Anticipadores de desgracias

La crisis que sacude a nuestro país no es un mal que durará cien años ni somos una sociedad dispuesta a soportarla, de por vida. La realidad es atrofiante, se mueve y conmueve por donde quiera que se vea y analice, inclusive aun cuando se contemple el cielo a la espera del "Mesías" o juntando los dedos para que la "pava", cambie de dirección.

Es mucho el papel escrito y seguirá escribiéndose. Son abundantes las voces que advirtieron luego del 31 de julio de 1914, cuando se dio inicio formal a la producción petrolera en Venezuela con el pozo Zumaque, que tal como se empezaba a manejar el negocio del petróleo, la crisis era previsible más si progresivamente se veían los colmillos de las Siete Hermanas de la Industria petrolera mundial, a saber:-Standard Oil of New Jersey (Esso), que al fusionarse con Mobil formó ExxonMobil; Royal Dutch Shell, Anglo-Iranian Oil Company (AIOC), luego conocida como British Petroleum (BP), Standard Oil of New York, luego conocida como Mobil. Hoy en día se encuentra fusionada y es parte de ExxonMobil. Standard Oil of California, luego conocida como Chevron. Se fusionó posteriormente con Texaco para formar ChevronTexaco. Actualmente su nombre es Chevron Corporation. Gulf Oil Corporation, que en 1985 fue adquirida casi totalmente por Chevron, mientras que la otra parte de las acciones quedó en poder de BP.

Pero lo que llama la atención en esta crisis estructural del "capitalismo venezolano" es la aparición de grupos políticos de derecha más los transmutados en izquierda, convertidos en perfectos anticipadores de desgracias. Son los que anuncian con ansiosa firmeza y repetición, un futuro deplorable para este país amarillo, azul y rojo. Redundando, obsesivamente, en los nombres y apellidos de los "culpables" y exonerando a los "inocentes". Apelan a cuanto artilugio se les ocurre con el propósito vicioso de dibujar la desgracia, apenas deslumbra el sol.

Precisemos, entonces, con un mínimo de historia puntual, cómo durante los gobiernos de Pérez Jiménez, Acción Democrática, y Copei, quienes esgrimían argumentos incuestionables sobre una crisis predecible, fueron descalificados con el mote de profetas del desastre. La diferencia entre los ayer profetas del desastre de los gobiernos pro yanqui y los hoy anticipadores de desgracias de los dos gobiernos "bolivarianos", pudiera encontrarse en lo siguiente: Los primeros demostraban con cifras en la mano, el milmillonario desfalco al erario nacional y el alto nivel de dependencia económica y política de la Casa Blanca y el Departamento de Estado (USA).

Ayer como hoy, no era extraña la corrupción oficial, ineptitud administrativa, miseria social, nepotismo, agricultura de puerto, falsa sustitución de importaciones, violencia a escalas, empresarios enriqueciendo sin el menor esfuerzo industrial y comercial. La crisis era de abundancia, ostentación, complicidad en masa y disfrazada creencia de que éramos un país rico. Nada se parecía tanto a una pompa de jabón como la economía petrolera venezolana con el subsidio a la improductividad y el oportunismo a boca e’ jarro. El clientelismo desmedido y el culto al liderazgo del momento.

Se sabía que era cuestión de tiempo y de gobiernos flatulentos para que estallara la pompa de jabón y se derramara sobre el país, la escasez de productos de primera y segunda necesidad, un bolívar hiperdevaluado, corrupción repotenciada, neonepotismo a la vista e impune y contrabando avalado con "soles" y "estrellas" permitiendo que en las alcabalas direccionadas hacia la frontera con Colombia, se hicieran de la vista gorda para colocar en los anaqueles del vecino país, el cuarenta por ciento de lo que se producía en nuestro territorio. Sumando en este excepcional tiempo, el cerco criminal económico y político de EEUU.

Aquellos profetas del desastre planteaban revertir el modelo político de gobierno y poner en marcha un nuevo concepto de economía diversificada, capaz de impulsar la trasformación del aparato productivo, inversiones en áreas alternas, industrializar el campo, fijar tasas justas para el pequeño y mediano empresario, cobrar impuestos sin padrinos escondidos llamando a los jefes de Ministerios para que archivaran sanciones por fraude fiscal, financiero y monetario. Abrir nuevos mercados internacionales, reducir la dependencia económica con EEUU. Enfrentar la manipulación mediática y la pérdida de la identidad cultural, entre otros paradigmas estructurales.

