Hoy vamos a revelar la ilegalidad que comete el SAPI, para que usted no sea víctima de la injusticia, que tanto perjudica a nuestra Venezuela.
Heliana Griselda Gutiérrez, es una talentosa joven venezolana de 24 años, que vive en un barrio de la hermosa ciudad de Tucupita, capital del estado Delta Amacuro, y que después de sacrificar tiempo de su vida para escribir un libro, finalmente Heliana logró terminar su gran obra literaria, que lleva por título "Tres sapitos para cuatro chamitos".
Los padres de Heliana estaban muy contentos por el trabajo artístico de su hija, quien con esfuerzo y dedicación supo escribir un extraordinario cuento infantil, que utiliza la cosmovisión indígena para promover y compartir valores de vida, buscando que los niños venezolanos sean más altruistas y menos egoístas.
Los amigos y familiares de Heliana, no dudaron en convencer a la talentosa muchacha, para que se atreviera a registrar su obra literaria, en aras de publicarla y cumplir el sueño de toda buena escritora, aunque primero necesitaba registrar legalmente su cuento infantil, para que nadie pudiera robar el contenido de sus párrafos, y para evitar ser víctima del plagio de textos literarios.
Heliana se dispuso a investigar sobre el registro de obras en Venezuela, y descubrió que el Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (SAPI), es el organismo público venezolano que se encarga de tramitar y registrar las obras literarias, para que la creatividad de todos los talentosos venezolanos, sea legalmente reconocida y protegida a nivel mundial.
Inmediatamente, Heliana salió a la calle para buscar la sede principal del SAPI en Tucupita, con el objetivo de realizar el registro de su cuento infantil, y así celebrar junto a su familia, la buena noticia que esperaba conseguir en el SAPI.
No obstante, Heliana descubrió que en la ciudad de Tucupita, no existe una oficina del SAPI disponible para registrar su obra, como tampoco existe una oficina del SAPI en ningún municipio de Delta Amacuro, y ni siquiera existe una oficina del SAPI en estados cercanos como Monagas, Sucre o Bolívar, por lo que la ausencia de una dirección física del SAPI, empezaba a convertir el sueño de Heliana en una historia de frustración.
Pero Heliana no se dio por vencida, y decidió llamar por teléfono a sus familiares, que viven en otras regiones de la extensa geografía de Venezuela, con la intención de preguntarles si había una oficina del SAPI en sus localidades, y así pensar en un posible viaje para registrar su obra literaria, aunque Heliana no tenía los suficientes recursos económicos para costearse ese viaje.
Heliana llamó a su tía Esmeralda que vive en el estado Anzoátegui, y Esmeralda le dijo que NO había una oficina del SAPI en Anzoátegui.
Heliana llamó a su primo José que vive en el estado Lara, y José le dijo que NO había una oficina del SAPI en Lara.
Heliana llamó a su abuela Magaly que vive en el estado Carabobo, y Magaly le dijo que NO había una oficina del SAPI en Carabobo.
Heliana llamó a su cuñado Lorenzo que vive en el estado Cojedes, y Lorenzo le dijo que NO había una oficina del SAPI en Cojedes.
Heliana llamó a su madrina Teresa que vive en el estado Mérida, y Teresa le dijo que NO había una oficina del SAPI en Mérida.
Después de gastar tanto dinero realizando las llamadas telefónicas, Heliana no quería perder la esperanza de registrar su obra literaria, y fue a un cibercafé ubicado en el centro de Tucupita, para buscar información en la Internet sobre la situación del SAPI en Venezuela.
Visitando el sitio Web oficial del SAPI www.sapi.gob.ve, Heliana descubrió que para cumplir con el registro de su obra "Tres sapitos para cuatro chamitos", tenía que viajar obligatoriamente hasta la ciudad de Caracas, donde se encuentra la famosa Taquilla de Atención Integral, siendo la única dirección física del SAPI en Venezuela, donde el autor debe acudir para presentar la solicitud de registro, y para tramitar el registro de todas sus obras.
