Dice una especie de refrán que "todo bicho malo es cobarde", y tal parece que así es, pues en el poco tiempo que hemos venido observando el desempeño y la conducta del nuevo presidente de Colombia, Iván Duque, éste ha demostrado continuamente que además de ser un evidente "lame suela", al servicio de los intereses del imperio norteamericano, es al mismo tiempo un mal vecino, pero además una "gallina", que no merece ni siquiera un vaso de agua.
Duque desde que asomó su nombre como candidato presidencial en la hermana república neogranadina asumió, sin causa y sin justificación, una conducta impropia hacia Venezuela, y sobre todo en contra de la figura del presidente Nicolás Maduro, a quien ha venido hostigando al igual que lo hacen voceros de su gobierno y el imperio en contra del proceso revolucionario venezolano.
Duque, desde luego, cumpliendo los mandatos del ex presidente neogranadino, Álvaro Uribe Vélez, quien promueve el narcotráfico y los grupo paramilitares desde Colombia, dejó entrever claramente cuál iba a ser su conducta y desempeño una vez que fuera electo presidente de esa nación. Los venezolanos, sin embargo y en este sentido, sabíamos de antemano lo que teníamos que enfrentar.
Es evidente, entonces, que el nuevo jefe de Estado colombiano no respeta la auto determinación de los pueblos, ni mucho menos, en este caso, la voluntad de los venezolanos, que escogimos darnos un gobierno humanista y socialista, tal como lo promocionó el comandante eterno Hugo Chávez Frías.
Ahora resulta que Duque, después de promover tantos tiros arteros contra Venezuela, se siente ofendido, o más bien acobardado, una vez que vio que arribaron a Venezuela unos tres avioncitos bombarderos de Rusia, que hicieron que le diera diarrea. De inmediato, sin poder aguantar su propia pestilencia, como todo bebé llorón cuando se hace caca, llamó al imperio que al saber la noticia se le pararon los pelos como a un cuerpo espín.
¿Qué pretende Duque, después de haber dado inicio a una confrontación verbal que ha obligado a las autoridades de Venezuela darle repuestas propias y ejemplarizantes, ante su mala conducta y proceder?
Hemos afirmado en anteriores entrega que es política y costumbre de la ultraderecha colombiana buscar rivalizar con los gobiernos de Venezuela, incluso, exacerbar el odio del país granadino en contra de nuestra nación, tal como lo hizo, hace 200 años atrás, el traidor de Francisco de Paula Santander.
Al parecer Colombia tiene derecho de mantener en su suelo 7 bases militares norteamericanas para amedrentar a todos los países de Latinoamérica, sobre todo a aquellos que no comulgan con los intereses del imperio, pero Venezuela, por lo visto, no puede ni siquiera permitir que tres aviones militares, en este caso rusos, visiten a nuestro país.
Lo que más le molesta a Duque es verse descubierto ante la comunidad internacional, una vez que las autoridades venezolanas han desenmascarado sus continuos movimientos para promover no solo una invasión a nuestro país, sino para buscan también asesinar al presidente Maduro.
Duque olvida, para su tranquilidad, que Venezuela no es un país guerrerista, por el contrario, desde el suelo patrio de Simón Bolívar, se promueven las relaciones multipolares y somos una nación consecuente en favor de la paz, la misma paz que desde este país se ha buscado siempre para que cese, de una vez por todas, el conflicto interno armado que desde hace más de cinco décadas vive Colombia.