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Estamos evidentemente en una guerra civil: venezolanos contra venezolanos sobre todo en los comercios; hordas de ladrones minando a las calladitas a nuestras empresas básicas; un gorgojero implacable que derruyó a PDVSA, y que ha ido socavando a la CANTV y a CORPOELEC; un millón de burócratas echados y esperando a que el socialismo les caiga del cielo; piaras de enfurecidos bachaqueros en casi todos los comercios, empresarios delincuentes especulando, acaparando y sujetados al maldito dólar cucuteño o mayamero; infiltrados, traidores, matraqueros, sicarios, contrabandistas de la gasolina al por mayor; militares que no hacen su patriótico trabajo de defender la patria en todos los terrenos; un enjambre de burócratas en las instituciones claves de la república apostando por la caída del gobierno; miles de indolentes o desclasados cogiendo hacia el exterior para que los violen y los maten o los conviertas en esclavos en Colombia, Perú, Chile o Ecuador…; una clase media mediocre y suspirando por volver a los dólares regalados; locos, botarates de todos los calibres en cada esquina ponderando de lo bueno y de lo malo sin saber un carajo de nada… Ave maría purísima,… y allá lejos el imperio gringo y su emputecida hija la Unión Europea metralla en mano dirigiendo un mar de canallas desde los poderosos medios contra nosotros, haciendo lo imposible porque implosionemos y acabemos como acabó Libia, Irak o Afganistán...
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El 8 de diciembre de 2012 escuchando aquella alocución del presidente Chávez fue como si repentinamente, por un golpe brutal de la historia, a todos nosotros nos hubiesen trasladado exactamente a 182 años atrás, y nos colocaran al lado del lecho del Libertador en aquel tétrico diciembre de 1830. Ahí al lado de aquel grandioso y sublime Comandante sin poder nosotros hacer nada. Y nos sentiríamos nosotros allí, al lado de ese lecho, durante tres meses en una agónica espera, impotentes, llenos de los peores presentimientos, que no estábamos equivocados...
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En 2013, comenzó a sentirse como si a la patria la hubiesen mutilado, o descoyuntado. Sólo percibíamos una vaga y tormentosa creencia en que el poder glorioso del Comandante Chávez seguiría intacto, firme y eterno por los siglos de los siglos, pero aquello era como un sueño imposible del que iríamos saliendo poco a poco. Era como sí solo su recuerdo, como si sólo la fe que había sembrado en nosotros podría ser capaz y suficiente para convertirnos en indestructibles, en capaces de resistir para mantener la estabilidad política de la nación. Era el momento para saber si realmente había llegado al punto del NO RETORNO!
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Aquel 8 de diciembre, el Comandante se despedía para siempre, y fue un momento como pocos hemos conocido en la historia de Venezuela. Fue un anuncio sombrío y aterrador, y desde ese mismo momento corrieron lágrimas por el rostro de todos los hijos del Comandante, y se hicieron reuniones de urgencia en todas las casa de partido del PSUV a lo largo y ancho de Venezuela, y en ese instante nos vimos las caras como tratando de leer en las lágrimas lo que se nos avecinaba. Era como si se presintiera el fin de una era de sublimes y duras victorias y que comenzaba otra fase de la lucha revolucionaria pero sin el líder visionario y valiente que hasta entonces habíamos tenido, y sentimos que nos encontrábamos en un abismo y entre vértigos... Que sobrevendrían momentos escabrosos y sangrientos, y que un vendaval de locura podría arrastrarnos a todos.
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¿Quién era el vicepresidente Nicolás Maduro en aquellas horas de gran desolación y de luto? Era una incógnita, un ser todavía desconocido, y en aquel mar de pueblo que desfilaba ante el gran catafalco situado en el Fuerte Tiuna no había todavía el más mínimo conocimiento del horror que se nos avecinaba. Vinieron delegaciones de todos los continentes a rendirle honores al gran Comandante fallecido, y entre muchos de estos supuestos gladiadores de la izquierda, allí en Fuerte Tiuna, estaban unos grandes estafadores que pronto sacarían a relucir sus afilados puñales. Yo estuve allí frente al féretro del gran Comandante en momentos en que llegaban varios presidentes de América Latina.
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Luego, yo también habría de encontrarme en la Asamblea Nacional aquel 20 de julio en momentos en que Nicolás Maduro era investido presidente de la república y cuando la oposición se negaba rotundamente a reconocerlo. Pero ya el 14 de abril había empezado la guerra civil declarada por el candidato Enrique Capriles Radonski, por lo que era imposible que la llamada MUD se presentara en la AN para reconocer a Maduro. Simultáneamente a este hecho el gobierno de Estados Unidos también se negó a reconocer al Presidente Maduro.
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Luego se desató aquella diarrea de decretos y sanciones gringas, una cada día, cada hora, cada minuto…. Todo Washington, toda la Unión Europea, casi todos los cachorros o cerdos presidente de Latinoamérica balbuciendo como perros de Pavlov desde la OEA, desde la ONU, OIT, SIP, CIDH, HRW…, apuntando con vesania contra la patria de Bolívar como si fuésemos el ogro supremo y esplendente de la tierra, como si fuese imposible que tuviésemos derecho a existir con el proyecto que nos legó Chávez; como si tuviésemos negado por orden soberana del consorcio capitalista de los imperios a seguir mostrando nuestro proyecto, a ser independientes y a disponer de lo nuestro. Todo porque por fuerza, nuestros recursos deben pertenecer a la piara de magnates que contra la banca mundial. Esta ha sido una guerra bestial sin parangón en los anales de la historia antigua o moderna. Y a eso le ha tenido que meter el pecho el presidente Maduro, y no se ha dejado sin embargo tumbar, y eso ya de por sí es otro hecho mundialmente grandioso.
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En este terrible forcejeo ha sido el valor y la resistencia del presidente Maduro, que en la batalla frontal y criminal de la derecha, en el fragor de tantos cruentos desafíos y atentados, sabotajes y traiciones, emboscadas y sanciones imperiales, la oposición quedó totalmente deshecha y desintegrada. Maduro la aplastó utilizando las propias fuerzas enemigas. Hoy día ya no existe oposición de modo que los Estados Unidos y la Unión Europea ha tenido que asumir por todo el cañón su rol de directores de todos estos crímenes dentro y fuera del país.
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Ya todas las cartas están echadas. Estados Unidos está utilizado sus cañones más directos contra nosotros en un intento por acorralarnos mediante una embestida desde Brasil y Colombia. Maduro lo ha visto muy claramente, y sabe que dentro de poco puede darse una batalla bélica con estos títeres del imperio. Pero el enemigo que entre a nuestro territorio no podrá salir vivo, porque para eso tenemos millón y medio de milicianos que al llamado de defender la patria no estarán en absoluto desarmados. La guerra profesional por aire, tierra y mar no será fácil tampoco para el enemigo. Aquí todos esos mercenarios encontrarán su tumba.
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Daremos la madre de las batallas.