Hay gente del gobierno, para no decir todos quienes en él están, porque siempre es verdad aquello que excepciones hay, que está consciente de la deuda que tiene con el bando opositor. La tabla flota en el mar por aquello que descubrió Arquímedes y le hizo gritar ¡!Eureka!! El gobierno de Maduro todavía tiene vida, no tanto por lo que supuestamente hace, aunque más bien es más lo que no hace y hasta deja de hacer, si no recordemos lo del cambio de gabinete que todo el mundo quiere, hasta parece que Maduro, pero el "grupo neoliberal compactado", a juicio de Julio Escalona se lo impide, porque una cosa no es la misma que la otra, sino por lo que oposición hace y hasta también deja de hacer o no hace. Maduro y los del gobierno todavía están en Miraflores, porque la oposición se ha empeñado que eso siga así. Para eso justamente comete más errores que segunda base con diarrea o dolor de muelas. El gobierno entonces flota porque la oposición le sirve de colchón acuático. ¡¡Eureka!! Grita Maduro. Sería hasta sensato pensar, que la oposición estaría comandada no por agentes de la CIA, como cree la gente del gobierno, sino de la KGB, si viésemos el mundo de hoy como le ven muchos brillantes "analistas" de quienes "ayudan" a Guaidó.
Después que Betancourt ganó las elecciones de 1958 con un precario resultado, tanto que en Caracas el gobierno era minoría y el Partido Comunista gozaba de mayor respaldo popular que AD, lo que se agravó o pronunció más con las posteriores divisiones de esa misma organización, la izquierda se empeñó en querer sacarlo, a él y a quienes le sucedieron, por la vía violenta. Antes, apenas comenzando a gobernar Betancourt, Jesús María Castro León, un militar de alto rango y bastante prestigio se alzó por allá por los andes, cerca de la frontera con el hermano país y fracasó; no tuvo apoyo ni siquiera en el perezjimenismo. En la izquierda todavía no había prendido esa fiebre imortada, opción o salida como se dice ahora y al alzado se le tuvo como una expresión de la derecha y hasta remanente del régimen anterior, lo que en verdad no fue más que una de esas explicaciones acomodaticias que los políticos suelen darle a esos fenómenos de acuerdo a sus intereses y conveniencias y sobre todo cuando no los entienden.
No mucho tiempo después, apenas comenzaba a movilizarse el movimiento popular y de masas por las anti populares medidas del gobierno, y ante las inmediatas medidas represivas tomadas por el mismo, nada distintas a lo que siempre sucede ante tales circunstancias y más que todo impactada la izquierda por el efecto ecuménico de la revolución cubana, la dirigencia y militancia en gran medida comenzó a verse en uniforme verde olivo, de largas barbas y armados de fusiles rumbo a la montaña. No importó que las masas se quedasen en las ciudades ahítas de dirigencia y consignas para la lucha. Ellos prefirieron disfrazarse de héroes del romanticismo y embriagarse de sueños.
Toda esa lucha y lo que contuvo, como "heroicos actos guerrilleros" y los alzamientos cuartelarios, casos de Carúpano y Puerto Cabello, sólo sirvió para fortalecer a los firmantes del Pacto de Punto fijo y a quienes aquella izquierda definió como el enemigo. Aquella colosal fuerza que se había acumulado a lo largo del país y dispuesta estaba a salir a manifestarse en contra del gobierno y sus aliados, quienes se dividían a gran velocidad, termino primero en un remanso, un retorno a sus viejos espacios y luego, buena parte, tornó en un volcarse a favor de quienes gobernaban. ¡Las masas! Esa cosa a la que tanto aludían los líderes alzados se volvió contra ellos. Hasta desarrollaron una teoría según la cual era imprescindible llegar al poder desde las montañas y derrotar a un ejército al cual se enfrentaban desafiando la realidad y hasta a las masas mismas y a un montón de verdades que más tarde reconocieron como si antes nadie les hubiese dicho nada de eso.
Hoy quien gobierna es Nicolás Maduro, Cuba tiene con él tan buena amistad como la tuvo con Carlos Andrés Pérez y el primero se sostiene casi en el mismo ejército al cual antes hicieron la guerra porque eso lo recomendaron los manuales de los que se hartaron y los dioses vivos y muertos.
Quiero resaltar como gobierno y oposición coinciden en un montón de cosas. A los dos bandos les trae sin cuidado que a la gente toda estafen y le esquilmen el menguado salario. ¿Qué le importa a Maduro y su gente que cada empresario, grande o pequeño, a lo largo de la cadena ponga el precio que le da la gana? Basta que uno culpe al otro, pero eso sí, uno y otro la protesta la harán de manera callada, casi en susurro o de manera simulada para que los empresarios no se enteren. Porque ambos se pelean con rigor ese espacio. Maduro cree que con el Clap resuelve todo y hasta paga su deuda.
Gobierno y oposición todas las semanas, si no todos los días, salen a protestar y, una y otra de las nuevas marchas de protestas las anuncian como la más grande de todos los tiempos. Y las llevan a cabo, aunque alguna salga esmirriada por los tantos engaños y las ofertas como las de esta será la última y hasta aquí llegamos. Eso sí, allí no se protesta por los bajos salarios, la especulación desmedida y las tantas carencias. ¿Por qué? Porque uno y otro bando tienen igual responsabilidad en lo que sucede y nadie quiere responsabilizarse por lo que vendrá. Y mientras los pendejos estén dispuestos a apoyar, víctimas del radicalismo, la polarización y hasta la subliminación, a quienes mueven las fuerzas poco importa lo demás.
Pero lo del coincidir entre gobierno y oposición va más allá. Es cierto que Guaidó y su intimidad, quizás no por torpes, sino por la diplomacia de Trump, que es la propia de quien se siente fuerte y cree darse el lujo hasta de cometer errores por creer que los pusilánimes siempre le apoyarán aunque mal los trate y el día que arremeta con sus armas no habrá "burro con reumatismo", no se preocupa por ocultar su indisposición contra el diálogo. Su manejo del asunto es por demás torpe e indelicado. No se preocupa ni siquiera de cuidar las formas, tomando en cuenta que en la oposición si hay quienes quieren diálogo y sea este el camino para abrirle espacios a los buenos deseos. Por eso dice cosas como que no hay diálogo y le pone otro nombre para desacreditarlo y que los suyos, quienes como él lo que quieren es guerra sigan en su creencia y no habiendo llegado a acuerdo en el primer intento, lo que es lo más normal y natural del mundo, otra cosa pudiera parecer sospechosa, sale a anunciar que el diálogo termino sin acuerdos para difundir la idea de fracaso y cierre definitivo, mientras si hubo acuerdo, como el de seguir conversando porque todo hasta ahora marcha como los promotores lo esperaban,
Maduro, más cauto, por no estar sometido a la presión de una multitud que no le pide guerra sino más bien paz y diálogo y según una versión de Panorama de Maracaibo, también por los militares, sermonea como si estuviese por el interés de ella. Pero en verdad, el diálogo es probable no guste a quienes son justamente parte sustancial de la discordia. Y cuando se es eso, lo primero que emerge de todo acuerdo generoso es desplazar, talar todo aquello que entorpece el acuerdo y cierra las posibilidades que la gente se encuentre. Por eso mucha gente, por mucho que diga, se indispone en situaciones como estas. Por eso, Guaidó y gente del gobierno, ante las propuestas de diálogo dicen "Es que me hierve la sangre".