De pana que empecé a leer con mucha atención y muchas expectativas un documento que circuló hace unos días con las recomendaciones que un grupo de destacados expertos le hizo al gobierno. Confieso que, al revisar los integrantes del grupo, empecé a tener dudas porque, junto a la conocida profesora Pascualina Curcio, quien acuñó el concepto psicológicamente interesantísimo de "inflación inducida", figuraban conocidos y respetables dirigentes de la izquierda pacificada de los 70 (análoga, según Maduro, a los guarimberos de hace un año, hoy "pacificados"), junto a agitadores de pantalla como Mario Silva. Pero, bueno, me dije, se trata de un equipo interdisciplinario. Vamos a ver qué dicen. Al terminar de leer aquello, no pude hacer otra cosa que suspirar. Miré hacia el techo y clamé: "¡de verdad! ¿No tienen más?". No: no tienen más, concluí.
Empecemos por los reconocimientos. Es correcta la caracterización en los párrafos iniciales de la economía venezolana, como "capitalista dependiente", concepto que, no por ser de los setenta, ha perdido toda su vigencia, sobre todo porque los "expertos" consideran, muy ajustadamente, que es precisamente por esa característica estructural que la "guerra económica" tiene tanta eficacia en nuestro país. Hay aquí un avance en los análisis. Ya la "guerra económica" no es la causa de las causas. Más bien, es causada (o, mejor, reforzada, ayudada, incrementada en su eficacia) por un rasgo estructural que "ya estaba ahí" ¿Por qué sigue allí después de 18 años de supuesto "proceso revolucionario!? Ni una palabra. Pero cabe aventurar la hipótesis de que está allí porque no se ha hecho nada efectivo para cambiar esa estructura. Pero los expertos no están para determinar eso. Vienen a recomendar. Por eso, ni una observación de balance acerca de los años de "proceso", sus limitaciones obvias, implícitas en el análisis de la dependencia de nuestro capitalismo tan campante. Hay dependencia y hay fuga de capitales ¿Y el gobierno qué ha hecho frente a eso en todo este tiempo? Silencio. Otro silencio significativo: ninguna alusión al "capitalismo rentista". Los "expertos" parece que no consideraron necesario leer a Asdrúbal Baptista. Ni modo.
Después de este saludo a la bandera a la teoría de la dependencia, vuelve el documento a los temas ya conocidos del discurso oficial: la hiperinflación "inducida" (claro) "por la manipulación cambiaria" (esto lo redactó la profesora Curcio; es una lástima, porque en textos pasados ya había reconocido que la inflación tiene otros determinantes además del cambiario, pero, ¡bueno!…), de nuevo "guerra de precios, desabastecimiento programado (…), la escasez de efectivo" y los problemas del gas y el transporte.
Por supuesto, cualquier ciudadano puede agregar muchas más cuentas a este rosario de sufrimientos. Llama la atención que los "expertos" no mencionen, por ejemplo, la recesión, que sí menciona, por ejemplo, Juan Carlos Loyo en otro documento, mucho mejor elaborado, valga decirlo aquí. Es posible que esta omisión en el pequeño análisis inicial se deba a que, para los "expertos" los problemas ocurren principal y quizás exclusivamente en la esfera de la distribución. Los expertos debieran leer a Marx más a menudo. Especialmente la "Introducción a la Crítica de la Economía Política", donde establece la unidad dialéctica entre la producción, la distribución y el consumo. Pero sigamos.
El siguiente párrafo vuelve a los lugares comunes de la propaganda oficial. La retórica heroica y "victoriosa". Políticas de seguridad social propias de cualquier estado de Bienestar, pasan a ser "victorias sobre el imperialismo". Párrafo seguido, los "expertos" llegan incluso al reconocimiento de que ha habido cosas malhechas o hechas a medias ¿Qué cosas? No se dice. Claro. Los "expertos" vienen a recomendar, no a criticar. Esas frases de reconocimiento de lo mal hecho o hecho a medias, es una forma de salir rápido de las críticas certeras que ya hacen legión. Sigamos.
En cuanto a política monetaria, los "expertos" proponen una nueva moneda, el Bolívar-oro, respaldado en el oro presente en las reservas nacionales o en las reservas petroleras que ya respaldan al Petro (un homenaje a Jairo Lairota, valga decirlo, pues se copian la idea sin citar el autor). Este pasaría a ser destinado al pago internacional, como divisa sustituta hasta cierto punto (habría que ver hasta cuál punto dada la debacle actual de las criptomonedas en el mercado especulativo global, y la falta de disposición de los proveedores a calarse un pago en Petro); pero, por otro lado, plantean un nuevo y reforzado control de cambio, ahora para controlar los intercambios entre el bolívar oro y el Petro. Aquél no podrá comprar éste. Además, el Petro no debe usarse dentro del país y mencionan a China y Rusia, países que han sometido a las criptomonedas a duros y serios controles. Así las cosas, los "expertos" eliminan el bolívar actual (ya muerto, es verdad), y promueven el patrón oro o el patrón petróleo, que no es lo mismo, pero es igual, como diría Silvio Rodríguez. En todo caso, esto luce como más de lo mismo (control férreo del cambio), pero ahora, ya no más del dólar (que no hay), sino del Petro (¿hay? O ¡ay!). Por lo demás, hay pequeños detallitos por los que no se pasean los "expertos". Por ejemplo: ¿cuántos bolívares de los actuales (o de los soberanos del nuevo cono) valdría el flamante bolívar-oro? ¿A cuánto ascienden nuestras reservas de oro actuales? ¿Cómo cambiar de moneda? Pero son detalles técnicos que los "expertos" les dejan a otros "expertos".
