No me queda ninguna duda que para el Gobierno dar los pasos que ha dado en materia económica ha sido muy difícil, sin juzgar en este momento si las medidas tomadas son o no procedentes. Las mismas, a pesar de todo lo hecho para evitar aceptarlo públicamente, han significado la negación de lo que han venido diciendo desde hace unos 5 años por lo menos. Eran más que enfáticos en negar que la hiperinflación vivida era la consecuencia de la nefasta política de emitir dinero inorgánico. En este discurso embarcaron a economistas progubernamentales a quienes creía serios en su disciplina. Los hicieron prácticamente abjurar de sus conocimientos y preparación. Fue algo inaudito y además triste verlos afirmar que la inflación nada tenía que ver con el exceso de circulante. Era como hacer negar la redondez de la tierra o que ésta gira alrededor del sol. Pero eso hicieron y por largo tiempo, engañando a la población y ocultando su responsabilidad. Gobiernan pero son otros los responsables de sus errores.
Haber manipulado con el cuento de la guerra económica y muchos otros de este mismo tenor ha generado en los fanáticos pesuvecos el convencimiento de que todo lo malo que sucede es obra del imperialismo. Algunos incluso creen en la inoculación del cáncer que mató al comandante eterno. Decirles ahora que todo era un engaño propagandístico es difícil, de ahí que Maduro recurra a explicaciones irresponsables, deshonestas y ambiguas, para exculparse y exculpar a su gobierno: "Tuvimos que ir hacia una emisión de dinero no orgánico (..) Así es la vida, nos tocó jugar así". Fue incapaz de asumir sus culpas y las del Gobierno, aunque finalmente confesó el delito contra la nación venezolana. Y entonces nos habla de la necesidad de una estricta disciplina fiscal, que ahora sí llevará a la práctica. Quien falsifica los hechos y no asume su responsabilidad es difícil que pueda generar la credibilidad y confianza, que requiere un programa de ajustes como el planteado.
Pero Maduro tuvo incluso que ir más allá, siempre tratando de disimular las decisiones por el inmenso miedo a que lo llamen neoliberal, como ya lo han hecho, y a sus medidas las califiquen de "paquete" o mejor "paquetazo". Establece una relación entre el bolívar soberano y la ficción del petro, para luego anclar a la criptomoneda que ya no es criptomoneda al valor en dólares del barril de petróleo. Es decir, usa al dólar como divisa en el anclaje del petro, al odiado dólar, a la moneda del imperio enemigo y contra el cual la lucha es a muerte, pero a quien le sigue vendiendo el poco petróleo que aún producimos y le sigue comprando. ¡Curiosa guerra! Pero va más allá. Para calcular el monto en bolívares del salario mínimo, que fija en 30 dólares, reconoce el valor en bolívares (6 millones) indicado por la página "Dólar Today", la cual había descalificado siempre y señalada como de carácter especulativo, pero la utiliza para calcular el nuevo salario mínimo: US$ 30 x BsF 6.000.000,00 = BsF 180.000.000,00 = BsS 1.800,00.
No nos dijo cómo fue que pasamos de tener el mayor salario mínimo de toda Latinoamérica (calculado con el irreal cambio bolívar/dólar controlado por el gobierno), a tener hoy como una gran cosa sólo 30 dólares, una suma más de cuatro veces menor que el salario mínimo de Haití. Décadas de vivir en el engaño oficial se desmoronan, pero el Gobierno pretende seguir manteniendo la mentira en forma perversa. Presenta un paquete de ajustes incompletos, improvisados e inconexos como el "Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad", nombre rimbombante con el que pretenden que se olvide que lo que están haciendo es tratando de arreglar el desastre al que llevaron al país. Hablan de que "están haciendo historia nueva" cuando lo que tienen es un vulgar paquetazo. Son expertos en presentar los errores, perversiones y desastres como aciertos, virtudes y éxitos. Expertos en el engaño, la manipulación y la demagogia.