El neoliberalismo, abre un nuevo ciclo en Latinoamérica, gracias a las organizaciones socialistas de la Región, ciudadanos y un ala militar que cumple los diagramas de quienes profesan ser seguidores del comandante, Hugo Chávez Frías y Fidel Alejandro Castro Ruz. Sin duda, sus planteamientos vienen siendo criticados en todo el orbe mundial y buscan aliarse de nuevo al Fondo Monetario Internacional tras la búsqueda de nuevos créditos, porque vienen dejando sus zonas territoriales en una carraplana inmensa.
El protagonismo es espantoso, por la situación geopolítica heterogénea que se vive en todo el continente sureño. Incluso, entre los propios países en los que la izquierda y movimientos sociales han llegado a centralizar su proceso y avanzan en diferentes velocidades al neoliberalismo, dejando el verdadero izquierdismo atrás.
La reacción imperialista se ha hecho sentir y busca centralizar su poderío y resguardo local, enviando alertas continuas a sus bases militares que están alrededor de las cuencas hidrográficas y que, por las nuevas tecnologías, el cambio climático incrementa su acción voraz, alimentado por los vientos provenientes del Sahara.
Por lo tanto, los retos se siguen constantando para conformar una coyuntura política que desborde la militancia de una esfera partidista izquierdista que se asocie a una corriente neoliberal de Lula Da Silva y del partido de Diosdado Cabello, el Psuv que reúne junto a sus hijos a una generación de viejos y nuevos adecos y socialcristianos que son derechistas y mediante el terrorismo económico acobardan a la población venezolana, en Brasil y Argentina, atrasados todavía en el cumplimiento de su programación neoliberal y desplazamiento de los Mapuches de su territorio original.
Son ataduras de los grandes negocios que altos dirigentes del comunismo mundial y la derecha compaginan para derrotar las aspiraciones de grupos colectivos de vivir y coexistir en condiciones estables. Allí, esta Daniel Ortega Saavedra, el otrora máximo dirigente sandinista convertido en neoliberal y acosa a muerte con grupos vandálicos al mismo pueblo que le dio el triunfo. No hay que discutirlo, gracias a unos tratados y convenios con los norteamericanos y sus colonias, logró elevar la economía del país nica a un 5.4% de su PIB normal y la industria agrícola y lechera aumento en un 11.5%, antes de la toma del poder.
Ortega dijo este miércoles ante una concentración de sus seguidores y empleados públicos obligados a asistir una conmemoración partidista del 40 aniversario del asalto sandinista al Palacio Nacional, que lo ocurrido en los últimos meses "fue un levantamiento criminal armado en contra del pueblo, en contra de las instituciones del Estado y contra quienes fueron señalados como sandinistas. Así como los nazis decían que había que acabar con los judíos, estos nazis decían que hay que acabar con los sandinistas". Por supuesto que lo dicho por Ortega hay que entenderlo al revés. En ese mismo discurso dijo que cuando volvió a tomar el poder, en enero de 2007, el Seguro Social estaba quebrado. Pero la verdad es que en esa fecha el INSS tenía un superávit de 1,691 millones de córdobas, y a fines de 2017, como consecuencia de la corrupción y la ineficiencia administrativa la institución había acumulado un déficit de 2,373.8 millones de córdobas. No son cifras inventadas, son estadísticas del Banco Central.
Más allá de la elevación productiva por algunas transnacionales y el pueblo nica que sigue en su nivel deprimente y de aquí, sus protestas, buscando un nuevo avance.
Para esta fecha en años anteriores los productores, las autoridades del Ejército y la Policía ya tenían establecidas las fechas de las reuniones para ejecutar el plan de seguridad en el campo, pero esta vez aún no se define lo que "tiene preocupados a los productores". Daniel Ortega calificó de nazis a todos los participantes en las protestas que comenzaron el 18 de abril contra la impopular reforma del Seguro Social, las que por la brutal represión gubernamental se convirtieron en multitudinarias manifestaciones callejeras, tranques en las carreteras y barricadas en las ciudades, demandando el fin de la dictadura orteguista.
Los científicos sociales y políticos no reconocen el nazismo como una ideología. Sin embargo, el papa Juan Pablo II que ahora es un santo de la Iglesia católica lo caracterizó como "ideología del mal", igual que el comunismo contra el cual luchó en su natal Polonia y lo denunció en todo el mundo, incluso en Nicaragua cuando vino por primera vez, en 1983.
Pero sea ideología o no, lo cierto es que el nazismo es un sistema de poder extremadamente perverso y cruel que se basa en el odio irracional de los gobernantes hacia quienes los adversan, en el exclusivismo político del partido oficial, en el control totalitario del Estado y la sociedad, en un omnipresente sistema de espionaje y seguridad del Estado, en la militancia de una juventud fanatizada, en el control de la información pública y su sustitución por la propaganda oficialista
El orteguismo es también un régimen absolutista, como el nazismo, enemigo de la libertad, del Estado de derecho, la democracia, las elecciones libres y los derechos humanos, por lo cual los estudiantes y todos los ciudadanos nicaragüenses autoconvocados se alzaron en la insurrección cívica.
