Ayuda humanitaria enguerrillada en Cúcuta

Tú me ayudas, yo te ayudo que, en el camino se enderezan las cargas y, mientras seguimos adelante y, como un resguardo a nuestra fortaleza de ser libres del imperio, es posible que, el obispo Moronta se arrogue el cinismo del improperio sin insulto -acción sin reacción- : el pueblo muere de hambre y el gobierno lo entierra delante los ojos de Dios en una tierra baldía, el muerto pesa, pero el Norte ilumina la tierra. Bolívar pasó de largo, ensangrentado de tristeza, rabioso y conmovido de injusticias que, unos las cometen y otros las tapan con el manto de su proceder que olvidar, sería lo mejor, si las lágrimas no fueran el castigo de nuestros cuerpos sudados de maldades.

Y en medio de una guerra fría, bien planificada, la sed de venganza trepa montañas, abre riscos de fricciones, la voluntad de un pueblo es vencida sin pelear: uníos y amaos los unos a los otros, mi paz os dóis, mi paz los cobije, seguid con Dios que mientras, unos se arrastran, otros ofenden y, la ofensa es el mayor pecado que conmueve al mundo, mientras que el arrastrado es perdonado y, el cáliz del sacrificio será elevado y su contenido como vino saciará la consagración, los que hoy padecen la miseria serán recompensados con una "ayuda humanitaria" reconfortante -calma todo- que san Juan 14:27 la bendice: "La paz les dejo, Mi paz les doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo." Y así la iglesia se nutre del infortunio de los pobres y de la vileza de los ricos que todo lo que hagan por el bien del mundo, os dará el derecho de entrar trepado sobre un camello al reino de los cielos.

 

Mientras llegado el día que pudiera ser nuestro juicio final, el día esperado, el día de la penetración, ustedes apartaos, hasta vendepatrias en contrario les dirán, y sobre la tarima del concierto "Aid live", la tarima de la provocación como la octava maravilla colombiana, decretada por Trump a un pueblo de peripecias, alimentado por Venezuela, amado por él que lo droga a satisfacción sin muro fronterizo, un cantante venezolano con los pulmones prestados, posiblemente de algún afrodescendiente, clamará con su rugir que reniega de sus hijas venezolanas, pidiendo que Dios le dé comer al hambriento con su ayuda y que la gran resaca de la complicidad se fortalezca de unión y, dirá que ama a todos los venezolanos menos a dos a quienes odia hasta el día de su muerte, como si atacara el fascismo de su inmoral causa.

 

 

Y, en ese complejo divertir de aislar nuestro país que, unos divierten por empujar lo que no ha de ser por riesgoso, la RBV está atrapada entre vencer o morir, la voluntad de un pueblo apuesta a la no imposición subyugante, a la moral fuera de control al descontrol de un vasallo, aceptas o aceptas, que de otro mal te escaparas, pero de este ovario de rencor no, Dios abre sus brazos al cielo: pobre de aquel que entrega su alma insatisfecho, aunque muera deshonrado de plegarias, jamás la cobardía se acomoda al bien, cobardes, cobardes ilusos si morid por mí morid por su Patria, luchen, y en un vibrar de emociones alimentan de luz a un Continente que arde de injusticias y, los que viven de la miseria humana encerrados en palacetes de arrogancia han perdido el equilibrio de sus ideas y, se centran en la amenaza envilecedora por el poder, el sueño de los poderosos, ensartados entre muros de tinieblas sin visión de acercamiento, un mal olor defeca el espacio, el amante se despierta, un llanero cantautor, se hace acompañar de José Tomás Boves y sus lanceros arperos y, la inmensidad del llano se frunce de ironías, hombres y mujeres pierden su virginidad de principios y, como lobos hambrientos marcan su territorio, el terror se apodera del pobre que no piensa y, lo que pudo ser una ayuda humanitaria, deja una larga historia opacada de lamentos: mi ayuda es tu calvario o, morirás en la mazmorra de nuestra suerte.

 

 

Montaner, el argentino venezolano: llorará de amor con un amor turbio, seco de besos, parapléjico de sordera ondeara la bandera de los Estados Unidos con tanta furia que la besará arrodillado de pasión como un romántico mallamero que no salió de Cuba, pero se alimentó de odios tóxicos desde que salió de su país Argentina y, por más que nuestro país lo alimentó con nuestra Alma llanera, su mal por agravios europeos no tiene cura. Y, Nacho no pudo dar calor de extravagancia por estar con Guaidó cantándole a las estrellas que pasen cerca de los cuarteles y, en recompensa como muertos de hambres que no se les nota ni el mundo ve, los habitantes de Cúcuta, sin órdenes de Trump ni de Iván Duque recibirán de la misericordia de un pueblo sin sotanas de odio cua-ren-ta mil cajas clap que por culpa de un "tirano" llegarán a su poder para que tengas más fuerza de atacarnos cuando lo decidan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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Esteban Rojas


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