Hemos oído con insistencia que quienes apoyan a la oposición, más allá del raciocinio, piden con insistencia que se permitan las marchas en contra del gobierno, pero bajo ningún concepto aceptan que afectos al oficialismo organicen las contramarchas, como de hecho vienen ocurriendo también a todo lo largo y ancho del país.
En el caso de Yaracuy, incluso, la oposición ha venido, de acuerdo al Artículo 68 de la Constitución, haciendo uso del derecho que le asiste para protestar, pero desgraciadamente este precepto que permite las manifestaciones de manera pacífica y sin armas, fueron violadas el pasado 23 de enero, una vez que se quemaron vehículos, se lanzaron bombas molotov y se saquearon algunos negocios.
Quienes utilizan algunos medios, sobre todo la radio, para quejarse que el gobierno regional utiliza la fuerza pública para evitar las manifestaciones pretenden hacer creer que les asiste la razón cada vez que se les antoja querer salir a la calle a promover sus inconformidades, ocultando al mismo tiempo el desenlace ocurrido hace solo un mes, que dejó incluso una persona fallecida.
Lo más reciente que hemos oído de alguno comunicadores que se desviven a diario con un micrófono en la mano es ir en contra de los llamados "Colectivos bolivarianos", a quienes tildan de malandros, criminales y de grupo armados que evitan que sus marchas se cumplan sin presión y sin amedranta miento.
Es decir, fácilmente se puede interpretar que a la oposición se le puede permitir salir a la calle a manifestar cuanta veces así lo desee, a pesar de tener en su haber un historial negro, como ocurrió en el pasado con las guarimbas, pero todos aquellos que deseen salir a manifestar en apoyo al gobierno se les debe conculcar ese derecho, sin reclamo alguno.
Aquí al parecer se desea aplicar de manera alterada aquel afamado dicho que dice: "el vino que es bueno para el pavo al parecer no lo es para la pava".
Pero lo más inverosímil que ocurre con la oposición cuando sale a la calle a protestar no es para reclamarle al gobierno que debe controlar, por ejemplo, el auge que viene tomando la delincuencia en el país, ni mucho menos para atacar la corrupción, sino para desconocer la voluntad de la mayorías que decidieron elegir de nuevo, de manera democrática y libre, al presidente Nicolás Maduro, para un segundo período.
Hemos insistido que el libertinaje que existe ha llevado a la nación a vivir en el estado de anarquía que nos agobia, al extremo que se pretende hacer creer que ahora el presidente legítimo del país es ese señor atarantado que se declaró con el apoyo injerencista del imperio norteamericano, y que las naciones lame suelas, como Colombia, le hacen la reverencia.
Insisto, la oposición en Yaracuy, con micrófono en mano o no, al parecer desea que el gobierno regional no tome las previsiones para evitar otros desmanes, como los ocurridos el pasado 23E, por ello tildan al gobernador, Julio León Heredia, de dictador, y se le ofende, incluso, porque viste de militar.
Quienes vienen liderando a esos grupos que adversan al gobierno demuestran claramente que poco les importa que se mantenga la paz en el país, pues solo desean, y así lo han demostrado, encender la candelita, claro está con el propósito malvado de incitar a una invasión.
Por cierto, ahora promueven de manera retadora que el presidente interino, como lo tildan, sea detenido para darle la excusa a los invasores por naturaleza que actúen en contra de Venezuela, como es el deseo de los más insensatos.
El peor error que pueda cometer el gobierno del presidente Maduro, y es nuestra modesta opinión, es detener a quien nadie ha elegido, a quien dice gobernar al país y estar al frente de un organismo que para ninguna persona clara lo considera con validez, por cuanto se declaró en franco desacato. Es decir, detener al presunto usurpador, es "gastar pólvora en zamuros".
A los locos, si no andan incendiando al mundo, hay que dejarlos libres, que respiren de la propia naturaleza, pues tal vez esos aires no contaminados los hagan recobrar la memoria o la sindéresis, que es lo que necesita la oposición si de verdad desea que el país los tome en cuenta en un futuro.