La gran mayoría de los venezolanos pasarán en los últimos días de diciembre de 2018, las navidades más amargas de su historia, y aunque la "vicepresidenta" Delcy Rodríguez diga lo contrario, entendiendo que ella sólo se refiere a los grupos de corruptos y saqueadores de las arcas de la nación quienes desde la cúpula madurista se ríen de ver a nuestros niños muriendo en los hospitales por falta de medicamentos, y observando el triste espectáculo de compatriotas que comen de la basura.
Nicolás Maduro "jurará", independientemente que sea ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) o la "constituyente" – en ambos casos son ilegítimos e ilegales al igual que su "presidencia" - para el cumplimiento de un nuevo período presidencial, supuestamente hasta el 2025, pero luego de haber transcurrido un sexenio de destrucción económica y empobrecimiento colectivo, y estando el país en peores condiciones, que cuando lo recibió por la muerte de Hugo Chávez en 2013, no es difícil predecir el destino que le espera a Venezuela de concretarse cuando menos seis años más de tal personaje en la cúspide del poder.
Maduro en 2013 recibió un país con una inflación promedio del 20% y una tasa moderada de crecimiento económico. Ahora en 2019 se autoentrega una nación devastada en lo económico, con una hiperinflación que supera el 1.000.000% y una contracción de esa economía que supera el -15%, y con no menos de unos 2,3 millones de venezolanos, señalados por la Organización de Naciones Unidas (ONU) de haber abandonado nuestro país, es decir, un número conservador de emigrantes, que otras organizaciones estiman entre 3 y 4 millones. Verbigracia, tales cifras dibujan un país muy distinto al cómo lo señalan los maduristas.
Es tal el nivel de desastre de la economía que Nicolás Maduro anunció hacia mediados de agosto de este 2018 un dizque plan de "recuperación, crecimiento y prosperidad económica", que para esa fecha tenía como referente el valor del kilo de queso duro en unos Bs. 140 "soberanos" en promedio; hoy, ese mismo kilo de queso supera los Bs. 3.000 "soberanos", es decir unas 25 veces más en su precio, o sea, que una quincena del vigente salario mínimo - que pasó desde 1.800 bolívares "soberanos" hasta 4.500 bolívares "soberanos" – que apenas si supera la barrera quincenal de los Bs. 2.000 "soberanos", sólo permite comprar algo así como medio kilo de queso, tal y como lo señaló en su momento el inefable "ministro del trabajo"¹. En otras palabras, es claro que esa es la política de Estado que ha planificado el madurismo mientras se mantenga en el poder.
Maduro se ha dedicado en estos seis años a destruir toda la nación. Nada funciona. La educación y la salud están sumergidas entre la deserción escolar y el retorno de enfermedades como la poliomielitis y el sarampión, mientras los pacientes seropositivos, con necesidad de diálisis, y con cáncer, prácticamente son condenados a la muerte. Las ciudades y pueblos están colapsados en la distribución de agua y suministro de energía eléctrica, siendo lo más probable que muchos venezolanos pasen esta "navidad" sin bañarse o alumbrados con velas, porque esa ha sido la realidad, sobre la cual nos ha materializado el madurismo.
Lo insólito de esta realidad es que aún existen algunos maduristas celebrando el asesinato de la República. Ojalá que ellos, en especial la senectud resentida que nos habla de "patria libre", no tengan que ver en este 2019, morir a uno de los suyos en las puertas de un hospital, y menos que esa muerte sea "inducida" por la criminalidad que al estilo de "La Piedrita", o los grupos guerrilleros y paramilitares que pululan en las zonas fronterizas e imponen a los ciudadanos sus "códigos de vida". O más aún, saber que esa muerte fue motivada por una pésima alimentación, o una enfermedad que nunca pudo ser atendida porque no hubo medicamentos ni insumos asistenciales, en aquellos espacios donde el cinismo nos habla del "mejor sistema de salud del mundo".
Nada tienen que celebrar en esta navidad los venezolanos, porque mientras el madurismo siga en el poder las esperanzas yacen perdidas. Es más, para el 2019 las únicas perspectivas que están claras es que la hiperinflación, - tal y como pronosticamos el fracaso del plan económico madurista² - superará la espantosa cifra de 10.000.000%, lo cual se traducirá en la emigración aproximada de otros 5 millones de venezolanos, porque con una economía en semejante términos, sólo los que tengan acceso a dólares por remesas podrán sobrevivir, mientras que el resto tendrá que someterse a verse en estados de desnutrición severa porque una bolsa de alimentos no será suficiente para mantener una familia.
Si las amenazas de Maduro por mantenerse en el poder se concretan, nada podrá salvarse. La industria petrolera técnicamente esta en su fase de liquidación, y las pocas empresas que aún se mantienen en pie, simplemente están trasladando sus pocos activos hasta otras latitudes. El madurismo se ha planteado como meta terminar de acabar lo que queda, y fundar junto con Cuba la unión de la "nueva patria anti-imperialista" aunque ello signifique ver el asesinato de Venezuela.
No sería extraño que Maduro decretara – de seguir en el poder - la inexistencia de la navidad por ser una cultura de "consumo imperialista". A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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