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Simón Bolívar lo dijo clarito en relación con estos eternos hijos de Fernando VII, los nunca podrán salir del atolladero de la prostituida monarquía de los borbones: "Si alguna vez –dijo Bolívar- vimos grande a los españoles fue porque lo hicimos de rodillas". Hoy, al único español que respeto es a Willy Toledo quien le dijo a los jueces españoles: "Yo me cago en dios, y me sobra mierda pa cagarme en el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María. Este país es una vergüenza insoportable. Me puede el asco. Iros a la mierda". Menos mal que yo siempre vi a don Pablo Iglesias en su perfecta pueril dimensión, con esa coleta que es lo único rebelde que tiene en su cabeza.
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Qué se puede pensar de un sujeto (muy importante la expresión "SUJETO") de izquierda como Pablo Iglesias, quien en su primera entrevista con Felipe VI, lo que hace es regalarle la serie "Juego de tronos" porque en su concepto el personaje Khaleesi "es ese elemento que desde el exterior está desafiando la articulación del poder". ¡Señor!, que puerilidad tan cursi, típica de la de un sujeto que, como se ve, en política se mueve según los patrones de las grandes series del entretenimiento en cada momento. Recuerdo que nuestro inefable Carlos Andrés Pérez (íntimo amigo de Felipe González) en su hora más gloriosa, se aprendió los pasos de John Travolta para debutar en la alta sociedad caraqueña. Lo admitieron al pobre CAP junto con su barragana Cecilia Matos en el Country Club, regentado por las mayores mafias de Venezuela, dirigida sobre todo por Gustavo Cisneros el rey del entretenimiento en nuestro país (también íntimo amigo de Felipe González).
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Pablo Iglesias, pues, supone que quien dicta las normas en política son los dueños de las grandes empresas del entretenimiento y de la comunicación, y por ello llega a decir en su "gesto simpático" al Felipe VI, que fue el mejor regalo que encontró porque Juego de Tronos "ha sido capaz de llegar a muchos públicos y plantear algunas de las cuestiones más problemáticas del poder". El Iglesias, redujo la cuestión de la perturbación institucional de su país al tema de la referida serie, "una situación de crisis e inestabilidad", que, "de alguna manera y con todas las distancias, puede servir para entender la crisis política que vive nuestro país".
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En tiempos de Fernando VII, a los que por algún motivo hubiesen pecado contra la realeza, podían "regenerarse" (ser "purificados"), mediante un largo procedimiento sacro-judicial que vienen de los tiempos de la Inquisición. Estos pecadores debían pedir perdón y renegar de sí mismos. Por ejemplo, el vil carnicero y "pacificador" don Pablo Morillo, cuando llegó a América purificó a muchos traidores y canallas quienes al arrancar el proceso independentista, se declararon contra el coloniaje español. Entre los primeros purificados por Morillo estuvo el eminente neogranadino Vicente Azuero quien luego llegará ser de los más insignes asesores del impresionante traidor, don Francisco de Paula Santander.
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Esas purificaciones también se llamaban "bautizos reales". Al "pecador", se le hundía en una tina de agua bendita durante varias horas, y en pelotas se le obligaba a jurar mil alabanzas en honor al rey. Entre sahumerios y latigazos para expiar sus culpas, el impío para demostrar que se había regenerado lanzaba alaridos agradeciendo las palizas y jurando que nunca más volvería a ofender ni siquiera en pensamiento a su majestad ni a ninguno de los sagrados símbolos de la realeza. Ayer hemos visto cómo Pablo Iglesia se reconcilia con todos los señores inquisidores de Venezuela mandándole un mensaje bien explícito a su amo Felipe VI: "Majestad, reconozco que he pecado en acción y pensamiento, nunca debí decir nada a favor del chavismo, espero que me aceptéis como un súbdito al mismo nivel de Aznar, Felipe González, Rajoy, Casado y compañía… Amén".
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Ni más ni menos el caso actual de don Pablo Iglesias es el mismo de aquel otro sujeto como el don Vicente Azuero, quien realmente no requería ser purificado por cuanto él jamás se había manchado de patriotismo. Azuero siempre creyó funesta la rebelión contra Fernando VII, tal cual como luego lo declaró al Tribunal que se instaló en Bogotá para hacer rectificar "los entuertos dejados por Antonio Nariño y sus cómplices". De todas maneras se hizo necesario hacer la pantomima y encerrarle un tiempo para que los demás comprometidos en los pecados de la rebelión no fuesen a creer que el criminal Pacificador Morillo andaba de perdones.
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Estos procesos de "purificación" eran llevados a cabo por la Real Audiencia que entonces creían ayer como hoy que cagarse en dios es un pecado que merece pagarse en la hoguera. Y así como habría de "purificarse" Azuero antes aquellos malditos godos, imaginamos hoy a Pablo Iglesias, en el momento de atacar a Venezuela y desdecirse de lo que alguna vez dijo a favor del chavismo, ante Felipe VI lo vemos con la cabeza gacha y altamente compungido, JURAR, "ser obediente y fiel al Rey, mi señor, y su legítimo gobierno. Os ruego me tengáis por buen vasallo de Su Majestad…"
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Hoy nos hemos enterado que en razón de la confesión de Pablo Iglesias contra el proceso bolivariano de Venezuela, se ha sido emitida una Orden Real del rey Felipe VI en la que se dictamina que, "en nombre del Rey, se le confiere al señor Pablo Iglesias el título de defensor de los Derechos Humanos, de la democracia y de los valores inmarcesibles de la patria de Francisco Franco, y por lo cual, este señor don Pablo... se hará acreedor de los salarios, derechos, dietas y honorarios que os corresponden con arreglo y arancel...".
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En ese país de bobos y borbones (a excepción de Willy, insisto), de toros, de militares al servicio de la OTAN, de esos enormes pelotones de obispos masturbadores y pedófilos, todos a una adoradores de don Francisco Franco, y de una población envilecida e idiotizada por series como Juego de tronos y las bazofias de programas de televisión como Espejo Público con su Susanna Griso al frente, que evidentemente no es posible que España surja en política nada serio ni decente tampoco en este siglo XXI.
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No hay que olvidar que la izquierda fue vilmente traicionada por Santiago Carrillo, por este cobarde y vendido a los intereses del rey Juan Carlos. No olvidemos que la transición en España fue pactada y organizada, diseñada y timada por la CIA y los recalcitrantes nazis alemanes. Esto es hoy un hecho incontestable, que nadie se atreve a poner en duda, y en la actual trama que se urde nuevamente desde el monarca y la derecha esa declaración contra el chavismo de don Pablo Iglesia tiene un gran significado de cara al problema catalán y las nuevas puñaladas que se le darán a España, tal como lo hizo don Felipe González en su momento.