A estas alturas del juego es incomprensible que algunos analistas insistan, todavía, en singularizar a la oposición en Venezuela, cuando es más que evidente que existen diversas expresiones de este factor actuante en la realidad política nacional y, más aún, que asumen interpretaciones y caminos diferentes a la hora de plantearse el accionar de las respectivas prácticas políticas.
Tratar con atención este aspecto es fundamental porque, en nuestro juicio, contribuye a despejar el análisis que amerita la coyuntura presente en el país y a la formulación de la táctica oportuna y certera que podría permitir la superación del complejo y agobiante cuadro político en el que estamos insertos.
Estamos contestes en que la revolución bolivariana está urgida de una oposición seria, propositiva, nacionalista que no se subordine a ningún designio extranjero y que haga las veces de contrapeso al proyecto de sociedad inspirada en el pensamiento político del comandante Chávez, que como recurrentemente sostenía él, citando a Trotsky, "a la revolución le hace falta el látigo de la contrarrevolución".
Es decir, una oposición que a pleno derecho asuma la representación política de la franja social de venezolanos y venezolanas que no se identifica con los postulados de la revolución socialista del siglo XXI y que acepta sin tapujos ni propósitos aviesos las reglas del juego democrático. Una oposición con ese perfil sería un gran logro en el proceso de construcción de un nuevo país, amante de la paz y que propende a la búsqueda de la felicidad y bienestar colectivo.
En este sentido, bien vale la pena caracterizar a las tendencias opositoras que se expresan en la actualidad en el escenario político y calibrar, en consecuencia, las potencialidades y vocación patriótica y democrática que las anima.
Ultra radical
En primer término, hay que ubicar al sector ultra radical, extremista, que al estar subordinado al imperialismo estadounidense, hoy por hoy, mantiene la iniciativa determinante en el seno de la oposición, pues cuenta con el sostén político, financiero, comunicacional, militar, etc., de éste. Motivado por el propósito de derrocar al gobierno a como dé lugar no se para en mientes a la hora de estimular e instrumentar mecanismos anticonstitucionales, insurreccionales, (saboteo, golpes de estado, intentos de magnicidio, guerra económica, cerco diplomático, acciones terroristas, etc.) con los cuales pretende consolidar su objetivo. Contra todo pronóstico, no es homogéneo, es diverso, los grupos que lo conforman coinciden en el propósito del derrocamiento del gobierno constitucional pero no se avienen a desarrollar una sola acción sino que cada quien propugna acciones por separado y menos aún a integrar un mando único de dirección. Hay que estar claro, de llegar a coronar el propósito de coronar la conquista del poder político del país desarrollarían un régimen protofascista, altamente represivo, apuntando a extinguir de raíz todo vestigio de revolución bolivariana. En términos de clase responde a los intereses de la más rancia oligarquía apoyándose en franjas de la pequeña burguesía y en el lumpen social.
Legalista
Por otra parte, resalta un sector que retóricamente, hasta ahora, hace profesión de fe democrática, constitucional, legalista, pero que no asume con contundencia, pública y abiertamente, su rechazo a la vía insurreccional; en algunos momentos ha logrado marcar la pauta en el mundo opositor pero no termina de concretar una tendencia sólida, sostenida en el tiempo; cuenta con una animosidad positiva en el seno de la base social opositora, la que quiere la paz y rechaza las guarimbas, pero no termina por cuajar un movimiento envolvente capaz de sobreponerse al sector ultra radical y antidemocrático. Mantiene frente al imperialismo una posición ambigua, pues no asume con la firmeza debida el rechazo y condena a la acción injerencista estadounidense y de la derecha internacional. Esta timidez en su accionar político le dificulta para erigirse en alternativa frente al sector ultra radical y frente al proyecto político chavista, para ello requeriría asumir, valientemente, un programa coherente del cual objetivamente adolece. Tiende a ser expresión política de la pequeña burguesía y de capas del pueblo trabajador.
Estirpe religioso
Así mismo, en el escenario político, ha venido manifestándose un sector opositor, de estirpe religioso que se hizo presente en las últimas elecciones presidenciales obteniendo un caudal de votos significativo que, entendemos, sigue allí latente, sin mayores manifestaciones públicas en el ámbito político pero que se mueve soterradamente en determinados espacios de la sociedad venezolana. Sin un programa político claramente definido se mantiene activo en las congregaciones religiosas evangélicas que, paso a paso, han venido aumentando su ascendencia en ciertos sectores del pueblo, fenómeno que se ha venido repitiendo en varios países del continente, (Centroamérica, Brasil) y que debe llamar la atención por su recurrencia, persistencia en el trabajo social y por la marcada influencia de las posiciones de derecha que sostienen.
Oposición chavista
Finalmente, se aprecia la existencia de otra expresión opositora que surgida de las filas chavistas se ha venido perfilando como una tendencia cuestionadora a la gestión del gobierno bolivariano, que pretende erigirse como una oposición de izquierda pero que la dinámica política, quieran o no sus promotores, los lleva a coincidir, en algunos puntos, con las posiciones de la derecha, cumpliéndose así el axioma que señala que "en política, los extremos se tocan", pero es de suponer que a la hora de una invasión extranjera optaría por cerrar filas con las fuerzas patrióticas que saldrían a defender el sagrado suelo de la patria. Promovida por ex-funcionarios del gobierno, académicos y grupos organizados de trabajadores no logra relacionarse o imbricarse con las amplias masas chavistas.
A la luz de este enfoque, pudiéramos sustraer que estas expresiones políticas opositoras tenderían a tomar posiciones y caminos distintos según sea el escenario en el que les corresponda actuar, si es ante una eventual invasión militar extranjera sería básicamente el sector ultra radical el que se prestaría para convalidar una aventura antipatriótica de tal naturaleza y si la salida a la situación política planteada es de carácter pacífico electoral el camino a seguir es el de reagruparse, alguna de ellas, en un frente político para enfrentar la opción chavista bolivariana. El tiempo dirá.