Ahora tenemos un tipo de personaje con una máscara similar pero con un añadido: no ofrecen salidas a la crisis, solo se limitan a dibujar desgracia y más desgracia en medio de la desgracia orgánica de la sociedad. Al oír cómo recurren al pasado con un dejo de nostalgia y sobredosis de datos estadísticos, indudables algunos, dudoso otros, pero enmarcados en un día a día angustiante, provocado por factores detestables pero, al parecer, intocables como las cadenas de comercialización, la mano peluda de ciertos personajes del "establecimiento", y una política económica difícil de admitir toda vez que antes que disminuir la magnitud de la crisis esta se disparó, groseramente.

Ciertamente que la calle está clamando repuestas económicas ajustadas a lo que dice la Constitución y el momento político. Exige de quienes tienen el control burocrático de la administración pública, abandonen el placentero aire acondicionado y la silla ejecutiva, los micrófonos y las cámaras, el discurso agotador, sensiblero, y meter las narices donde está el mal olor, el cáncer, la podredumbre, las hienas del capitalismo salvaje "a lo venezolano".

Nadie niega el tamaño de la desgracia inmerecida cual cuchillo filoso despellejando hasta los sueños de la patria grande, la patria nueva, no obstante, es miserable andar anunciando en cualquier sitio, ante cualquier escenario y por distintos canales, el rudo camino que transitamos la mayoría de los venezolanos y venezolanos de a pie, profesionales, campesinos y obreros. Frente a estos personajes tétricos, debemos sumars fuerzas para construir cambios desde las acciones de base, puntuales y multiplicadoras. Organizarse comunalmente alrededor de temas concretos de la crisis, por ejemplo, la producción sustentable y continua de artículos de primera necesidad, el férreo control del servicio de transporte público, entrega vigilada de divisas, captura y enjuiciamiento inmediato de ladrones de cuello blanco, anaranjado, amarillo y rojo, recolección de basura, supervisión estricta en el suministro de insumos médicos a los hospitales y CDI, entre otros.

Y, en forma paralela, comunicar con un discurso creíble, sencillo y directo sobre el futuro que podemos hacer desde ahora, a partir de hechos concretos, acciones inmediatas y evaluación permanente sin consideraciones aberrantes como el clientelismo partidista, cálculo político, preservación de micro feudos internos. Demostrar que sí es posible romper los viejos paradigmas de la sociedad de cómplices, burócratas corruptos e ineficaces, vanguardias políticas perdidas en susw propios laberintos...

Aunque la crisis no se puede esconder en bolsas negras, no menos real es la indiferencia generalizada expresada en quejas y reproches para ocultar la co -responsabilidad de la dura realidad que sufrimos. Cuesta romper los nudos ideológicos desde lo pequeño hasta lo inmenso, como el concepto de posesión sobre los medios de producción, la distribución de la riqueza y la manera de ejercer el Poder.

El miedo a reclamar los derechos básicos y la inteligencia para ejecutar acciones que honren nuestros deberes, deben sumar resultados positivos para abrir un agujero a la crisis. Anticipar la desgracia es desmoralizar el espíritu de lucha en este instante traumático. Desgraciados aquellos cuyo placer más alto es ver el cadáver de su vecino pasar frente a sus ojos, sin inmutarse; solicitar en el exterior la intervención extranjera y aplaudir cuando queman a una persona por tener "facciones chavistas" o porque les dio la gana.

Venezuela no es portadora universal de un virus insalvable. Esa funesta afirmación se la dejó a los que hacen del vaticinio infeliz, una práctica moralmente depredadora. El planeta entero vive profundas calamidades, pero la nuestra se focaliza en la pequeña conciencia y escaso sentido de la historia acumulada, de tal suerte que por encima de las circunstancias, hay un mañana que se hace hoy, escuchando menos a los repetidores de desastres, voces agoreras y anticipadores de desgracias.



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Elmer Niño


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