El pensamiento dogmático simplón de algunos ha cargado contra Wilmer Castro Soteldo, extrayendo con pinzas una frase de este en una intervención que duró quince minutos, en su programa "Cultivando Patria". La frase en cuestión fue: "Debemos ir a la construcción de una burguesía revolucionaria y transformadora que alcance los estadios de liberación económica de nuestro país". Voy a reconocer que la frase en sí misma puede parecer confusa, pero solo si se saca del contexto de toda la exposición, método simplista que he sufrido yo mismo alguna vez: se concentra el "debate" en una palabra y se obvia el marco de referencia que apunta a lo nuclear del discurso.
Las palabras "pecaminosas" de Castro Soteldo fueron expresadas luego de referir fragmentos del libro del escritor venezolano, Orlando Araujo, "Venezuela violenta" en el cual este analiza a la burguesía nacional, sus divisiones y sus roles históricos. Castro, sustentado en Araujo, apunta a las diferencias entre una burguesía parasitaria, rentista, improductiva, y una nacionalista y productora.
Se puede estar o no de acuerdo con Castro Soteldo, pero nadie puede negar la justeza de su propuesta de un debate harto necesario: "El tema de la burguesía nacional es un concepto que nos hemos limitado en debatir y este momento que vive la Patria hace necesario ese debate". En mi opinión, se trata de un debate de índole estratégica.
En su exposición, Castro hace referencias al desarrollo histórico de una burguesía parasitaria y latifundista, enriquecida con el aprovechamiento de la renta petrolera y de la renta de la tierra, y la diferencia con sectores productivos de la burguesía nacionalista, señalando que esta última es una fuerza viva a la que la revolución debe abordar. Agrega que ese sector de la burguesía más bien necesita la intervención del Estado y de una alianza con el mismo. Plantea Castro la exigencia de una alianza entre el pueblo organizado, el Estado y sectores productivos privados ¡Pecado mortal, según los portaestandartes de una supuesta defensa de algo que ellos llaman el "legado de Chávez"! Lo hacen, por cierto, prescindiendo del pensamiento real de Chávez, asignándole al gran líder ideas imaginarias contrarias a las que realmente expresó y practicó.
Como trato de fundamentar las cosas que digo en realidades y no en especulaciones construidas artificiosamente en mi pobre cerebro, voy a ir a la fuente original, a Chávez mismo (cuando especulo, que también lo hago con gusto, lo aclaro de entrada, lo llamo "elucubraciones").
¿Qué decía Chávez de la burguesía y su papel en la Revolución Bolivariana, en torno a las tareas del desarrollo productivo del país? Voy a remitirme a un importante evento que tuvo lugar el 11 de junio de 2008 en el Gran Salón del Hotel Alba Caracas y que fue denominado "Reimpulso productivo. La inversión es Venezuela". Acaso se sorprenderán algunos por la pluralidad del público presente en el acto. Veamos.
El acto del Hotel Alba Caracas se inició con un audiovisual titulado "Rumbo a los cinco años de crecimiento sostenido y significativo", en el cual se expresa claramente que "En el Plan Simón Bolívar apuntamos que el nuevo modelo productivo estará representado por las empresas del Estado, las empresas de la economía social y las empresas privadas". Es decir, se trata del tipo de alianzas a las que se refiere, sin lugar a dudas, Castro Soteldo. Después, en su discurso para la ocasión, Chávez elogio efusivamente "a los industriales y empresarios que contribuyen a forjar la riqueza de este país y que comprenden la necesidad de que el capital cumpla su responsabilidad social".
El Comandante Histórico afirmó que "para graficar esta línea estratégica del Programa del Fomento Productivo, perfectamente nosotros podemos hacer alianzas con los sectores privados, y conformar una red de empresas mixtas para desarrollar aguas abajo todo lo que es la siderúrgica, metalmecánica, etcétera". Y también: "vamos a seguir pues, dándole vigor a la inversión social, infraestructura, energética, petrolera, agrícola, industrial, agroindustrial, y repito, los invitamos a todos a que nos juntemos, juntemos potenciales, juntemos fuerzas para avanzar más rápido en el marco del proyecto socialista, que es el Estado, es la economía política, la política económica, es la repolitización de la economía, el sector privado nacional, nacionalista".
