Los análisis que hablan acerca de la ineficiencia del gobierno, de la inflación, del doble mensaje, de sus mentiras, de la inseguridad jurídica, son casi iguales de lado y lado, la única diferencia está en las soluciones:
Los marxistas socialista chavistas creemos que hay que producir en dimensión social y para satisfacer a la sociedad, que la riqueza del producto del trabajo social debe regresa a la sociedad en salud, educación, cultura, salubridad, vivienda, ciencia y tecnología, todo público y gratuito. Y los capitalistas y protocapitalistas creen en que se debe reducir el Estado (no todo, la fuerza armada y la policía quedarían para cuidar sus intereses) privatizando todo las empresas del sector primario de la economía (petróleo, minería) las del sector secundario (agropecuarias) y de servicios (Bancos, comercio, distribución, electricidad, agua potable y telecomunicaciones).
Sin embargo los dos bandos encontrados coinciden en que el “sueño reformista” de Maduro, fracasó.
El reformismo de Maduro (y los otros también) intenta conciliar sus sueños “socialistas” (o reformistas) con los intereses de la burguesía, aquellos que ellos llaman “empresarios nacionalistas y honestos”. Por ahí dejan colar, a todos (Conscientes de hacerlo así), a empresarios como la familia Cisneros, a Lorenzo Mendoza, a las petroleras expulsadas por Chávez (hablamos de Exxxon y Shell), a las rusas y chinas, e italianas, francesas, turcas: Gazpron, China Petroleo, Total, ENI, etc. más las funestas empresas mieras del oro, diamante y coltán, y etc.
Con esta fuerza capitalista a su lado intenta Maduro gobernar de forma independiente; se trata de un sueño, y nada más. El resultado es que políticamente al país ahora no lo gobierna nadie, ni los capitalistas, ni Maduro. Los representantes del capitalismo (Conindustria, Fedecámaras, Fedeindustria, Venamcham…) necesitan un Estado a la medida de sus necesidades económicas y comerciales, es decir, de sus ambiciones, de sus agallas. Una democracia burguesa que funcione correctamente, sin sorpresas, estabilidad política, donde se les reconozcan sus derechos a explotar la naturaleza y a hacerse cada vez más ricos, sus privilegios, a esclavizar a los trabajadores y explotarlos, en fin, a romper la reglas que ellos mismo nos imponen.
Los marxistas socialistas chavistas, precavidos de las intenciones y más aun de las acciones de éstos, creemos que el pueblo chavista, trabajador, explotado…, debe demoler sus pretensiones, aplastar a la clase social que el capitalismo representa, acabar con la burguesía como clase social privilegiada, dicho así de simple y sin complejos pendejos…, pero que no es nada simple. No obstante esa debe ser una de nuestras metas principales para alcanzar la revolución socialista, someter y acabar con la burguesía como clase social privilegiada, explotadora del trabajo y expropiadora de la riqueza social. No debe haber espacio para que anide el gusano de la explotación, del individualismo mezquino, de la indiferencia y desprecio humanos.
¿Que eso no se puede hacer?: No se puede…, si no se intenta. Lenin alcanzó una de las etapas más duras de este proceso, Fidel junto al Che y los otros héroes de la revolución cubana también, Chávez lo intentó hasta que lo asesinaron. El “sueño reformista” ha emergido siempre para evitarlo, es la fórmula pequeñoburguesa para diluir la densidad de las revoluciones socialistas, representa la clase de aquellos que aspiran a ocupar el puesto de los grandes propietarios, sus casas, sus lujos, sus modales, sus fortunas; si la clase media de un país como el nuestro estuviera en el poder no haría más de lo que ahora está haciendo Maduro y su equipo: intentando conciliar con sus “modelos morales”.
Para hacer la revolución hay que pensar como revolucionarios, como un trabajador explotado consciente, no como un aspirante que quiere subir en la escala social; hay que pensar en alcanzar el poder, conquistarlo y darle vuelta a la tortilla, que seamos los obreros y trabajadores quienes impongamos nuestras leyes y acabemos con los privilegios de una vez.
Siempre habrá violencia en esto, pero no porque esa violencia sea un fin de la revolución socialista. Habrá violencia porque los capitalistas y la burguesía (también la pequeñaburguesía), no van a permitir de forma pacífica que cambien las cosas dentro de la sociedad, se van a resistir y van a pelear duro, con armas de todo tipo, de primera, segunda, tercera, cuarta, quinta generación; van usar, manipular, sacrificar gente, naturaleza y dinero. La paz no es una opción de lucha, es una meta. Solo habrá paz en una sociedad libre, justa, igualitaria, profundamente amorosa y humana. Para eso hay que tomar el poder y demoler al Estado burgués en su totalidad, hacia esa dirección deben ir todos los esfuerzos, no hay atajos, no hay otros caminos posibles, se trata de intereses de clases encontrados, irreconciliables.
Si eres obrero de Polar, si eres un empleado de Movilnet o de Venevisión, así seas diputado a la ANC, Lorenzo Mendoza jamás te invitará a su cumpleaños y en tu vida vas a conocer la casa de Gustavo Cisneros, por lo menos con él adentro. Hermano ¡Despierta de esos “sueños reformistas”!, devaneos capitalistas y pequeñoburgueses, piensa en la revolución socialista, en Chávez, y en que una vida puede valer mucho más en la lucha constante por cambiar el mundo que acumular todo el oro del mundo. Se trata de vida, de seres y sueños realizables, humanos, no de quedarse dormido, abrir los ojos y vernos viejos, acabados y cargados de mentiras.