Otras "innovaciones" de los "expertos" merecen tanta o más atención de ese aspecto monetario. Pasemos de largo por esa recomendación (que parece extraída de los tiempos de Luís Herrera) de manipular el encaje legal de los bancos para estimular su función intermediadora, y lleguemos de una vez a otra propuesta importante: centralizar todos los bancos estatizados en uno solo. Por supuesto, esto necesitaría de una inmensa y complicada "reingeniería" dados los evidentes problemas que tiene hoy la banca estatal. Pero, bueno, ese es otro rollo que otros "expertos" resolverían. Lo que sorprende es que los "expertos" recomienden, en varios puntos, que el Banco Central asuma funciones que ya están establecidas por la Constitución (por ejemplo: el control de la política monetaria, cambiaria y fiscal); pero respaldado o duplicado por varios entes que lo controlarían o se meterían en lo mismo: un "Comité de seguimiento y control de las variables económicas" (dependiente de ¿quién?), un "ente de interoperabilidad" que convierte en "información de inteligencia" datos económicos que debieran ser públicos para el ejercicio de la contraloría social consagrada por la Constitución, la correspondiente comisión de la Constituyente, etc.
En todo caso, este impulso centralizador es empujado a su vez por un ánimo controlador que casi siempre deriva en la creación de un nuevo organismo burocrático o la intervención de lo "cívico-militar", o sea, la militarización pura y simple de cosas como la distribución del gas, los servicios públicos, etc. En un país donde ha sido anunciada una Misión "Abastecimiento Seguro" con control de las Fuerzas Armadas, y que se han creado varias empresas militares, entre ellas una que es una pequeña PDVSA, estas propuestas son como gotas sobre un lago que ya inunda.
La militarización del control se extiende a todos los ámbitos económicos. Así, es la Fuerza Armada la convocada a aplicar "un plan integral de producción, distribución y consumo (¿será que los militares van a consumir todo eso?) de 8 rubros esenciales" con cuyos objetivos (¿cómo serán establecidos? ¿Lo harán los ya archiconocidos generales caraota, etc.?) deben comprometerse los productores con un control "riguroso y estricto". ¿Pero ya no lo había con todas las empresas y las misiones que controlan ya los militares? Los "expertos" parecen creer que dos cosas realizarán la magia: un plan centralizado y un ente "cívico militar" de control "riguroso y estricto" para los alimentos y para las medicinas.
Igualmente insólita es la propuesta de un presupuesto de divisas dentro del presupuesto nacional. No se entiende bien (o no lo entiendo yo) por qué hacer varios presupuestos y no centralizarlo en uno. Claro: esto va en sintonía con la creación de un nuevo ente centralizador de todos los organismos que hoy tienen algo que ver con el comercio exterior (CENCOEX, BCV, INSAI, SUNDEE, SENIAT, INE, etc.). Suponemos que este superorganismo aplicará (¿elaborará y aplicará?) el presupuesto de los ingresos del país. También, asumimos, que al frente estará otro general. Pero son suposiciones mías. Claro.
Lo del transporte público (Metro, las camioneticas, trenes, etc.) y el gas, de nuevo, se resuelve con una nueva entidad "cívico-militar" que aplique un "plan". Lo mismo, la distribución de los repuestos. Lo mismo, la electricidad y el agua. Se propone la intervención (militar también, claro) de PDVSA Gas. Todas las cosas que hoy están en caos de ineficiencia, la resolverá un Estado Mayor…militar. ¿Y dónde están los militares hoy? ¿Alguna vez el presidente no anunció que ellos volverían a sus cuarteles?
Otras propuestas son realmente sorprendentes: nuevamente se plantea la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología que se encargue de bla, bla, bla, o sea, de lo mismo que se encargaba el mismo ministerio antes de ser fusionado con el de Educación Superior y ponerle al frente a uno de los destructores de la "Misión Ciencia". Incluso, los "expertos" descubren el agua tibia de que el BCV debe hacer un seguimiento a los precios. No sólo debe hacer seguimiento, sino publicar el índice de precios, como lo estipula la Constitución, junto a otros índices económicos. Lo que pasa es que, por decisión gubernamental, esto dejó de hacerse porque, en aquel entonces, se negaba terminantemente que había inflación, hasta que la profesora Curcio descubrió lo de la "inflación inducida", una manera de decir que hay pero no hay, o que hay pero "no es culpa nuestra".
Otro asunto sorprendente: como para darle la razón a todos los críticos del gobierno, los "expertos" proponen medidas impositivas, no para aumentar la disposición de los recursos del estado para políticas sociales, sino, directamente, para reducir las márgenes de las ganancias de los comerciantes y demás empresarios. Esto va a contrapelo, no sólo de cualquier medida que desee superar la recesión (que ya dijimos que los "expertos" no ven), sino también de la famosa "Ley de Protección del Inversión Extranjera" aprobada por la superpoderosa Constituyente, y todo lo que se avizora con las Zonas Económicas Especiales (en las cuales, por el contrario, se aplican exenciones impositivas a los capitales). Hay que reconocer que los proponentes son coherentes: no hay medida alguna para promover la inversión, ni nacional ni internacional. Incluso, hay una idea de incrementar el control (incluso parece que la intención es ya castigarlos) sobre los exportadores, cuyo estímulo había sido precisamente uno de los temas de los "quince motores" del presidente Maduro.
Hay muchos detalles, pero me extendería demasiado. Después de leer esto, sólo nos queda reiterar lo ya dicho: de verdad, no tienen nada en la bola y no se puede esperar otra cosa que lo mismo. O peor.