Como la lista es larga y cada día más. Se hace necesario comportarse un poco mal a que baje la presión egoísta hacia el Vaticano, de tantos venezolanos en "cola" para llegar al cielo envueltos como santificados después de vagar por el Infierno de sus pesares. Pero también es menester, que los compatriotas de la oposición como también personeros del gobierno: se olviden que ellos son favoritos, ni pueden entrar en la lista de tamaña pretensión de ser santos de buenas a primeras, sin devoción al comportarse alejados del bien común como parte del currículo religioso católico que los lleve a aspirar mandar siendo santos de desastrosa actuación, sin miras a hacer el bien en todos los ámbitos sociales que, tanto necesita la RBV en estos momentos de crucifixión económica con mucha hambre en situación de pobreza desmedida a que nos han condenado bien, por guerras económicas y, otras artimañas de un despreocupado gobierno que no ve los problemas que surgen todos los días entre los bastidores que nos confrontan dentro y fuera del país con el imperio a la cabeza en este ambiente, que se va al infinito de "sálvese el que pueda" de tantos males presentes y por venir, en que nadie está exento de salvarse de perversos errores de convicción de cada día querer ser más ricos unos que otros que más tienen y, siempre han dominado el país.
Pero como "no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista" es imprescindible llenarse de valor -más del actual- de aspirar a ser santo prolijo como necesario dentro de la personalidad de que se dispone dentro de la religión católica y romana, y argentina quizás, de favorecer por alguna vez al pobre que siempre lo dejan al olvido cuando, más necesita que ni el carné de la Patria lo salva con lo poco que le sueltan con lo caro que está todo, para seguir "mal" viviendo agarrado a la fe que todo lo puede de ser puro y creer más en nuestro Señor Jesucristo como nuestro salvador -generalmente ausente- y no sabemos hasta cuándo y, más paciencia de la que hemos demostrado -ni en Roma- tener entre tantos malvados sueltos en este país de las maravillas (¿que el que se fue no hace falta?) ocultas en que todos queremos ser santos y, seguimos en "cola" (no en cola para comprar lo que no se halla -no señor-) apretujada de consuelo de que algo tenemos que vivir, aunque vivamos mal recrecidos de la paz de quien nos la quiera dar.
Si alguien no se ha censado: hágalo. Que nunca es tarde cuando la dicha es buena y, ser santo es un sacrificio que desprecia el perdón de que no todo el mundo tiene derecho canónico a ser, por no ser artículo de primera necesidad ni de nuestra Constitución que se olvidaron en ellas de que los santos existen.
Así que deje de ser malo y métase a santo hasta que el dólar paralelo se ahogue sin solución, y no se ponga a velar el muerto equivocado que eso es de extraños. Y, como en estos tiempos el coeficiente intelectual (IQ) entró en decadencia (-podría ser por agotamiento del "Efecto Flynn", factores ambientales, cambios en el sistema educativo de cada país, nutrición y, quizás, porque cada día se lee menos), por lo que no debe aspirar a ser inteligente de que por sí lo es, sino más bien a santo, que a lo mejor dentro de la moda actual -no la mayamera- sin entrar en los miriñaques gobierneros e imponentes de las redes sociales que lo embrutecen.
Hay que pedir la hoja de servicios de su convicción y que le ha servido al país y, a su gente como Dios manda sin sotana de castigo y, hágase la cruz por lo menos una vez al día y andará más liviano en su camuflar y, además cúbrase de buenas intenciones que algún día será su beatificación oportuna de consolarnos de su dicha que no la verá, pero la hará. Así que manos a la obra como decía el adeco CAP. Y que Dios nos agarre confesados que, si usted quiere tatuarse de alegría como santo báñese de compasión y rece callado.