Digresión previa he de decir que por fin el compañero Claudio arrimó bien una pa’ l mingo; un resabiao, que lo hay doquier, allá o acá, diría por qué, pero yo digo por qué no, con respecto a echarle un piropito al compañero Claudio Fermín dada su declaración respecto al truculento desatino de Guaidó y demás del manicomio que es la Asamblea Nacional En Desacato -ANED -.
Fermín, digo de entrada, no es santo de mi devoción pero pese a que de vez en cuando y de cuando en vez él profiere aseveraciones incontrastables contra la revolución, puesto que él es adeco de pura cepa aunque se camufle bajo otras siglas, ha exhibido la virtud de expresar una gran verdad y eso es la mar de importante dada su estatura de sobresaliente dirigente opositor; ojalá Don Claudio, o compañero (este valga sin comillas) Claudio Fermín haya sido sincero cuando reconoce al Presidente Maduro y, no haga como hizo Caldera en la ocasión del 4 de febrero de 1992, fecha en la que, como la zorra, que borra sus huellas con la cola , Caldera se montó en la cresta de la ola con un ardid que lo llevó a presidente por segunda vez.
Felicito al compañero Fermín, de veras, y ojalá él se abra paso de nuevo en este maremagnum político para que podamos contender con altura con alguien al menos decente o que al menos haga de tal.
Ojalá Fermín salga de ese fango que a todos de ellos salpica sin excepción, se dé un buen baño moral, se unte bastante agua de colonia, la que por cierto tengo entendido que hace aumentar la inteligencia, y él se avenga a combatir limpiamente en este escabroso terreno de la política nacionalista, por la patria venezolana.
Valga lo que digo a Fermín, extensivo también para la catajarria de profetas llorones y quienes no dejan su bilis en casa, bien bueno que escriban pero no tantas necedades, pero que si prosiguen así, que al menos hagan propuestas al lado de cada acerba crítica; ellos, los profetas llorones, escriben la mar de estupideces contra el Presidente Maduro, en aporrea.org.
Ahora, al hueso del asunto:
Desconozco cómo se llama la Reina de Canadá, y por añadidura, acá en mi ignorancia ni suponía yo que a estas alturas de los tiempos presentes todavía hubiese reina alguna, por supuesto, aparte de la reina pepeada la cual también tiende a desaparecer a menos que nos esforcemos en mover los remos con butría porque hasta eso pretende hacer desaparecer de estos predios el emperador de la yuneyestey.
O sea, que estamos siendo atacados por una reina además de por un emperador. Lo de éste, dejémoslo aparte por un momento, harto sabido es de que se trata, pero vayamos a lo de la Reina de Canadá.
Antes he de advertir que llámese como se llame la referida reina y si ella gobierna ese territorio americano desde aquende o allende tal, eso me hace recordar un estribillo de niños traviesos que coreaban con picardía que la "...la reina Victoria no come lechoza / porque se le caen los pelo’ e la mano...", y por ahí se largaban los chicos malos de entonces, a canturrear y canturrear cuestiones que los chicos buenos no imitábamos porque entonces la Maestra Goyita podía regañarlo a uno.
Todo esto viene a colación gracias a que Mazodando enseña a uno cuestiones que de otra manera sería improbable de conocer; Mazodando es como una escuelita, la institutriz que me asiste sale a buscarme por los alrededores mi escuelita (no la otra citada, el Mazo) para que yo vea ese programa, en caso de yo haberme fugado porque a decir verdad, para un niño tal que soy, que no sabe leer ni escribir ni contar, cuando suena el timbre de recreo es un momento de felicidad y entonces aprovecho de fugarme;
Ahora he despejado un dilema que se me había presentado esta semana -yo atortojado por preparar lo poco que cabe en mi mochila impermeable (de las buenas) - previa a mi, esa especie de despedida de soltero, para ir a casarme (figuradamente porque todavía yo soy muy niño para esas cosas en firme, en su verdadero significado) con lugares donde disfruto respirar aire puro, muy puro, y rezar con mi rosario de boyas y comer funche con tonquincha o con bonita salá, y fue cuando le pregunté a la institutriz, yo de pendejo, ¿qué día es hoy?, a lo que ella respondió, seca, con sequedad, ¡hoy es Mazo!, y viendo ella que yo me quedé cáspita, con mi cara de bobo (no longo ni avispado sino lo contrario), desorientado y pensando que "esta institutriz parece estar mal de la perola", pero luego ella añadió que ¡ayer fue Hojilla!, y ahí fue cuando entendí un poco, lo cual tampoco impidió que yo me fuese a despedir de mis compinches y por eso ella empezó con su cuestión ya referida, venga que ya empezó su programa preferido, para ver si aprende y no anda preguntando tantas pendejadas.