estimular un pinochetazo. Por otra parte, eso de liberar unos militantes de oposición está bien como gesto. Sobre todo, para el auditorio internacional, por ejemplo, el Papa. Pero eso no desmonta la conflictividad política de una vez por todas.
Lo que es "paja" (es el lenguaje del Maduro Canciller para dirigirse a los intelectuales), es la política de diálogo para supuestamente superar la situación económica. Por supuesto que es bueno el diálogo, pero lo que no hay es disposición del gobierno a variar radicalmente sus políticas. Ni siquiera ha tocado el gabinete, como se lo exigió el PCV, por ejemplo (tal vez esperando que le tiren algo). Hablar con Bertucci estuvo bien, porque el gobierno entiende como una labor de beneficencia pública su misión de gobernar, a la manera de las sopas y los juguetes que regala de vez en cuando el dirigente evangélico. Tal vez hable con Falcón, porque para él es la oportunidad de volver a salir por las pantallas, y nadie pierde nada. Ahora, eso de dialogar con los "sectores productivos" es una política que se viene aplicando durante todos estos años, así como han abundado los anuncios presidenciales dichos con los gritos de agitador de calle por el Presidente. Hay que recordar: desde las "cinco revoluciones" y "los motores". Nada nuevo bajo el sol. Y es que mientras el gobierno no atienda voces como los de Rodrigo Cabezas, Víctor Álvarez, Manuel Sutherland, para no decir el ahora "traidor", colaborador de Chávez en algo tan importante como la política petrolera Rafael Ramírez, no entenderá que el problema es estructural y macroeconómico, y no cuestión de detalles microeconómicos.
O sea, que la catástrofe continuará: megainflación, decrecimiento, desindustrialización, entrega en las Zonas Económicas Especiales, el pago de la mega deuda "como sea", deshilachamiento de la educación, las universidades y la salud por la migración masiva que ya no es sólo de la desaparecida clase media profesional, sino de gente pobre.
Pero el presidente Maduro (no es nada personal: él es sólo la expresión de una cúpula burocrático-militar) no deja de sorprendernos. Porque hay que reconocer tres perlas en su discurso. Una, es esa intervención tardía en los mercados municipales, cosa que venían clamando la gente desde hace años. Otra es eso de que él no va a resolver todo, porque no es "super-Nico". La otra, es que esto que está haciendo es "socialismo".
Querido Marx, te pedimos disculpas en los 200 años de tu nacimiento.