Añadió Chávez en su discurso: "Respetamos el sector privado. Ahora, el sector privado debe estar regulado por el Estado, debe estar regulado, y coexistiendo con el Estado, y en el marco de las leyes, las regulaciones que imponga el Gobierno legítimo, y en debate permanente, en debate permanente; y en evolución permanente de esas condiciones de regulación"- Coexistencia regulada, el concepto es diáfano, indubitable.
Ahora bien, prepárense los dogmáticos simplones, les va a dar un infarto cuando les recuerde expresiones de Chávez en aquella ocasión, presentadas con ese estilo llano tan venezolano que lo caracterizaba: "¿Aquel no es Braulio Álvarez que está allá? Braulio, ¿cómo estás? Es una alianza estratégica ahí con Cudemus, con Pérez Abad, con Mendoza, tienen a Braulio y Mendoza, una alianza táctica, estratégica más bien". Y además: "Por eso qué bueno ver allá al guerrillero Braulio Álvarez, ahí al lado de Mendoza y de Escotet ¿no? Somos iguales pues, somos iguales; quitémonos de la cabeza aquello de que los blancos son superiores a los negros, o los ricos superiores a los pobres, somos iguales".
Chávez nunca dejó de llamar a todos los sectores a la unidad nacional en pro del bienestar de la Nación y del pueblo. Recordemos sus palabras en la madrugada del 14 de febrero de 2002, después del golpe de Estado, cuando se dirigió a los principales demiurgos de aquella intentona, los dueños de medios de comunicación privados, con un crucifijo en la mano, y los llamó a la reflexión porque "este país también es de ustedes". Ese era el verdadero pensamiento profundo de Chávez, amplio, amoroso, creativo, abarcador. En el mismo discurso varias veces citado, dijo: "Yo creo haber demostrado a lo largo de estos años, firmeza, sí, debo tenerla, pero acompañada de la flexibilidad necesaria, no soy para nada dogmático, no me aferro a ningún dogma". Esto debería ser una buena lección para todos nosotros.
Uno de los problemas de los dogmáticos simplones es que asumen que el mundo está en sus cabezas y desprecian el principal dato a tener en cuenta para el análisis: la realidad, terca, invencible, insustituible, reacia a sujetarse a las páginas de los libros, a las teorías, a los juegos de la limitada mente humana. Esto hace que actúen obviando una necesidad que tiene este país, y con lo cual creo que estamos todos en deuda: la caracterización desprejuiciada de nuestra realidad. Yo he ensayado algún intento en ese sentido, corto, defectuoso, necesitado de profundización y desarrollo: Venezuela es un país capitalista con un gobierno popular y nacionalista, ejercido por una tendencia antiimperialista, que propone una estrategia socialista, a través de un proceso de TRANSICIÓN. Destaco este último término porque estoy de acuerdo con las aproximaciones de Chávez y Castro Soteldo en el sentido de propugnar alianzas con sectores de la burguesía nacional que estén dispuestos a coexistir con nuevas formas de la economía y modos de producción, siempre bajo el papel rector del Estado. Ese es el fondo del planteamiento de Castro que quiere ser obviado acudiendo a su reducción a un calificativo que no representa el meollo del concepto central de una exposición que encierra el llamado a un debate necesario.
En fin, lo principal que destaco de la intervención de Castro Soteldo es esa convocatoria al debate de estos temas, sin prejuicios, sin dogmas, de cara al país. Yo he hecho una propuesta que sostengo: la realización de un Congreso Nacional de Economía, un evento no vinculante, que convoque a todos los factores económicos del país, públicos, populares, privados ¡A todos! para debatir ante el país temas que vayan desde la confrontación de los modelos económicos hasta la posibilidad de acuerdos posibles para contribuir a la recuperación económica bajo los términos de la Constitución Bolivariana, que es anti monopólica pero que reconoce y respeta la existencia de la propiedad privada de medios de producción, así como otras formas de producción, públicas, sociales y mixtas. En economía también vale la máxima robinsoniana: o inventamos o erramos.