Guillotinados los radicales Robespierre y Saint-Just, la Revolución Francesa tuvo una severa involución, la llamada Reacción Termidoriana, porque la cosa pasó el 10 de termidor de 2 del calendario revolucionario, 28 de julio de 1794 del calendario vulgar. Los «incorruptibles» impusieron el Terror, de donde derivó el término terrorismo. Cabrujas decía que la historia es «flujo, reflujo, ola». Del radicalismo se pasó a un clima conservador.
Caído el Terror, se vino el sifrinismo con sus fachas estrafalarias. Ellas eran las «maravillosas» y ellos los «increíbles».
Las maravillosas vestían moda Imperio, trajes transparentes de usanza grecolatina que se inflaban exactamente desde el busto y llevaban sandalias, entonces impúdicas. Famosa fue Mme Récamier, elegante, bella, rica, modelo de pintores célebres como David, que regentó un distinguido salón de intelectuales, un sofá lleva su nombre y henos aquí hablando de ella casi en 2019. Así son las cosas.
Los increíbles usaban unas bufandas que les tapaban hasta la nariz o más arriba, sombreros de copa enormes y mil accoutrements a cual más estrafalario.
Ni maravillosas ni increíbles pronunciaban las erres porque les recordaban la palabra revolución y como había quienes tenían parientes guillotinados, saludaban con un brusco movimiento de cabeza para simular la testa cayendo —y demás divertimentos.
El sifrinaje encuentra siempre cómo sobresalir y cada época tiene sus modos y maneras. Estamos, estuvimos o estaremos en el sifrinismo. A mí me tocó ser un increíble en mi mocedad, con mis bigotes chorreados a la John Lennon y mis pantalones de campana, estilo Beatles también, esos increíbles. Los hay hoy en ambos lados de la talanquera. De aquel lado se disfrazan de bandera; de este lado hay unas coquetas guayaberas escarlatas enceguecedoras que son un primor. La idea sifrina de la vida es ser lo más más más. Son útiles porque marcan socialmente los puntos cardinales que el sifrino Freddy Guevara dice que son cinco. Falso: voy por nueve según mis sifrinos estudios geodésicos.
Hay también sifrinismo comprometido, me constan casos. Hay chavistas que incluso hablan con las epéntesis de la Sin Par de Caurimare. Y son leales. Las Revoluciones son complejas.