Los hombres no hacen la historia
justamente como a ellos les gusta,
pero ellos si hacen su propia historia.
Rosa Luxemburgo
Se cumplen en estos aciagos días, en la memoria y su relación con la avalancha política que vive Venezuela, los recuerdos e interpretaciones de hechos que algunos cuentan y otros vivieron como una experiencia personal o colectiva.
No se intenta en este escrito hacer un testimonio individual de esos eventos que nos vieron como jóvenes universitarios apenas ingresados en la Casa que Vence las Sombras, la querida y maltratada Universidad Central de Venezuela, ni tampoco el relato y análisis como lo intentó Tomás Enrique Carrillo Batalla en su libro ¿Quién derrocó a Pérez Jiménez?.
O también en tal volumen de documentos relativos a esa fecha que seguramente la van a conmemorar impostores, farsantes, interpretadores a su conveniencia de la historia, esa que se escribe, se reescribe, se interpreta, se reinterpreta a cada momento, y en cada efemérides, a su manera como lo hacen quienes se creen vencedores, o supuestos receptores de tan magno acontecimiento, solo para tratar de sacarle partido, desde una Asamblea Nacional en ascuas, o de otra, la pretenciosa sin auctoritas y sin legitimidad, para lo cual sacarán números, hasta la saciedad, para justificar lo injustificable, cuando de hecho son las relaciones de fuerza, la presencia de actores con poder de convocatoria, con poder de fuego a rememorar tales acontecimientos, esto es, la lucha de clases…
Acudirán a eventos promovidos por las fuerzas en conflicto en la actualidad al buscar sacarle el dividendo político y las interpretaciones que más le sean de conveniencia.
De lo que se trata en este breve artículo es el sentido de un cambio político en la actualidad, de un desgobierno que hace aguas por todos lados, ante una crisis de hegemonía que no se resuelve en las tan cacareadas plateas del nuevo inquilino de la Casa Blanca, o en los parlamentos de la Europa con su legado y responsabilidades a cuesta, como depositarios de antiguos imperios, o con la presencia anacrónica de monarquías fuera de toda ubicación realista en tiempos de crisis estructural del metabolismo de la lógica del capital, óigase bien no del modo de producción capitalista, no, de lo que se trata es ese fenómeno que la humanidad no había percibido con toda su intensidad y clamor, la posibilidad de desaparición de la especie humana con todo lo que la Madre Tierra contiene a su manera, inmersa en el derroche de una sociedad que pretende continuar en sus andanzas a costa de los casi ocho mil millones de seres que aún nos encontramos sobre su superficie.
La crisis que vivimos los venezolanos en tiempos de enero del año 1958 tiene sus particularidades que podemos entender a través del agotamiento de un régimen militar opresor, y si no que se lo preguntan a quien tuvo la desgracia de verle la cara al Jefe de la terrible Seguridad Nacional, de cuyo nombre no es bueno querer acordarse…
Crisis política, dentro de un contexto que sigue operando la del llamado ¨colapso rentístico¨ que se ha hecho más evidente en la medida en que se produce menos renta, donde se intenta subastar el país al peor postor como aquellas concesiones que le dieron un poco de respiro al antiguo militar hoy rememorado por quienes hicieron usufructo de las mismas y del beneficio que dio de manera perentoria a Venezuela.
Que tristes recuerdos si los comparamos con el desaguisado de la entrega que este desgobierno hace, de la Faja Petrolífera del Orinoco, o de las riquezas naturales al Sur del majestuoso río, ya denunciado hasta la saciedad, a oídos sordos de la prostituida institucionalidad, razón esta suficiente para que tengan que arreglar sus maletas, como las tuvo que hacer quién salió en volandilla desde el aeropuerto de La Carlota en aquellos momentos de alegría para la mayoría del pueblo venezolano, que se libero de un dictador en proporciones diminutas a la actual situación del país.
Si aquellos días eran de tragedia, los de hoy no pasan de una deprimente comedia, librada por una camarilla que pretende permanecer ilimitadamente en el poder, apoyado por una casta pretoriana, igual o peor de aquella que deseaba seguir luego de la estampida del de aquella época.
Comparación difícil de aceptar a favor de lo actual, dada la situación que vive la mayoría de la población venezolana y la complicada tendencia de revertir, de continuar en acción el desgobierno que como ejemplo de aquel, debería haber hecho también sus maletas e irse con la música a otra parte…
En esta oportunidad, no se trata del qué hacer para ello basta considerar los objetivos históricos que dejó el Comandante Chávez, en su legado como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, de lo que se trata es de cómo hacer para superar la actual crisis de hegemonía, la situación de ingobernabilidad a la que hemos llegado.
Para ello tenemos de base una propuesta la que nos dimos la mayoría de los venezolanos en diciembre del año 1999, con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. A partir de ella, dejando de lado el adefesio en conciliábulo que se nos quiere imponer desde una Asamblea Constituyente, con pretensiones fuera del contexto histórico presente.
Reiteramos una vez más lo que hemos afirmado públicamente, la necesidad de una revolución política, a partir de la cual se establezcan nuevas relaciones de poder, como bloque hegemónico originado desde la base y ligado a los intereses de los sectores populares y a los pequeños y medianos productores del campo y la ciudad, con un cambio en el papel del Estado buscando la democratización del poder económico que se oriente a la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población, la defensa de la soberanía, la incorporación de mecanismos de autogestión productiva a nivel colectivo, la utilización de una planificación sustantivamente democrática como mecanismo regulador de las relaciones productivas, y la ubicación autónoma del país frente a la internacionalización del sistema capitalista.
Para todo ello no tenemos tiempo que perder antes de que continúe la insuperable crisis de gobernabilidad y las amenazas que vienen particularmente del nuevo inquilino de la Casa Blanca y la de sus adláteres en este continente y allen de los mares…