Los mandatarios gringos siempre se han metido en los asuntos internos de Venezuela (IV)

Simón Bolívar en uno de sus viajes a Europa y por motivo de que en esa época había mucha presencia de piratas a la salida del mar caribe, el barco donde iba tuvo que desviarse hacia los Estados Unidos a la espera de que desapareciera ese peligro y en esa espera permanece en ese país por 5 meses. Bolívar jamás hizo pública alguna referencia detallada de esta visita, y la influencia que haya tenido esta escala en sus actitudes posteriores seguirá siendo un tema de especulación. Sin embargo, hay razones para suponer que sus impresiones fueron en general positivas. Como mencionó años después a un diplomático estadounidense. Bolívar nunca más volvió a poner pie en Estados Unidos, pero como líder del movimiento de independencia en Hispanoamérica, inevitablemente conoció y trató con muchos ciudadanos y representantes del gobierno de los Estados Unidos. Incluso se ha insinuado, en base a evidencia discutible, que una de sus amantes, podría haber sido Jeannette Hart del estado de Connecticut, a quien conoció en el Perú en 1824. En general, Bolívar, tuvo una buena impresión de los norteamericanos que conoció.

El oficial naval norteamericano Hiram Paulding, que visitó el campamento de Bolívar en las montañas peruanas durante su campaña de 1824, lo describió posteriormente sin reserva como "el hombre más extraordinario de la época". Además, tal elogio coincidía con el tratamiento que recibía rutinariamente en la prensa norteamericana que lo consideraba como el "Washington de América del Sur", particularmente durante el apogeo de su carrera político-militar, período desde la batalla de Boyacá en 1819, que asegura la independencia de Colombia, hasta la fundación de Bolivia en 1825, cuya nación escoge darse a conocer con el nombre de Bolívar. Era tan grande la fama de Simón Bolívar, que los descendientes de George Washington participan del entusiasmo general y deciden entregar a Bolívar un medallón y otros recuerdos de Mount Vernon, en un gesto que emociona profundamente al Libertador.

La buena opinión que tenía el pueblo norteamericano de Bolívar nunca llegó a su fin, pero durante los últimos años de su vida a menudo esta opinión fue opacada por una corriente oficial de crítica que cuestionaba la sinceridad de su compromiso con los principios republicanos. Por razones de principio político e interés nacional, los representantes estadounidenses en América Latina son cautelosos en el trato con el Libertador. El cónsul gringo en Lima, William Tudor, abruptamente se convierte en un detractor patológico, tildándolo en sus despachos de usurpador y "loco hipócrita" El General norteamericano Chargé Beaufort T. Watts, en Bogotá, admirador de Bolívar y su gesta libertaria, rehúsa creer que Bolívar había traicionado al republicanismo y en un arrebato de fraternidad hacia él, se atreve escribirle una muy ponderada carta en marzo de 1827 en la que le implora a regrese a la capital colombiana y asuma nuevamente la presidencia para salvar el país. Bolívar hacía algún tiempo se encontraba en Caracas tratando de hermanarse de nuevo con el General José Antonio Páez. Esa clara injerencia del General Watts en los asuntos internos de Venezuela, muy franca y poco diplomática de un representante de otra nación, provoca la ira de los oponentes a Bolívar y condenan duramente ese proceder. Pero el siguiente representante de los intereses de Estados Unidos en Bogotá, el futuro Presidente William Henry Harrison, se entromete en los asuntos políticos internos de Venezuela más notoriamente como funcionario estadounidense, pero en la dirección política opuesta.



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José M. Ameliach N.


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