Lo guapo y lo guafo, decíalo el distinguido jocoso Guafa en las calles de San Carlos, personaje que tenía escasa serotonina en la mollera, pero dejaba ya la idea de borrosidad, guafo y guafa, al punto que ha sido el único personaje distintivo que cayóle a palos borrosos al arrogante cura de la Catedral de San Carlos, en una misa de Semana Santa, cuando el padre Patricio ufano oficiaba en la homilía del Nazareno, creyendo Guafa, que estaba sacando a los mercaderes del Templo. El popular distintivo Guafa, se la juró a Patricio un día antes en la procesión, en que el cura altanero manifestóle al loco Guafa, que quitárase el sombreo viejo de cogollo, y éste no obedecióle, hasta que sin más el insoportable cura quitóselo en plena procesión, y enviólo y anidóse en los cogollos de una frondosa mata de merey, que aún existe, y entonces recargada de mereyes, pendientes del pueblo, que el fuerte sombrerazos enloquecido arrojado por el irresistible reverendo, arrojaba al suelo los frutos de aquel día milagroso de amígdalas henchidas, de por la calle Sucre corrían desaforados los mereyes tras zigzagante atropello de feligreses, de la casa de los Méndez, rompiendo la ordenada procesión de aquella tarde santa, a las siete de la noche en un año de la década del sesenta, de cuya fecha exacta no quiero acordarme, al lado de la Casa de los Gobernadores en San Carlos.
Aquel insólito acto de la Semana Santa en San Carlos, en que Guafa, sintióse sacando a los mercaderes del Templo, derivó en un gran caos, concomitante a los mereyes, en la calle Sucre, aledaña la Plaza Bolívar, la Iglesia y todo el Gobierno Regional, las beatas se santiguaban sin cesar, los gritos no se hicieron esperar, el correntío por toda la iglesia convirtióse en una gallera del negro Pedro Apóstol Salazar, las campanas del campanario al lado del gran reloj, al tiempo repicaban hambrientas de sonido cuando el Chivo Fonseca las jalonaba con ganas, tal 23/01/1958, como pidiendo el desalojo del demonio del centro de la Iglesia La Concepción, la Catedral de San Carlos, en que el loco Guafa a diestra y siniestra mandaba los palos al cura Patricio, y junto al fortísimo sonido de las campanas enloquecidas, que chocaba lo parietal, y casi chorreábale por las densas paredes lechosas la leche con que fueran hechas las albarradas parietales paredes antañonas de abundantes ubres de boyante economía ganadera cojedeña, que exprimidas desbordaban de las vacas, más que las aguas de ríos y quebradas, el desafío de ganaderos en pago de milagros recibidos en que estiraban las tetas de la consorte del toro, y en el entorno, becerros pidiendo su parte y viendo sus mamas amarradas en tiempos de las vacas gordas sagradas.
Lo conocido y lo desconocido, lo guafo y lo guafa, consciente e inconsciente, exceso y defecto, significante y significado, significación y significatividad, inteligencia y objeto, pensmiento y objeto, sujeto y objeto, símbolo y objeto, natura y persona, por la calle de en medio se mueven tantas cosas, unas tienden y otras trascienden, por la calle de en medio, la historia, madre de la verdad, émula del tiempo, depósito de las acciones, testimonio de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente y advertencia del porvenir, a la historia tienden y de ella trascienden todos los casos límite contradictorios, como tercio incluso aristotélico (1/2), de equilibrio dinámico dialéctico, dialógico, diplomático, distintivo, difuminable, justo y pacífico, en que se conjugan el ser y el noser, en los extremos de la historia la contradicción y en medio la solución en ella misma, cual partícula partitiva viva, la ironía en optimalidad ortogonal pitagórica de óptimos resultados inmejorables.
Todo ha sido despertado por Guafa, y de él es lo guafo y lo guafa. Guafa era pila, lo que indica que lo guafo era lo gafo, la historia, madre de la verdad, émula del tiempo, depósito de las acciones, testimonio de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente y advertencia del porvenir, a la que tienden y de la que trascienden todos los aspectos límbico antagónicos, como lo guafo y lo guafa. A Guaidó, le faltó guáramo, le escaseó guapo guarapo y menguóle en la vejiga tabaco, y cual guafo, temblóle el ombligo. Como a Julio Pandetrigo, a Guaidó, salióle Guafa contestona, y de suerte que no corrió albur de repugnante cura Patricio, pese a que quitóle grosero, el sombrero a Nicolás, mas, zumbóselo a Diosdado y a Freddy Bernal, a quienes posóles nalgas rabipelás, en palo gallinero encebado. Púdolo el pueblo chavista, cual criada respondona, responderle con la misma moneda del caso del loco de la piedra en la cabeza, que fue paliado por el dueño del podenco, perro al que dejóle caer la piedra en la cabeza, tanto que el loco duro mucho tiempo para salir a la palestra por la pela que le propiciara el dueño del perro fino, y cuando volvió a salir, salió con la piedra en la cabeza, pero no para dejarla caer en testa perruna que encontrara en caminera búsqueda, o sea, que la pela del propietario sirvióle de escarmiento.
Nadie, escarmienta en cabeza ajena. La pela al loco, ha sido ejemplo y aviso de lo presente, la historia marcóla así. La moral, la ética, la estética, la religión a más del Derecho, como valor práctico y teórico, marcará su huella en la historia por venir. Los testimonios históricos son demasiados, la historia es la madre de la verdad, émula del tiempo, como la experiencia es la madre de las ciencias toda. Nada nuevo bajo el Sol Eclesiastés. Movimiento histórico en constantes reciprocidades espiralinas continuas, eterna noria notoria en difuminada continuidad espectral, tesituras reticulares dinámicas borgianas, que de un eterno modo la larga y triple bestia somos, todo lo que seremos y lo que hemos sido, en que no hay saltos históricos testimoniales ancestrales.
Si Guafa, marco historia con los palos al repugnante cura odioso español en la Iglesia La Concepción de San Carlos, y el loco de la piedra en la cabeza escarmentó y no en cabeza ajena, entonces sea dicho, que Guaidó Rabipelao, como Julio Pandetrigo, anidóse en el alto cogollo del Hotel Lido, tal sombrero de Guafa, recibía palos, cuando sentábase en la zona sur del ombligo de Diosdado y de Freddy, borrosos cenizos niños atléticos rasputinianos mazo dando del PSUV. Ergo vergo, sea dicho que faltóle algo más al vídeo del Hotel Lido. Ergo vergo sea dicho a lo Lázaro Candal: "¡Guaidó! ¡Qué hiciste, papaíto!"