¿Hasta cuándo la tolerancia en el mundo acerca de los desmanes del imperio estadounidense? Ya basta de que los países satélites del presidente de los EEUU, Donald Trump, le sigan haciendo la ola en cada desafuero. Ya basta de cerrar los ojos o voltear la mirada a un lado ante tanta injusticia. ¿Hasta cuándo los seres humanos tienen que pagar con su pobreza, con su miseria, con su sangre, la ambición de poder, la sed de riquezas, todo ese consumismo desmedido de los Estados Unidos, que los obliga pretender los recursos naturales del planeta por encima de la soberanía y la autodeterminación del resto de los pueblos del mundo?
El Gobierno de los EEUU debería entender que no le alcanzarán todas las bombas atómicas, los misiles, los aviones, helicópteros de combate, buques, barcos de guerra, en fin, todo su poderío militar, para contener el hambre y las necesidades que ellos mismos producen en el planeta, muy penosamente con el apoyo de sus presidentes arrastrados, que les colocan en bandeja de plata todos los recursos -naturales y no naturales- de los países que representan a costilla de las necesidades de la gente, principalmente, la más pobre.
El imperio estadounidense pondrá de rodillas a los representantes de organizaciones internacionales como la OEA, de los mandatarios de sus países satélites entre los que se enuentran el Grupo de Lima, la Unión Europea, pero jamás podrá poner de rodillas a una madre o a un padre con un hijo o una hija muriendo de hambre en los brazos.
El caso de los migrantes mexicanos es un ejemplo palpable. En la frontera de México y los EEUU, la policía de frontera norteamericana los caza a tiros como conejos arreados, los despoja de sus hijos y los encierra en jaulas y, sin embargo, continúan desafiando la muerte huyendo de la miseria que ellos (los gringos), históricamente y en complicidad con los gobernantes de turno del país azteca han ocasionado.
En Colombia fue y es peor, allí verdaderamente si se produjo una diáspora del tamaño de la indignidad de la oligarquía que siempre los ha gobernado, y hoy en día la gente sigue migrando debido a la miseria y la guerra interna que provocó el imperio yanqui en conchupancia con los gobernantes santandereanos, que además de dejarse instalar las bases militares gringas en su territorio, ahora los soldados imperiales les violan las mujeres y ellos hacen un deplorable silencio criminal, inmoral, entreguista. ¡Qué aberración!
Actualmente se vino de golpe la migración de Honduras de miles y miles de personas, con la misma historia de los pueblos oprimidos por los EEUU: violencia, hambre, desnutrición, falta de salud, de educación, y la repuesta amorosa del demócrata Donald Trump, presidente del país que más respeta los derechos humanos en el mundo, certificado por Luis Almagro, el energúmeno secretario general de la OEA, es que si el gobierno de Honduras no detiene esa avalancha de personas hambrientas, pidiendo auxilio, queriendo sobrevivir, le quitará la ayuda. Y colocó en sus áreas limítrofes a los militares y a los asesinos de su policía fronteriza, con la orden de impedirles el paso a cualquier precio.
En cambio, la reacción del tirano, Nicolás Maduro Moros, el presidente de esta brutal dictadura en Venezuela, quien ordena traer a la gente que se ha ido de regreso en avión con todos los gastos pagados, y entrega hasta el alma por llevar a cada hogar venezolano una caja de comida, fue llamar al respeto al gobierno de los Estados Unidos, a la humanidad, la legalidad y a que abra las puertas de su país en vez de estar gastando miles de millones en misiles y bombas para la guerra".
Ya lo advirtió nuestro Libertador Simón Bolívar en aquellos tiempos: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad".
Y a estas alturas no engaña a nadie, el mundo sabe que el imperio gringo es sinónimo de sangre, muerte, invasión, bombardeo, desolación, miseria, ruina, destrucción, desgracia…Llegó el momento de entender que los pueblos eligen presidentes que gobiernen en función del bienestar de las mayorías, no para que se le bajen los pantalones al gobernante de turno de la Casa Blanca.
¡Viva Bolívar, viva Chávez, viva Maduro!, ejemplos de humanismo, solidaridad y dignidad.