Sorprendida por la injusta noticia, Heliana decidió llamar al teléfono de atención ciudadana del SAPI, cuyo número es 0212 4844378.
El personal del SAPI utilizó la frialdad de un corazón lleno de indiferencia social, para confirmarle a Heliana que solo es posible registrar su obra literaria en Caracas, visitando las Taquillas de Atención Integral del SAPI, ubicadas en el Centro Simón Bolívar, Edificio Norte, Piso 5, El Silencio.
Lamentablemente, Heliana no tiene familiares y no tiene amigos residiendo en Caracas, que podrían ayudarla con el engorroso trámite burocrático del SAPI, y ella no tiene el suficiente dinero para pagar un viaje en autobús hasta Caracas, ni tampoco dispone del tiempo para realizar dicho viaje, ya que debe cuidar a sus padres enfermos y discapacitados que viven en Tucupita.
Antes de abandonar el cibercafé, Heliana buscó en Google y encontró los contactos de algunos bufetes de abogados en Caracas, que se encargan de gestionar el registro de obras en el SAPI, a todos los ciudadanos que viven en otros estados de Venezuela, utilizando la plataforma comercial en línea de MercadoLibre, para cotizarles a los clientes el precio del trámite legal.
Pero tristemente, Heliana descubrió que los bufetes de abogados roban el pan de muchísimos venezolanos, cobrando elevadísimos honorarios para gestionar el registro de obras en el SAPI, por lo que Heliana sentía que el sueño de registrar su cuento infantil se transformaba en una pesadilla, por culpa de las dificultades administrativas que impone el SAPI a los venezolanos.
Heliana se enfrentaba a un dilema. Publicar su obra sin registrarla y exponerla al plagio, o no publicar su obra y evitar el plagio, pero a costa de silenciar su extraordinario cuento infantil, que terminaría engavetado en el cruel anonimato venezolano.
¡Pobrecita Heliana! Ella no podía creer que el Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual (SAPI), sea un organismo público venezolano tan intransigente, que no permite que los venezolanos que viven en el interior del país, tengan la posibilidad de registrar oportunamente sus obras literarias.
Nos preguntamos:
¿Acaso Venezuela es solamente Caracas?
¿Por qué el SAPI no descentraliza su servicio para beneficio de todo el pueblo venezolano?
¿Será que la gente humilde y sin plata no tiene derecho a registrar una obra en el SAPI?
¿Será que el SAPI es piedra de tropiezo para las mentes creativas venezolanas?
Actualmente, el SAPI destruye los sueños creativos de los venezolanos, impidiendo que la sociedad venezolana pueda registrar una obra en cualquier estado del país, y obligando a que los venezolanos tengan que acudir a la Taquilla de Atención Integral en Caracas, para obtener un maldito papelito que certifica la falta de ética y la injusticia cometida, por un organismo público supuestamente socialista y revolucionario, que se comporta como el clásico organismo privado y sectario de la eterna cuarta república.
Nuestra querida Heliana se quedó vestida y alborotada, ya que no pudo comprar y llenar la planilla del SAPI, no pudo comprar la carpeta manila tamaño oficio, no pudo fotocopiar su cédula de identidad, no pudo cancelar y anexar los timbres fiscales, y no pudo pagar el certificado de registro de su obra literaria.
Heliana sintió mucha tristeza en su alma, ya que por culpa de la injusta política pública del Servicio Autónomo de la Propiedad Intelectual en Venezuela, ella no pudo registrar su obra literaria, y no pudo compartirla con el resto del Mundo.
El lamentable caso de Heliana, es una de tantas lágrimas que rebasan el río de la injusticia en Venezuela, debido a las vigentes ilegalidades de organismos públicos como el SAPI, que viene limitando y censurando la libertad de expresión de los venezolanos, estableciendo requisitos y restricciones que no se ajustan a un proceso democrático de inclusión social, y que demuestran la ignorancia y mediocridad de su cuerpo directivo.