No deja de ser irónico que el mismo día que Ortega calificó de nazis a los autoconvocados, un escolar de 14 años de edad denunció que varios policías, utilizando una jeringa, le grabaron en la piel de un antebrazo las letras FSLN. Para quienes no lo sabían, los nazis alemanes tatuaban de esa manera, en la piel de los brazos de sus prisioneros, los números que les asignaban al ingresar en los campos de concentración y de exterminio.
Haciendo uso de la vieja retórica antimperialista, Daniel Ortega ha rechazado la creación del grupo de trabajo de la OEA, presidido por Canadá, para "contribuir a la búsqueda de soluciones pacíficas y sostenibles a la situación que se registra en Nicaragua".
El canciller nicaragüense ha recordado que la OEA no es más que el Ministerio de Colonias de Washington, y ha dicho que "los integrantes de esa comisión que conforma y dirige Estados Unidos en el afán de seguir interviniendo en los asuntos internos de Nicaragua desde la OEA no son bienvenidos a nuestro país".
Pero recordemos que, en 1978, la OEA formó un grupo de trabajo similar integrado por Estados Unidos, República Dominicana y Guatemala, cuyos integrantes vinieron en plena insurrección de septiembre, como mediadores. En representación del FSLN participé en las negociaciones con el gobierno de Somoza, conducidas por ellos.
Fracasaron porque Somoza le dio largas a la propuesta de un plebiscito en el que se votaría si se quedaba o no en el poder; pero pocos meses después, en mayo de 1979, uno de los integrantes de la comisión, William Bowdler, regresó para reemprender las pláticas, ahora con la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, y nos reunimos con él en Costa Rica y en Panamá. Ortega era miembro de la Junta.
La Dirección Nacional del FSLN, donde también estaba Ortega, respaldaba esas negociaciones directas con Estados Unidos. Y se llegó a acuerdos concretos: Somoza renunciaba y se iba de Nicaragua con su familia y allegados íntimos sin pagar por sus delitos de lesa humanidad.
Y se convino, además, que una vez depurada, la Guardia Nacional sería parte del nuevo ejército en las que entraría también la guerrilla del FSLN, formando un Estado Mayor Conjunto equilibrado. Las cosas no llegaron a ser así porque al negarse a renunciar el vicepresidente Urcuyo, una vez Somoza exiliado en Miami, la Guardia Nacional terminó desbandándose. Pero aquellos fueron los acuerdos.
Ortega no acepta hoy "intervenciones extranjeras", entre ellas el calendario electoral elaborado por la OEA, que culminaría con elecciones adelantadas para 2019. Ya lo había aceptado, según el secretario general Luis Almagro, pero ahora se desdice, obnubilado por su "victoria militar" frente a una rebelión desarmada, alegando inconstitucionalidad. Lo cual es falso.
La guerra civil que a lo largo de los años ochenta terminó gracias a las gestiones de paz del presidente de Costa Rica, Oscar Arias, encauzadas a través del proceso en el que participaron los presidentes de los países centroamericanos. La meta era poner fin a los conflictos armados en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
El primer acuerdo se firmó el 7 de agosto de 1987 en Esquipulas, Guatemala, y en él se establecía el compromiso de celebrar "elecciones libres y democráticas", bajo la supervisión de la OEA y las Naciones Unidas.
Y Ortega aceptó más. En la cumbre de presidentes en Costa del Sol, El Salvador, del 14 de febrero de 1989, se comprometió a reformar la Constitución para adelantar a febrero las elecciones programadas para noviembre de 1990, acortando su propio período.
No fue injerencia entonces que la OEA desplegara una numerosa misión de observadores para certificar esas elecciones.
Si la soberanía de Nicaragua está herida de muerte es por algo muy diferente: el tratado del Gran Canal Interoceánico, firmado en junio de 2013, que entrega el país al aventurero chino Wang Ying, salido de la nada. Este tratado inaudito, convertido en ley, fue publicado en inglés en el diario oficial, y sigue vigente. Un día, ojalá no lejano, deberá ser derogado.
Hoy, Daniel Ortega, Cristina y Mauricio Macri de Argentina, Lula Da Silva de Brasil y Nicolás Maduro Moros representa la izquierda del Sur, engañaron a millones de latinos con sus falsos programas de trabajo popular y crecimiento ideológico, basados en Carlos Marx. Berkeley y Emmanuel Kant para comenzar. Hoy, tenemos pueblos que se mueren de hambre y de miseria al no tener asistencia médica y alimentos proteicos, nos debilitan con bolsas de comida contentivas de puras bolsas CLAPS que, de fondo, solo tienen un mecanismo de idiotización y captación digital de nuestros ingresos y capital laboral.
Jamás, estos hombres y mujer, han sido socialistas, menos comunistas.
Los únicos presidentes abiertos hacia el pueblo han sido Rafael Correa, Pepe Mujica y Álvaro Ribe Vélez, cada uno en sus realidades geopolíticas y esquemas de gobierno.
Tiraron por la borda, todo el trabajo descrito por el comandante, Hugo Chávez Frías, lanzado por la borda, desde el Ferrocarril hasta el sistema productivo nacional.
Lo demás ha sido enjambres de palabras, oscurantismo, santerías, sacrificios de animales y palomas, brujerías, asesinatos indirectos de control social, hambre y pobreza.
Nicaragua y Venezuela, deben despertar del oscurantismo neoliberal preconizado por el dúo Diosdado- Maduro y el capitalista, Daniel Ortega Saavedra.