El mundo comienza por poseer las cosas en forma de ensueños; mas es necesario que las posea
con conciencia para poseerlas realmente.
Karl Marx.
La reciente presentación de un documento denominado ¨Plan de la Patria¨, a principios de abril de 2019, huele y pretende parecerse a aquellas propuestas en el campo de lo social que pierden su vitalidad con el pasar del tiempo, si es que realmente la contienen, como ciertas teorías económicas que sirvieron como referencias para la toma de decisiones.
Un ejemplo de ello fue la famosa y nunca suficientemente ponderada, como postulado clásico, la llamada ¨Ley de Say¨,(1) según la cual ¨la oferta crea su propia demanda¨, oferta que al ser incorporada al flujo de los factores de la producción, daba lugar a nuevos procesos productivos, nuevos ingresos y así la posibilidad de crear posteriores demandas.
La simple diferencia con este documento es que el mismo es efímero, ha muerto al nacer, dado que la Venezuela de hoy día, contrariamente a ciertos postulados teóricos provenientes de la Economía Clásica Inglesa, vive profundos problemas, no considerados en el mismo, como los del ¨colapso rentístico¨, o la ¨crisis de hegemonía¨ reflejada en la inexistencia de un gobierno, ingobernabilidad de hecho, que dirija el país y no la de simples deseos, ¨potes de humo¨, generados en una especie de oficina burocrática desligada de la realidad de Venezuela, y de sus complejos, urgentes, y peligrosos problemas por resolver.
Si la Ley de Say, se fundaba en la existencia, supuesta, como descripción de una economía de libre cambio, lo cual fue sujeto a lo largo del tiempo, a duras críticas y controversias, al surgir fórmulas rígidas y dogmáticas con la pretensión de comprimir fenómenos muy complejos en un molde tan restringido. El ¨Plan de la Patria¨, así mentado, no merece tales consideraciones.
La pretendida aspiración que dicha oferta genera su propia demanda queda fuera de toda lógica, dado que la mayoría de la población requiere otras orientaciones y decisiones, ya desde hace tiempo, en Venezuela desde abril del año 2013, el gobierno no posee auctoritas, habiendo perdido su legitimidad con la indecorosa derrota electoral de diciembre del año 2015, que ahora presenta un documento sin auctoritas ni legitimidad…
La pretensión de un documento a destiempo, fuera de lugar cuando las condiciones sociopolíticas demandan si, unas propuestas, no como las que ha venido anunciando reiteradamente el desgobierno desde abril del año 2013, que reflejen los verdaderos y complicados problemas y dilemas que tiene la sociedad venezolana de hoy en día, tal como un Programa de Emergencia, que sea capaz de generar confianza en la mayoría de la población que difícilmente se ha visto, por un desgobierno ignorante, incapaz, irresponsable, prepotente, represivo, a la hora de cultivar esperanzas y razones para creer en el futuro.
Documento fatuo, lleno de monsergas propias de alguien que no fundamenta la posibilidad real de un cambio que permita superar el laberinto en que se encuentra el país, donde los indicadores no son los que al final se publican en el documento, sino que deberían haber sido otros, ilustrativos, conocidos y sufridos por la población relativos a la magnitud de la descomposición social, la ingobernabilidad reinante.
No se trata solo de la redacción de un documento, como el presentado, a la postre similar a la de encontrarse en ¨Alicia en el país de las maravillas¨, sino de dar un diagnóstico, contundente, preciso, acucioso, de lo que actualmente ocurre.
Una cosa son las postulaciones de quienes se han considerado como los portadores de la Economía clásica desde Adam Smith, David Ricardo, J. S Mill, donde puede incluirse al propio Jean-Baptiste Say, y tantos otros, como doctrina, que vino sometida a juicio con la contribuciones de un paradigma radical como fueron los trabajos de Karl Marx a lo largo del Siglo XIX, o como también ya desde otro ángulo, el de preservar el sistema capitalista como tal, pero reformándolo a la manera de John Maynard Keynes, en la primera mitad del Siglo XX.
Si con las contribuciones de Say se pretendía que el sistema económico tendía a un ajuste automático, como idea prevaleciente en la teoría económica clásica, en lo concerniente a este mamotreto, llamado pomposamente ¨Plan de la Patria¨, que atrevimiento el considerar que va a contribuir a resolver de manera automática, con un discurso vacuo y extenso, los problemas actuales, que requieren sí, inmediatas soluciones para Venezuela, que como condición necesaria, inminente, exige ciertas medidas prácticas, dolorosas por cierto, antes que comenzar a leer dicho documento, siendo en realidad su único valor y destino histórico, el de servir como papel para otros usos culinarios y cotidianos en el hogar de cualquier venezolano. Hasta donde hemos llegado amigo Sancho…
Antes de finalizar este breve artículo, quisiéramos dejar sentada una reflexión del Maestro Juan David García Bacca,
…¨…No se planifica, pues, la libertad –ni la natural ni la sobrenatural. Planifícase el dar oportunidades, ocasiones, pretextos para que sea más o menos probable el surgimiento u ocurrencia de un proyecto, designio y decisión; y dar oportunidad para que tales proyectos, designio y decisión fragüen en inventos y se incardinen así al reino de esa necesidad creada por el hombre mismo, y que, por crearla él, le servirá de base a su libertad sobrenatural…¨…(2)
(1)Jean Baptiste Say (1767-1832), como uno de los mayores exponentes de la Escuela Clásica publicó por primera vez en 1803 la llamada Ley de los mercados (loi des débouchés) o Ley de Say, que ¨los productos, en última instancia se intercambian por otros productos¨, causa efecto de la oferta versus la demanda¨.
(2)Juan David García Bacca. Presente, Pasado y Porvenir de Marx y el Marxismo. (México. Fondo de Cultura Económica. 1985). p. 83.