Llegó el Duque ¡Cuidado con la frontera!

El triunfo electoral del centroderechista Iván Duque a la presidencia de Colombia es altamente peligroso para los pueblos de América Latina y el Caribe, principalmente para Venezuela, por la sencilla razón que quien susurra al oído y mueve los hilos del poder es, el encarnizado Álvaro Uribe Vélez. Nada menos y nada más, La DEA (Dirección Antinarcóticos de EEUU) y la CIA lo conocen como "Dr. Garavito" y el narcotraficante número 82, según aparece en los registros desclasificados. Los paramilitares estuvieron bajo su manto protector cuando ocupó la presidencia (2002-2010) y 3.374.270 víctimas dan cuenta de la mentalidad criminal del ex gobernador del Departamento de Antioquia, representan de la más rancia corriente liberal.

Para el gobierno venezolano, la FANB y los habitantes de las zonas fronterizas "calientes", limítrofes con el país vecino, las alarmas debieron haberse disparado con el mismo sonido aterrador como sonaban en Londres (Ing.) o París (Fran.), cuando los aviones nazis descargaban las "bombas de hierro", cuyo peso oscilaba entre los 50 kg a 1.000 kg, apodadas "satán", durante la Segunda Guerra Mundial.

No se trata de escandalizar un hecho político natural como es la sucesión de un presidente por otro, aunque el resultado electoral estuviese lleno de dudas y legitimidad. Simplemente es poner en una dimensión argumentada, el margen de probabilidades geopolíticas a favor de USA, con una acción cruenta contra Venezuela por parte de un país hermano y vecino que recién ingreso a la Otan, mantiene un convenio militar con EEUU y posee siete bases militares gringas "modernizadas con equipos electrónicos dotados de tecnología de punta que incluye aviones, helicópteros, armamentos sofisticados y tropas de alto rendimiento, así como el permanente entrenamiento de grupos mercenarios y paramilitares" (JVR). Tres de ellas direccionadas hacia Venezuela.

Con Iván Duque en el Palacio de Nariño y Uribe Veloz como halcón maquiavélico, pudiéramos decir, citando al colega Armando Suescun, del colectivo de escritores y periodistas de la revista virtual La Hojarasca (Col) que "para gobiernos guerreristas como los de Washington y Bogotá, sería fácil exacerbar las diferencias políticas entre los gobiernos de Colombia y Venezuela y poner a sus ejércitos a pelear entre sí. Colombia haría el papel de punta de lanza para agredir a Venezuela, con el apoyo militar de Estados Unidos. Además de las siete bases militares ubicadas en Colombia, Estados Unidos ha sitiado a Venezuela con bases militares en Aruba, El Salvador, y la IV Flota. Teóricamente, podría ser una operación militar relativamente fácil para Estados Unidos, pero funesta para Colombia y Venezuela. Además de los terribles costos de muertes, sangre, destrucción, que implica toda guerra, esta sería la más torpe y criminal de todas, porque sería una guerra entre hermanos. Impensable por lo absurda.

Colombia y Venezuela están unidas desde siempre por la geografía, la raza, la cultura y la historia, y nunca se podrán separar. Todo nos une, nada nos separa, decía el Presidente Eduardo Santos. Desde la llegada de los pueblos originarios, hace 30 milenios, hemos sido los mismos. En la época de la independencia, un ejército granadino, a órdenes de Bolívar, marchó a Venezuela en 1813, combatió por la liberación de ese país y allá se regó la sangre de muchos soldados granadinos; en 1819, un ejército venezolano y granadino, al mando de Bolívar, vino a luchar por la liberación de la Nueva Granada, ganaron la independencia y aquí se regó la sangre de muchos soldados venezolanos. Unos y otros combatieron por una causa común, la libertad, y construyeron una nación, Colombia la grande. Nuestro destino es el mismo. ¿Cómo luchar ahora entre nosotros por defender intereses de una potencia extranjera, que sí es enemiga de todos?"

Es incuestionable, pues, que el escenario por venir puede resultar duro de tragar pero advierte la contradicción entre la fuerza moral, espiritual y combativa de ambos pueblos y esta vanguardia de Derecha, con prontuario belicista y mozo de espuelas. Pero en relación a nuestra frontera resulta urgente desarrollar y consolidar el sentido de pertenencia e identidad cultural, de hermandad latinoamericana, es decir, amor por el suelo patrioamericano, recordar diariamente de dónde venimos como nación y quiénes fueron los hombres y mujeres que dieron la vida por nuestra Independencia y la de América Latina.

Soñar juntos un futuro floreciente es parte de la tarea que no podemos mantener en remojo. Por encima de los 2.219 kilómetros de línea fronteriza, hay dos siglos con ejemplos irrefutables de intereses compartidos entre ambos pueblos. Los medios de (des) información de masas dan cuenta de lo que sucede en la frontera cuando se capturan cargamentos de droga, camiones transportando combustible, "mulas" vendiendo billetes de la moneda venezolana, alimentos de aquí para allá y droga de allá para acá, pero minimiza o no publica el relacionamiento binacional humano diario, en actos culturales, escolares, universitarios, familiares, deportivos y sonrisas compartidas en una pelea de gallos o en las fiestas llaneras y cordilleranas lejos de la xenofobia y la provocación militar.

Que la Derecha colombiana, con sus Duque y Uribe a la cabeza, tengan sed de sangre contra Venezuela no borrará de un plomazo los sentimientos compartidos entre las comunidades guajiras acantonados en las extensas y activas poblaciones de Paraguachón (Ven.) – Maicao (Col), entre los pescadores de Puerto Páez (Ven.) - Puerto Carreño (Col), Guasdualito (Ven.) – Arauca (Col.), y los pobladores de San Cristóbal (Ven.)- Cúcuta (Col.).

Hagamos de los sistemas comunicacionales alternos y convencionales, instrumentos de fortalecimiento de lo que somos como País-Pueblo porque la Guerra de Cuarta Generación es la estrategia bélica pasiva, pero fulminante, que el imperialismo norteamericano y sus lacayos han diseñado y están ejecutando contra Venezuela, violando el mínimo principio de autodeterminación por un destino escogido por las mayorías.

Seamos audaces y construyamos con los habitantes fronterizos de este lado, las barreras que blinden nuestra Identidad Cultural y afiancen la Soberanía Nacional, relacionándonos con el pueblo colombiano hermanados en el corazón y la dignidad de Simón Bolívar.



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Elmer Niño


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