Ciertas cosas difieren no por su contenido sino por el fin a que expresamente sirven, hay demasiados bemoles en el sano o en el perverso ejercicio de cualquier disciplina, hasta ahora ha sucedido que quien ha logrado escalar a un pedestal sin estar preparado para con dignidad representar tal estatus, la altura, lo manifiesta de manera ostentosa y con la mar de torpeza; eso supone un descalabro tal que de la persona no caer de un platanazo, estrepitosamente, sería peor para ella, sería como el suplicio de estar guindando de una cabulla podrida.
Desdeñar el análisis de fondo de la problemática social y política en que está Venezuela, es torpeza, irse por las ramas sin conocer cuanto quebradiza es la rama es exponerse a caer de platanazo y eso es lo que probablemente le ocurre al cantante panameño Rubén Blades al intentar meterse en camisa de once varas opinando de lo que evidente desconoce, dada la torpeza con que él aborda el tema en cuestión y, precisamente para loar a quien ahogó en sangre a su propio terruño, Panamá, con una bestial invasión de la hostia, criminal, eso se llama masoquismo.
Interpreto que con lo que ese señor dijo de la realidad en la que estamos inmersos los venezolanos, niega deliberadamente o no su propia capacidad para entender las cosas y entonces puede ser que admita por dinero o por disposición de hacerse el gracioso, la orden de otro, con lo cual se convierte en truhán ejerciendo el oficio de hombre probo ya que eso de admitir la opinión de aquél a quien tú dejas irresponsablemente el trabajo de interpretar la realidad es una estupidez.
A su favor he de decir que ignoro qué tan cerca de la ruina económica pueda estar el señor Rubén Blades y por eso él ande buscando una platica adicional para proseguir su lujoso tren de vida, y con agredir al pueblo venezolano él solvente un poco su situación; en tal caso tampoco se justifica su postura pero surge el aliciente de comprender sus razones aunque de ninguna manera se justifique.
Creo que, en sentido lato, el cantante es más importante que la canción; pero en este caso, en el caso del señor Rubén Blades estimo que la canción es más importante que el cantante; las letras de sus canciones apuntan bien; pero su conducta apunta en sentido contrario y si un hombre no comulga con lo que hace y con lo que dice ese hombre es simplemente un patiquín barato, una marioneta, un muñequito con hilos que al terminar la función va a parar a una caja oscura.
Debemos hacer y pensar por sí mismos, si para para aprender a ser libres debemos participar en el ejercicio de la libertad, luego, para adquirir la conducta del hombre libre uno debe tomar parte en las acciones que impliquen esa libertad tanto más en cuanto así nuestra conciencia no los dictamine.