Debemos advertir de los peligros de una pretendida historia popular que en muchos casos más que una historia científica (con argumentos y uso riguroso de las fuentes) se convierten en una historia estrictamente ideológica, cargada de buenas intenciones, pero con muy poca rigurosidad y carácter científico.
Primero, debemos aclarar que no todo lo que llamamos fuente oral en la ciencia de la historia, lo es. Segundo, que no hay una historia oral sino una metodología y fuentes orales. El uso de las fuentes orales en la ciencia de la historia tiene todos unos criterios, no es simplemente hacer preguntas a unas personas, no es una simple biografía ni conversación, por más amena que sea.
La fuente oral se ha convertido en un valioso instrumento y forma parte de una nueva metodología para reconstruir la historia, busca "hacer hablar a los que no han tenido voz", a los que han sido silenciados de nuestra historia. Pero haciendo este reconocimiento debemos estar conscientes de que no existe una historia oral, es una técnica metodológica, paradigmáticamente y políticamente puede servir y ser usada por igual por positivistas y teóricos críticos, por corrientes conservadoras o progresistas. No puede haber una reconstrucción histórica basada solamente en fuentes orales. Por mas rigurosa que sea la metodología, por más claridad filosófica y argumentos teóricos que tenga el historiador la fuente oral no es suficiente, aunque sea para la historia popular condición indispensable.
Así lo advierte Ronald Fraser:
Como reconoce el mismo Hobsbawn esta forma de Historia Oral puede dar como resultado libros apasionantes, pero no libros de Historia. Necesitamos saber, como él dice, no sólo qué pasó, sino por qué pasó. Antes de entrar en el tema creo que sería útil detenernos un momento para considerar el término Historia Oral. Este término se presta a confusión porque parece que quiere ser una disciplina distinta, como la Historia Económica, cuando de hecho es una técnica para la investigación histórica. (1993.p. 79).
La historia popular tiene en la fuente oral un elemento primordial. Pero no podemos confundir historia popular con historia oral. Las fuentes orales también pueden servir para reconstruir la historia de las elites. Pero lo más importante es afirmar que sin la triangulación con las fuentes documentales primarias y secundarias la llamada historia oral se convierte en relato, en narración política, mitológica, útil para el análisis lingüístico y del discurso, pero no es historia.
A un nivel práctico, hay algo que une a todos los que utilizan fuentes orales, y eso es el saber que estas fuentes no bastan por sí mismas. Todos están de acuerdo que hay una labor anterior imprescindible, que es la de cualquier historiador o investigador: la consulta obligatoria de todas las otras fuentes primarias y secundarias que pueden tener relación con su campo de investigación. (Ídem. 92)
Debemos advertir sobre la magnificación de la fuente oral. En el caso de Venezuela, en el contexto del proceso revolucionario encabezado por el Presidente Hugo Chávez desde 1999, se ha iniciado una política de reivindicación de los excluidos, no solamente otorgándole poder económico y político, sino reconociendo su papel en la historia. Desde el discurso presidencial, pasando por los programas de estudios de las nuevas universidades, La Misión Cultura y las otras misiones educativas, el Centro Nacional de Historia, los nuevos medios de comunicación se ha hecho todo un esfuerzo por rescatar y reconocer el papel del saber popular y toda la historia de la mayoría de la población que fue sometida, no solo económicamente y políticamente sino marginados de la historia.
Con esta intencionalidad estamos totalmente de acuerdo, nuestras diferencias comienzan en el plano metodológico. Lamentablemente muchos de los actores que pretenden convertirse en investigadores e historiadores de lo popular no cuentan con las herramientas teóricas y metodológicas para lograr este fin. No han sido formados para diferenciar entre lo que es una entrevista y una narración con lo que es la construcción histórica.
La fuente oral magnificada puede caer en el error de hacer de una historia individual, una biografía, una narración particular, convertirla en un hecho único, cuando a lo mejor no lo es. Se cae fácilmente en el individualismo, la magnificación de los personajes populares, lo que sería una historia al revés, pasando de una historia de los grandes héroes de las elites a una historia de los personajes e individualidades populares. Al final seguirían siendo historias individuales, donde se pierde el sentido del colectivo, en este caso, del pueblo. Tampoco toda historia oral o testimonio puede ser identificado como sinónimo de historia popular, no obligatoriamente refleja actos de rebeldía, ni el testimonio es siempre una denuncia. Muchas veces la fuente oral, que tiene como objeto a personajes populares, nos ofrece evidentes grados de alienación y complicidad con los sectores dominantes.