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Lo advertí en otro artículo que estoy en estado de ARRECHERA PERMANENTE (OJO: para nada en plan de amargado, cosa muy diferente). Usted ve en todas las imágenes de nuestros próceres (Bolívar, Sucre, Urdaneta, Santiago Mariño, Sublette, Páez, Bartolomé Salom, Arizmendi, Bermúdez, José Félix Ribas, …) que jamás aparecen siquiera sonreídos. Eran personas muy serias que andaban siempre en algo muy profundo, para entonces ponerse en plan de mostrar la dientera o en posición de morisqueteo permanente. La reidera, incluso la chanza y la jodederita de cada minuto es una manera de sacarle el cuerpo y olvidarse de lo que más reclama nuestra seriedad y nuestro compromiso con los ingentes problemas del momento. Con una guasa nos solemos desentender de lo crítico de una situación, y decirnos a nosotros mismos y a los demás que los grandes problemas pueden esperar para otro momento (que a lo mejor nunca llega).
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La sonrisa en los dirigentes de partidos, y para promocionarse sobre todo como candidatos, es una invención de los vendedores de imágenes gringos, para ello basta leer el libro de Joe Mcginniss, "Como se vende un presidente". Es casi imposible en estos tiempos ver a un candidato a cualquier cargo de representación que ya no esté minado por esta vacuidad y por lo tanto no aparezca sonreído, y casi todas esas imágenes son horribles (de verdaderas hienas). Vean las de Obama, Trump, la Hillary, Kuczynski, Macri, Piñera, Peña Nieto, Iván Duque, Juan Manuel Santos… Yo, esta crítica la publiqué hace algún tiempo en el semanario "El Paso de Los Andes", y un gobernador de Mérida (al que todo el tiempo le colgaba una deprimente sonrisa de bobo para todo), se molestó y mandó a cerrar dicho semanario. Lo censuró, porque dijo que eso no era un pensamiento moderno.
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Yo iba a titular este artículo: "A quién le importa un carajo el otro… en este gran peo?", pero luego se me ocurrió pensar, quién puede imaginarse, por ejemplo a un revolucionario como el Che, en esa mariquera de andar haciéndose selfies, un hombre que no tenía tiempo sino para trabajar, pensar y ponerse del lado del pueblo donde el pueblo estaba pasando las más grandes necesidades. Todas esas fotos que le tomaron se las hicieron en contra de su gusto que no andaba para eso. Después las grandes empresas mediáticas las usaron para sus negocios. Ya comienzo a sentir asco por esa vaina de los selfies que es como otra manera de andar promocionándose en el arribismo partidista e ir diciendo a los pendejos o embobados por las redes: "Miren que aquí estoy con fulano que es uno de los que más mea en la política… No me olviden ni me dejen de lado… que aquí estoy dando la pelea", ¿y qué coño de pelea?, y lo que hacen es dar la cómica, ¡NOJODA pónganse a trabajar que la cosa está bien fea!...
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Y por eso estamos tan disgregados y dispersos en las actuales aguas embravecidas, en medio de tormentas de acero y vientos malditos que sacuden todos nuestros estamentos y nervios. Nosotros los pobres diablos vamos contracorriente solos, tratando de defendernos cómo podemos, llevando coñazos incesantes, sorteando peligros enormes siempre con el agua al cuello y muy solos y desintegrados. Aunque parezca mentira para muchos revolucionarios hay un "sálvese quien pueda", algo que es doloroso admitirlo, pero que no ocurría cuando Chávez estaba vivo por otras circunstancias que ahora vamos entendiendo. Uno percibía que Chávez estaba pendiente de todo el mundo, y cuando uno menos lo esperaba ahí estaba el Comandante preguntando, arguyendo, resolviendo y dando la cara como él sabía hacerlo. No quiero en absoluto con esto criticar lo que hace el presidente Maduro quien ha estado dando la pelea con entera lealtad, valor y coraje: No! Sólo decir, que en habiéndose muerto Chávez dejamos en muchos aspectos de estar en onda con todo lo que nos rodea. Hubo una parte de nuestras antenas vitales que se estropeó, que se perturbó seriamente, y que entonces urgentemente hay que ponerlas nuevamente órbita.
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En la revolución bolivariana se nos está presentando una gran desorientación sobre lo prioritario, y aun amenaza en cada camarada o en cada corro un interés inmediato de supervivencia en lo político partidista. En una inmensa mayoría de los actuales cuadros se está pensando en el futuro de cada cual y no realmente en el destino de la patria y de la revolución, y esto uno lo ve en la calle con el peo de los comerciantes que están haciendo muertos de la risa lo que les da la gana con nosotros. Esto constituye una de nuestras peores debilidades y trabas para avanzar, para romper tantos nudos gordianos en la actual guerra económica (por ejemplo, insisto), razón por la cual a la vez han estado aflorando tantos traidores dentro nuestra propia organización revolucionaria.
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Hay una tremenda soledad en los que tratan de dar la cara en las batallas diarias de estas difíciles circunstancias, son soldados que parecieran haber sido licenciados o que quedaron repentinamente sin destino que ahora vagan enfrentados contra mil gigantes, en los disimiles campos de lucha, de modo que usted se los encuentra (otrora camaradas curtidos en tantos combates) que van desarmados y angustiados sin saber cómo ofrecer sus servicios y sus saberes.
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Hay una desconexión preocupante producto de que muchos de nuestros líderes sólo andan velando por sus parcelas de trabajo o de poder, por lo que en este desbarajuste hemos perdido nobles y aguerridos camaradas que son vitales para el sostén de las tareas esenciales del proceso.
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Llegando entonces por todo esto, al extremo de que muchos ya no saben cómo servir o cómo ayudar a sus comunidades: ¿Quién responde allá arriba por los clamores de tantos seres que están a la deriva? Casi nadie quiere comprometerse a responder por las angustias que cunden por doquier, y todo sigue centrándose para sus posibles soluciones sólo en Caracas, y los atormentados que necesitan una ayuda para allá cogen sólo para regresar a sus lares con las manos vacías y a veces (horrible!) desahuciados de toda esperanza. Ahí está el caso del pobre Juan Veroes (un luchador social tan extraordinario que en toda su vida no ha hecho sino velar por las necesidades de los pobres), quien con una amenaza de cáncer se fue desde Mérida a buscar una mano hermana que le ayudara, y dio tantos tumbos que volvió al punto de partida encontrándose peor que cuando se fue.
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Yo hice un llamado público para que alguien se apiadara del estado de Juan Veroes, y él en medio de su humildad, cogió por cien caminos diferentes en mil autobuses durmiendo en mil paradas hasta que llegó como pudo a Caracas. ¡NARANJAS!
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Quiero pedirle a cada camarada que se haga un real, contundente y profundo examen de conciencia, y desnude su alma (sin cámaras de ningún tipo), y se vea tal cual y como ha sido hasta el presente, y en función de ese examen diga si realmente está haciendo lo que debe por el país y por la revolución, por todo aquello por lo que Chávez tanto nos pidió esfuerzos y sacrificios, y por lo que él mismo acabó dando su vida. Que se pregunte si está en el lugar necesario, fajándose con entereza y de todo su corazón por lo que en este momento exige la patria. Que se confiese con total crudeza, para luego asumir el papel que debe, o retirarse si se da el caso, y por tanto dejarle el campo a otros… nada más ni nada menos.