Si usted descarga el famoso folleto digital en formato PDF, que se encuentra en el sitio Web oficial del SAPI, y que es obligatorio leerlo para conocer los pasos a seguir en el registro de obras, pues usted verá que los astutos empleados del SAPI, ejemplifican la supuesta facilidad del trámite legal usando el caso de "Juan Carlos", un emprendedor muchacho venezolano que vive en la ciudad de Charallave, y que fácilmente pudo registrar su obra con total rapidez, gracias al tremendo compromiso social que derrocha el SAPI.
¡Claro! Juan Carlos vive en Charallave, muy cerquita de Caracas, muy cerquita de la Taquilla de Atención Integral del SAPI, muy cerquita de conseguir su Certificado de Registro.
Pero nos preguntamos: ¿Por qué el SAPI no cambia al "Juan Carlos" que vive en Charallave, por el "Juan David" que vive en Santa Elena de Uairén?
¡Claro! Como Juan David vive tan lejos y tan distante de la Taquilla de Atención Integral del SAPI, pues será más fácil registrar su obra en la indomable selva de Brasil, y será muchísimo más difícil registrar su obra en la selva de Venezuela.
De verdad que NO se vale el juego sucio del SAPI, y nadie denuncia la injusticia procesal del mencionado organismo público, porque por culpa de la actual crisis económica que sufre Venezuela, nadie piensa en registrar legalmente una obra literaria, y todos piensan en comerse hasta la concha del más miserable cambur.
Heliana NO quería registrar la nueva marca de una multimillonaria empresa venezolana, pues sabemos que Heliana simplemente quería registrar su cuento infantil.
"Tres sapitos para cuatro chamitos", es una obra crucificada por siempre en el amargo limbo del desierto gramatical, y es probable que Heliana también termine vagabundeando en las solitarias calles de Tucupita, gracias a la desgraciada mano opresiva y opresora del SAPI, que jamás conocerá el significado de una poética palabra llamada dignidad.
Gracias a Dios, yo puedo viajar a Caracas, yo puedo viajar a Japón, y yo puedo viajar hasta los confines del Universo, pero me duele saber que la basura capitalista del SAPI, no facilita el trámite legal y no facilita el registro de obras literarias, en especial, a los jóvenes venezolanos que son discriminados y obligados a renunciar a sus sueños profesionales, porque no tienen la suerte de vivir en la ciudad de Caracas.
Las autoridades del SAPI no comprenden que miles de venezolanos, NO tienen los ingresos económicos necesarios para costearse el viaje a Caracas, y NO todos los venezolanos tienen familiares que vivan en el Distrito Capital.
Hoy estamos surcando los cielos del año 2019, y nos quejamos de tanta mediocridad en Venezuela, pero cuando un venezolano quiere registrar legalmente una palabra de esperanza, nos dedicamos a cortar sus gloriosas alas de libertad, para que sigamos derrochando mediocridad hasta el fin de los siglos.
La ilegalidad del SAPI en contra de los venezolanos que viven en el interior del país, no solo abarca el registro de obras literarias, pues también abarca el registro de obras musicales, audiovisuales, informáticas y fonográficas, que no pueden ser oportunamente registradas por los venezolanos de a pie, que no tienen ni avión ni carro para viajar, hasta la caraqueña Taquilla de Atención Integral del SAPI.
La solución temporal al problema, es colocar una Taquilla de Atención Integral del SAPI, en la capital de TODOS los estados venezolanos.
La solución definitiva al problema, es automatizar completamente el registro de obras literarias o musicales a través de la Internet, y "humanizar" el trato comunicacional del personal del SAPI, con los autores venezolanos que necesitan más apoyo solidario.
Quiero aclarar que Heliana Griselda Gutiérrez es un personaje ficticio, así como "Tres sapitos para cuatro chamitos", es el título de una obra literaria que jamás existió, por lo que usted es libre de robar mis letras con una puñalada trapera, y si tiene la dicha de vivir en una gran urbe llamada Caracas, entonces puede ir hasta la Taquilla de Atención Integral del SAPI, y registrar todas mis obras con rango y fuerza de ley.
Si usted es víctima de las ilegalidades que comete el SAPI en Venezuela, denuncie las injusticias y no sea cómplice del despotismo.