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Interpretando a Gramsci, los selfies vienen a ser parte del material ideológico de la derecha, un instrumento de difusión del capitalismo que básicamente sirve para mostrar "bellos" rostros (muy cotizados en el mercado de los medios de comunicación de masas), para promocionar "seductoras" lolas, traseros como propalar memeces vulgares. Los selfies no ayudan a pensar sino a automatizar y uniformar las ideas sin que logren formar en alguien criterios propios: un arma poderosísima del capitalismo cuyo fin es degradar y no elevar a nadie; contribuyen los selfies a la frivolización de la política cuando quienes los usan se dedican a las poses, a las morisquetas o sonrisitas que para nada profundizan ni en la realidad ni en el conocimiento; mucho menos sirven para transformar esa realidad hacia lo noble y justo, como tampoco para la liberación de las mentes colonizadas. Hay que tener en cuenta además, que casi todo lo que se envía con los seflies está retocado, y con una intención fraudulenta.
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Qué imagen puede pesar más para el común de la gente, ¿alguien eufórico en una marcha revolucionaria, la gráfica de un grupo que agita unas banderas en plan de indignación, gente dedicada al campo o la súbita aparición en el celular de un trasero con todas sus "iridiscentes atractivos"? Hagan la comparación y saquen conclusiones. Todo eso está muy bien estudiado por los cerebros de la burguesía y el comercio avasallante de las nuevas tecnologías…
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Aquella sentencia de que una imagen vale más que mil palabras es hoy absolutamente ridícula; que se lo digan a Bolívar, Marx o Lenin que vivían entre la genialidad de lo creativo dejando sentencias que son eternas. Hay palabras que adquieren la fuerza de la eternidad, del pensamiento y hay millones de imágenes que diariamente se echan a la basura sin provocar otra cosa que desdén, pérdida de tiempo o aburrimiento.
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Otro ejemplo, con un promedio de 72 selfies por día, que al mes resultan 2.160, y que en un año nos dan 25.920 selfies, es el caso del joven Showlín Mota quien cree habérsela comido fajándose por las redes, mostrando su faz feliz en cada fotografía, haciendo ver que está en plena batalla liberadora, y con sus imágenes nadie que le siga puede estar pensando en liberarse, en indignarse y con ello salir al frente al frente de una guerra por la humanidad. Algunos aducen que eso de los selfies se trata de la necesidad de construir una personalidad de la que se carece, porque como ya quienes viven en este micro-hollywood casero no tienen un destino, entonces se inventan funciones a través de las redes, mostrándose de una manera que ellos quisieran ser. Se entregan al uso de retoques para los cuales hay programas fabulosos que consiguen un sujeto o una sujeta "bello" o "bella", "simpático" o "simpática", "atractivo" o "atractiva".
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Por otro lado estamos viviendo algo que podría llamarse EL SÍNDROME DEL ASOMADO. Asomados en las marchas para que los capte la cámara con algún personaje notable. Asomados en las reuniones haciendo ver que nunca descansan. Asomados en esos encuentros en los que se consumen miles de horas en divagaciones inacabables. Lo advertimos: el hombre que no se impone una disciplina de trabajo creativa acaba en la nada y no vale nada. Por eso hoy vemos a tantos galanes que otrora tuvieron harta figuración y poder y hoy deambulan como fantasmas. No nos molesta que en esos selfies aparezca el pueblo, que siempre es santo, inocente y transparente, lo grave son los eternos ASOMADOS... ¡GUILLO, que hay auto-guillotinas!
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En realidad, nos conmueve ese gran esfuerzo de Showlín que no le ha dado tiempo al pobre para que estudie, siembre ni mucho menos se dedique a pensar. Desde la madrugada esta Showlín dale que dale al fulano aparatito. Además de la foto, Showlín consume un largo tiempo editándolas. Se arregla Showlín primero ante un espejo, se mira y se remira los distintos cuadres, calcula los ángulos y poses, sonríe o abre descomunalmente los ojos, amaga con un mohín medio cómico o frunce los labios a los Brad Pitt, y se echa un baño de clics, para luego pasar un tiempo seleccionando las que para él son de atraco, de padre y Señor Nuestro.
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En realidad, el peligro de los fulanos selfies es cuando todo se disipa el tiempo y la vida en fatuas fotos, en show o en pantalla, que no acaba dejar nada para una obra realmente revolucionaria, para el trabajo y la verdadera creatividad. Nadie se eleva, se cultiva, realiza un trabajo social edificante o se forma ideológica y moralmente mirándose a sí mismo a través de selfies.
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En esta época, no se crea que los fakes news y los reality shows están únicamente en las grandes corporaciones mediáticas. No señor. Muchos narcisitos están montando sus propias empresitas particulares con harta promoción de mentiras, desvanecimientos, envanecimientos y cursis montajes.
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Acosados por mirones de las redes, nadie puede ahora trabajar calladamente, en todos lados se está a la caza de una foto para que se vea lo que se hace, cuando casi siempre se toman fotos porque realmente no se está haciendo NADA!
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Se piensa que el fenómeno de los selfies se dan entre jóvenes entre 18 y 25 años que están en proceso de definir su personalidad, pero esto no es del todo cierto, el show vienen siendo acaparado por manganzones y viejos en permanente rochela de pequeños espectáculos. ¿Qué diferencia existe entre un morisquetero permanentemente imbuido en los selfies o las frívolas que por estos medios presumen de sus lolas o de sus traseros? Díganme.
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Durante las guarimbas, el fenómeno de los selfies fue de tal desmadre que permitió descubrir y capturar a montones de asesinos muy sifrinos, atrapados éstos por el desbocado narcisismo que cunde por las redes. Así cayó aquel Julito Rivas, con sus desvergonzadas nalgas y el mismo Lorent Saleh confesando con feroz jeta que él si se definía como terrorista. En el fondo, todo esto tiene algo de PORNOGRAFÍA que llevará cada cual en sus genes.
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En medio de las guarimbas, la locura máxima se desató con un gran sector de damas de la clase media y alta, que aprovecharon el desmadre ideológico para DESNUDARSE y mostrar parte de sí sus cuerpos que siempre habían querido desvelar, pero que por los convencionalismos no se habían atrevido. Pero se creyeron en medio de una revolución del destape como forma de protesta contra una supuesta tiranía, y se vieron en los selfies "buenísimas" y descorrieron los trapos ante las cámaras, y lo hicieron señoras ya pasaditas de años, con sus apolillados pechos y nalgas, todo al aire. En Mérida unos sifrinitos de la burguesía llegaron a pasear sus pescuezos de pavos por el centro de la ciudad, creyendo que las mujeres y sobre todo algunos machos se desvivirían por sus cuerpos. Incluso hubo algunas espectaculares damas, de cuerpos perfectos, que se hicieron fotos en cueros dentro de los templos.
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Showlín, nuestro Showlín, es un formato más o menos turbio impuesto por las grandes transnacionales, que nos desbocan a todos. Un fenómeno que causa estragos entre los adolescentes, las misses y políticos arribistas y negociantes de votos. En el fondo, Showlín que es un joven que viniendo de la clase proletaria y adopta una moda que impusieron en circulación las élites, de modo que el mundo incluso desde la revoluciones se dejan embobar por lo que inventa el maldito capitalismo. Ojalá Showlín algún día se dé cuenta de todo esto..