Última hora: ya no es la mano invisible sino un dedo impúdico (el de las compras)

  1. Miren ustedes cómo funciona el impúdico dedo invisible. Es cruento, indolente, impune de toda impunidad, y va de mostrador en mostrador haciendo de las suyas de modo más descarado, brutal y obsceno que quepa imaginar.
  2. Salgo a arreglar una tijera para cortar grama, que se me ha torcido y amellado. Me dirijo hasta el Puente de la Pedregosa, busco una herrería y pues allí me enderezan la tijera. Queda afiladita y cortona, y en el trayecto me detengo en un comercio que vende productos agrícolas. Pregunto por el precio de un saco de sal para queseros de 20 kilos, y me dice la dependienta que se vende a 13 millones. Son las 11 a.m. Entonces llamó a mi amigo Ángel Mora (en Canaguá) y le pregunto si le interesa ese precio para llevarle un saco, y me contesta: "Me parece bien el precio, cómpreme un saco". Espero que me haga la transferencia. Son las 12 del mediodía. Llega la transferencia y cuando voy a por el saco, la dependienta me dice que ahora vale 18 millones, y me dice que lo compre rapidito porque a la tarde puede que se duplique. El dedo invisible y hurgador entonces hace estragos.
  3. Se ha demostrado pues, que ya no se trata de la mano invisible sino de un dedo impúdico invisible más escabroso, perforador e incisivo que el de la mano invisible de la famosa teoría económica de Adam Smith. Lo ha descubierto el "Centro de Investigaciones de Procesos Económicos Entrópicos" de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Los Andes.
  4. Insistimos, se trata sí, de un dedo tenebroso, muy persistente que acaba produciendo desgarros y conmociones en todo el cuerpo y en el alma de los pobres compradores de cualquier vaina en Venezuela. Tanto es la ferocidad de sus escarceos, que produce además de escozor, asfixia, tensión y angustia. Y que mientras uno más pregunte por el precio de algo en la calle, el fulano dedo invisible se revolverá con furia en lo más profundo de las entrañas.
  5. Mi amiga Carmen Julia González fue a cobrar sus prestaciones en la gobernación del Estado Mérida, y le sacaron la cuenta y fue entonces cuando cayó en los temblores impúdicos del referido dedo invisible: ¡500. 000 bolos era todo lo que salía por sus prestaciones! La pobre (con el dedo invisible devorándoles hasta el hígado) salió y se compró un cigarrillo que le costó 400.000Bs, el cual quemó lentamente en la Esquina Caliente. "-Ya estoy pasada de sinvergüenza –me dijo Carmen Julia González - cada vez que pregunto por el precio de algo o puedo comprar algo sentía la fulana mano invisible que me cogía por el cuello y me ahogaba, pero ahora surge también de la nada ese dedo que me jurunga hasta las entrañas. Se trata de un dedo chorizudo, estrujante y además bien irreversible, porque siempre está subiendo, sube que sube …".
  6. Es ciertamente, hermanos y hermanas, salir de compras, uno de los actos más degradantes (humillantes) de estos momentos, porque los comerciantes van al fondo de tus entrañas y de tus nervios, empeñados en una de las jurungaderas más desvergonzadas y desvergonzantes que se hayan conocido en los anales de las turbulencias económicas de cualquier ligar del mundo: día a día los hombres venezolanos, los padres de familia, los jubilados, tienen que pasar por este examen prostático horrible en mercados, bancos, aeropuertos. Es allí donde se siente cómo reverbera lo del fulano y escabroso manoseo de la crueldad de los precios. No tienes otra salida, te hurgan hasta el alma y además terminas aceptando los precios, es decir te violan sin posibilidad de defensa alguna, y sin que puedas hacer nada.

 

 



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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